“Es una reflexión profunda entre presente y pasado. No es un balance, pero sí un álbum hecho de canciones que tienen mucho de confesión, a veces de expresada de manera muy directa”. Desde Río de Janeiro, donde eligió vivir desde hace unos meses –nació en Nueva York en 1966 y ahí pasó buena parte de su vida– Bebel Gilberto habla con Página/12 de Agora, su flamante disco. Después de Tudo (2014), la cantante brasileña interrumpe seis años de silencio discográfico con un trabajo hecho de canciones propias, compuestas junto Thomas Bartlett, que es además productor del disco. Bartlett, colaborador de figuras como Norah Jones, Florence + The Machine, Sufjan Stevens y St. Vincent, había trabajado con Gilberto en All in One (2009).
"Thomas (Bartlett) era la persona que necesitaba para hacer este álbum. En estos años sin grabar muchas cosas pasaron por mis oídos y por mi cabeza. Tenía mucha información y necesitaba procesarla. El silencio me sentó bien, aprendí a escuchar, renové mis ganas y eso se volcó en mis melodías. En 2017 comenzamos a trabajar con Thomas, sin apuro y con paciencia, para no dar pasos en falso. Así compusimos unas diecisiete canciones, de las que seleccionamos once para Agora”, explica Gilberto.
Estas canciones conjugan con gracia la marca brasilera de levedad y sensualidad, pero terminan de definirse por el empleo sutil de la electrónica y el trabajo en el estudio de grabación. “Grabamos en Nueva York y contamos con una producción excelente. La electrónica es un elemento importante para el sonido del disco, sobre todo porque la utilizamos para potenciar la superposición de distintas influencias. En este punto se explica la originalidad del sonido. Tengo mucha curiosidad por ver la reacción de la gente ante este álbum, que puede parecer leve, pero es profundo y sobre todo muy creativo”, explica la cantante.
Por sangre y sensibilidad, Bebel es descendiente directa de la bossa nova. Su padre es el mítico Joao Gilberto y su mamá es Miucha, una de las voces más encantadoras de esa manera de hacer música que desde mediados del siglo XX se convirtió, acaso sin buscarlo, en la imagen de un Brasil moderno y optimista. Por parte de Miucha, la vocalista es nieta del escritor y sociólogo Sergio Buarque de Hollanda y sobrina de Chico Buarque. “Nunca me sentí condicionada por mi familia, al contrario, siempre entendí mis orígenes como una oportunidad de libertad”, asegura Bebel.
Cuarenta años atrás, Bebel debutó cantando con su padre “Chega da saudade” en un programa de televisión. Hace veinte apareció Tanto tempo, su primer disco, una relectura de temas de Baden Powell, Marcos Valle, Chico Buarque, Vinícius de Moraes y Gilberto Gil desde la electrónica con acicalamientos jazzeros. Con ese álbum encantó a medio mundo e inauguró un estilo personal, que por estar lejos de cualquier forma de virtuosismo “hacia afuera” podría entenderse como una marca de familia. “La bossa nova es la tradición que iniciaron mi padres e inevitablemente me siento parte de eso, pero no es lo único que me formó musicalmente. He vivido muchos años fuera de Brasil y estoy atravesada por muchas músicas distintas. Creo que Agora es una buena muestra de eso”, asegura la cantante.
Entre las canciones del álbum, además de la que le da nombre, está “Bolero”, interpretada en español, “Na Cara”, en la que participa la cantante y percusionista brasileña Mart’nália, y “O que nao foidito”, canción que Bebel dedicó a Joao Gilberto. “Le dediqué ese tema a mi padre cuando él todavía vivía, pero nunca se lo hice escuchar”, cuenta la cantante. “Hacer un bolero fue un impulso natural. El español es una lengua que me resulta familiar y pensé que podía ser divertido tomar un bolero. Y lo fue. Divertido y emocionante, como fue tener como invitada a Mart’nália. Siempre quise hacer una canción con ella, compuse 'Na Cara' pensando en ella, y cuando nos encontramos para grabarla se dio un momento fue perfecto”, recuerda.
-Dijiste que este es un disco llegó en un momento “realmente especial”. ¿Por qué?
-Porque se fue haciendo en una época de cambios individuales y colectivos que desembocaron en lo que reconozco como una nueva etapa. Atravesé un período muy largo y muy particular de mi vida haciendo este disco. Empezamos a componer los temas y a trabajar en la producción sin saber muy bien qué rumbo iríamos tomando. Después apareció el nombre Agora (en castellano, “Ahora”), y me pareció interesante como manera de detener y contener ese fluir. En el medio pasaron muchas cosas. Poco antes de terminar el álbum, en diciembre de 2018 murió mi madre y seis meses después, mi padre. Y cuando finalmente me sentía lista para presentarlo estábamos en medio de esta pandemia. Es decir, empecé este disco en un mundo y lo terminé en otro.
- ¿Cómo vivís este tiempo de pandemia?
-En lo profesional, con preocupación. Tenía una gira programada y ahora me resulta difícil imaginar el futuro. En lo personal, con tranquilidad. Estoy en cuarentena, trato de cuidarme, me quedo en casa y mantengo la calma. Muchos no lo hacen y quieren salir, y así se pierde el esfuerzo que hacemos algunos.
-El gobierno en Brasil no alienta particulares medidas de cuidado...
-Creo que el presidente es un irresponsable en este sentido. Debería tomar medidas para el cuidado de todos. La vida es más importante de lo que él piensa. Lo que está haciendo es extremadamente peligroso para todos. Somos muchos los que pensamos así en Brasil.Estamos atravesando tres crisis: la política, la económica y también la sanitaria, aunque no todos quieran reconocerlo.
-¿Cómo ves la actualidad de la música brasileña?
-Hay mucha gente talentosa, pero no es un buen momento para la cultura de Brasil. Faltan incentivos oficiales, el arte está muy maltratado por este gobierno. Aun así, veo que hay mucha gente creando muy buena música y eso me hace muy feliz. A la creatividad brasileña no la detiene ni el peor presidente.