En el más cuidadoso de los silencios, un grupo de empresarios rurales y de la agroindustria iniciaron hace unos meses contactos con el Instituto Patria y la Casa Rosada para reunirse con el presidente Alberto Fernández y su vice y titular del Senado, Cristina Fernández de Kirchner. Bajo el sello de Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), crearon un espacio negociador que produjo un crac interno en el frente del campo, que desde la disputa de la 125 venía enfrentado al peronismo en todas sus vertientes. La movida, audaz y posible luego de una relación que alguna vez fue conflictiva pero que de ambos lados maduró en un acercamiento, descolocó al sector más ultra del campo. Seteados para vivir y negociar en la dinámica del conflicto eterno, un grupo de ceos agropecuarios que financiaron la campaña de Cambiemos y ex funcionarios del PRO, se abroquelaron para boicotear el nexo del CAA con el Ejecutivo.
La constitución del CAA movilizó un pelotón de casi 60 cámaras sectoriales, economías regionales, la Unión Industrial (UIA), los exportadores de vinos de Bodegas de Argentina y la Unión Vitivinícola Argentina, los cerealeros de CIARA-CEC y toda la Mesa de Enlace menos la Sociedad Rural (SRA). Un frente activo que le disputa representación a los sectores más conservadores y reacios a la política.E n tiempo récord, llegaron a la foto con el Presidente en Olivos y a una postal con CFK en su oficina.
Mauricio Macri suele veranear en Villa La Angostura en la mansión de David Lacroze Ayerza. El amigo del ex presidente, que se hizo famoso por escrachar a CFK con un video durante un viaje en avión, es el patriarca de los ultras. Cuando Cambiemos dejó el poder, financió el tour del ex ministro Luis Miguel Etchevehere por las asambleas de ruralistas en el interior. La idea era llevar -vía el think tank “PRO-Agro”- la premisa de que había que bancar al PRO, aún después de un modelo que también golpeó a los productores. En algunas de esas reuniones llegó hasta a recibir silbidos por haber subido retenciones ante la promesa de bajarlas.
Lacroze, que fue titular de la Junta Nacional de Granos, invierte en Macri desde bastante antes. Fue uno de los aportantes al G-25, el think tank que fundaron Patricia Bullrich y el ex ministro de Transporte Guillermo Dietrich. Muy activo en varios grupos de Whatsapp, es parte de Nuestra Voz, el chat que armó el titular de Mercado Libre, Marcos Galperín. Allí cruzó fuerte la idea del Gobierno de expropiar Vicentin: “Si van a pagar, va a ser con nuestra guita!, es un tremendo acto de irresponsabilidad del Estado”, escribió y hasta pidió emitir un comunicado urgente. No tuvo eco.
Más cerca en el tiempo, en otro de los grupos que congregan a ultras del campo, llamado “Gurú Market”, pidió que la Mesa de Enlace se mantenga en el Consejo Agroindustrial como una especie de Caballo de Troya del campo primario, para convencer al Gobierno de que hay que bajar las retenciones a los productores y no tocar el diferencial exportador.
Cuentan que fue Lacroze quien convenció a Macri de poner a Etchevehere en el ministerio. Tres laderos del entrerriano son su brazo operativo para mantener vivo al campo ultra. Santiago del Solar Dorrego, su ex jefe de Gabinete; Ricardo “Ricky” Negri, ex secretario de Agricultura; y Guillermo “Willy” Bernaudo.
El trío es el ala comunicativa y de relacionamiento. Su participación en la agrupación Campo más Ciudad los puso recientemente al comando de la agitación de las marchas contra el Gobierno. Encabezaron la de Vicentín, la del 9 de Julio y la del 17 de agosto en redes sociales y grupos de Whatsapp.
Pero la figura que aglutina directamente con Cambiemos como partido es Bernaudo. Ex miembro de CREA, es el brazo de gestión agropecuaria de Bullrich, a quien conoce de los años del Grupo Agro Político (GAPU). De esa agrupación también nació a la política Leonardo Sarquis, ex ministro de Agricultura de María Eugenia Vidal. Es Bernaudo el que le arma los Zoom con productores de todo el país y le lleva los datos del termómetro de las chacras. En uno de los últimos, Bullrich blanqueó la intención de Cambiemos de transformar la expropiación fallida de Vicentin en una épica símil guerra por las retenciones móviles: “salgamos a la calle para hacer una 126”, disparó allí.
En ese Zoom se hicieron ver, además, las terminales parlamentarias de la resistencia a un acercamiento del campo con el Gobierno. Uno fue el mellizo Alfredo De Ángeli, directivo de la Federación Agraria que armó los cortes de ruta de 2008. Otro, el diputado nacional Pablo Torello, también productor agropecuario. Fue uno de los que llamó a buena parte de los ceos del agro para pedirles que se cuadren y expongan críticas al Ejecutivo por el caso de la aceitera en desgracia.
La resistencia que hoy existe de estos sectores hacia un campo negociador busca un proceso de institucionalización en la próxima elección de la SRA, en septiembre. Si bien el actual titular, Daniel Pelegrina, ha confesado su afinidad con Cambiemos, está siendo corrido por derecha por los ultras, que quieren coparle la entidad. Más aún cuando Alberto Fernández empezó a llevar a Pelegrina a los actos con ceos.
En la lista para hacerse del poder en SRA hay un armado digitado por Etchevehere y Lacroze. Nicolás Pino, un matarife que muchos califican de anti peronista, quiere ser el presidente de la entidad. Por esas cosas del destino, fue el creador del bono de 500 mil pesos que la SRA le pagó a Etchevehere cuando se fue a la función pública. Devolución de favores.
Marcos Jorge Celedonio Pereda Born, titular del Grupo Bermejo, es fanático de recorrer distancias con transporte de hélice. En el sector se ganó el mote del “hombre del helicóptero”. Hijo de Matilde Born Frías, hermana de Jorge y Juan Born, será el segundo en el escalafón. Pereda Born fue unos de los principales financistas de la campaña de Vidal, con casi 6 millones de pesos.
El otro padrino que invierte en el armado es el criador y titular de Brangus Martín Goldstein. Con su empresa Cleanosol, investigada en la causa de los Cuadernos, puso 3,5 millones de pesos para la campaña de Macri 2019. Goldstein es amigo personal de la ex vicepresidenta Gabriela Michetti.
Entre los más marginales e inorgánicos están los representantes de los Productores Autoconvocados de todo el país. Los de Tucumán emitieron un comunicado esta semana boicoteando el acercamiento de la agroindustria a la política. En territorio bonaerense, el que ostenta su comunicación es el diputado bonaerense Luciano Bugallo. Hombre de Elisa Carrió, es quien avisó que había productores comprando armamento y escopetas para defender los ataques a silobolsas, que atribuyó a delitos políticos.
Mientras eso ocurría, el Gobierno de Axel Kicillof se sentaba con la Mesa de Enlace y con dirigentes del Consejo para mostrar los resultados de las pesquisas a esos delitos en terreno bonaerense. Más de la mitad fueron ya esclarecidos sin rastros de ataques partidarios.
En este escenario, en el Consejo Agroindustrial se encargan de aclarar que la suya no es una posición de militancia pro peronista sino un giro pragmático y de maduración de un vínculo. Sí aclaran que se alejaron de los ultras porque no querían ser arrastrados por una militancia partidaria, en este caso, del macrismo.