Los pueblos en donde SanCor cierra plantas, despide personal o amenaza con hacerlo comenzaron a movilizarse en apoyo a los trabajadores afectados y para resguardar la propia actividad económica local. El martes en Gálvez, una localidad de 19 mil habitantes ubicada a casi 100 kilómetros de Rosario, se concentraron más de mil personas para manifestar su estado de alerta ante la situación de empresa láctea. Participaron el intendente, movimientos sindicales y sociales y el gremio de los trabajadores del sector. También hubo movilizaciones en otros lugares afectados. Fuentes gremiales explican que además de las cuatro plantas que cerraron, hubo despidos por goteo en otros establecimientos. Ayer también cerró una planta de la quesera Magnasco (ver nota aparte).
La crisis de Sancor y del sector lácteo se viene engendrando desde hace varios años pero estalló en 2016 a partir de una serie de factores: La caída del precio internacional de la leche que determinó la baja de rentabilidad, junto a la pérdida de mercados de exportación, la merma del consumo en el mercado interno y las graves inundaciones. Ese combo determinó que la industria trabaje en promedio con una utilización del 40 al 50 por ciento de su capacidad instalada. Las empresas que tienen suficiente espalda financiera atraviesan la crisis con despidos, las otras cierran. En el caso de Sancor la situación es más complicada por el elevado grado de endeudamiento asumido por la actual conducción y una serie de ineficiencias de gestión. Ante el evidente deterioro de Sancor, los tamberos evitan venderle leche a raíz de la incertidumbre sobre los plazos de cobro.
En este escenario, se movilizó la comunidad de Gálvez. “Hubo una presencia importante de vecinos de nuestra ciudad, acompañando la preocupación que se vive en Gálvez por la situación de SanCor. La planta hoy tiene un plantel de unos 290 empleados y también importantes trabajos de terceros, entre transportistas y productores lecheros. Generaba un movimiento productivo y económico en nuestra ciudad, y ahora eso se frenó. Es una planta que está preparada para trabajar 5 mil litros de leche por día pero está elaborando 1400”, señaló Mario Fissore, intendente de Gálvez.
La situación laboral más crítica en SanCor se vive en las plantas de Centeno (Santa Fe), Brinkmann y Coronel Moldes (Córdoba) y Charlone (Buenos Aires). En el caso de Centeno, donde hay un acampe permanente de los trabajadores frente a la planta, el gobierno santafesino busca que el establecimiento se venda “porque hay 68 trabajadores que hacen un producto de mucha calidad, muy reconocido en el mercado interno y externo”, dijo Luis Contigiani, ministro de Producción de la provincia. El plan B es armar una cooperativa con el apoyo financiero del gobierno provincial.
También hubo varias concentraciones en Charlone, en el distrito bonaerense de General Villegas, donde por el momento quedaron 50 personas sin trabajo. Ayer legisladores provinciales presentaron un amparo para evitar el cierre de la planta. En Coronel Moldes el lunes se movilizaron unas 800 personas en defensa de 50 puestos de trabajo en Sancor. “Estamos en una incertidumbre total. No sabemos donde estamos parados, si estamos de licencia, de jornada libre. No sabemos dónde dirigirnos, no tenemos más puertas para golpear. Estamos pasando el peor momento de la crisis de SanCor”, expresó el delegado gremial Daniel Brarda. Tanto en Coronel Moldes como en Brinkmann, donde hay 130 empleados, el gobierno de Córdoba dispuso el otorgamiento de subsidios por el lapso de un año por un monto equivalente al salario mínimo, de 8060 pesos. Además de esos casos salientes en la crisis de SanCor, la empresa se viene desprendiendo de personal en otras plantas, como es el caso de San Guillermo, en Santa Fe, donde despidieron a 20 empleados y se espera que echen a 20 personas más.
El destino de la empresa depende en buena medida de una posible venta. “Desde el gobierno nacional dicen que apuestan a una lechería en crecimiento y la realidad es que vamos en camino a una lechería en retroceso, llegando apenas a cubrir la demanda interna con posibilidades de tener que importar productos. Las herramientas creadas por el Gobierno no lograron frenar la sangría de producción lechera y el cierre de tambos”, dijo ayer en un comunicado la comisión de lechería de la Federación Agraria.