Están entre nosotros hace años pero pasan inadvertidos para el imaginario colectivo. Su fortaleza se basa en cierta discreción para no parecer lo que en realidad son: grupos de presión. Se resguardan bajo la etiqueta de un think tank (del inglés “tanque de pensamiento”) o en una definición intelectualmente más refinada: usina de ideas. Atlas Network es entre todas ellas la red más omnipresente de las que influyen en América Latina. Recibe un financiamiento generoso e interactúa con cientos de organizaciones satélites. En estos días de marchas anticuarentena por el mundo, de Madrid a Buenos Aires y de Estados Unidos a Brasil estimuladas por fuerzas opositoras de derecha o presidentes en el ejercicio del poder como Trump y Bolsonaro, la red creada por el británico Antony Fisher en 1981 bajo el nombre de Atlas Economic Research Foundation, volvió a hacerse visible. El mentor de este espacio era admirador de las ideas del economista Friedrich Hayek. Falleció en 1988 pero dejó como custodio de su legado a un argentino que presidió la fundación entre 1991 y 2017: Alejandro Antonio Chafuen. Se trata de un personaje con dilatada trayectoria en el mundo económico y académico de EEUU, que en la Argentina también dejó su huella en la liquidación de la financiera Coimpro y fue condenado en 2005 por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal.
No es menor la herencia ideólogica de Fisher. En 1955 fundó el Instituto de Asuntos Económicos (IEA) en Londres que dejó el camino sembrado para lo que en la década del ‘80 se convertiría en la Revolución Conservadora de Margaret Thatcher. Su otra criatura, Atlas Network, es un núcleo que ya supera las quinientas fundaciones, ONGs y grupos lobbistas que disponen de enormes recursos puestos al servicio del ideario ultraliberal que machaca sobre la jibarización del Estado. En su CV, Chafuen, un nostálgico de la dictadura cívico militar del ’76, sostiene que desde la red “ayudó a otorgar más de treinta millones de dólares en donaciones privadas a institutos de estudios económicos”. La filial argentina de Atlas – con el agregado a ese nombre de “por una sociedad libre”- la preside Eduardo Maschwitz, un banquero que es director titular del Comafi y acompañó la iniciativa de sus fundadores Guillermo M. Yeatts y José Esteves. La organización tiene un largo recorrido: se constituyó el 9 de noviembre de 1998.
En el plano internacional Atlas mantiene relaciones con los primeros niveles del gobierno de EEUU. Sus vínculos con el Departamento de Estado y la NED (National Endowment for Democracy) aparecen en sus propias publicaciones pese a que abjuran de la intervención estatal en la economía. El especialista español en redes sociales Julián Macías Tovar brindó una radiografía del grupo fundado por Fisher en el ’81 durante una entrevista que le realizó Gustavo Sylvestre la semana pasada en su programa de radio: “Hay una red que es Atlas Network que componen más de 580 fundaciones, y algunas de ellas se sumaron en 2014 al proyecto de Macri. Tienen un carácter libertario económicamente pero también muchos vínculos con la extrema derecha”.
Macías Tovar dirige el sitio Pandemia Digital que analiza el comportamiento de cuentas, trolls, bots y operaciones de desinformación basadas en ese entramado virtual. En la entrevista también consideró que “hay un Operativo Cóndor 2.0 con financiación de Estados Unidos. Y en Argentina cuentas que apoyan a Trump o a Bolsonaro, algunas de ellas tienen también un recordatorio afectivo hacia Videla”.
Chafuen es coherente con ese pensamiento. En 1979, con 25 años, publicó un ensayo al que tituló Guerra sin fin y en el que comparaba a los grupos de izquierda con el Clan Manson que asesinó en Beverly Hills a Sharon Tate, la actriz y esposa del director de cine Roman Polansky. También escribió sobre la Argentina que “el ejército había actuado por necesidad para evitar una toma comunista del país”.
Son pocos los analistas que se han ocupado de Atlas y su influencia sostenida en distintos países. Aram Aharonian y Álvaro Verzi Rangel del Observatorio en Comunicación y Democracia del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) señalan en un trabajo publicado el 9 de octubre de 2017: “La internacional capitalista existe, la moviliza el movimiento libertario de extrema derecha (en inglés los llaman libertarians) y, obviamente, está muy bien financiada: funciona a través de un inmenso conglomerado de fundaciones, institutos, ONGs, centros y sociedades unidos entre sí por hilos poco detectables, entre los que se destaca la Atlas Economic Research Foundation, o la Red Atlas”.
The Intercept, el sitio de periodismo de investigación que publica informes extensos sobre temas que la mayoría de los medios comerciales no tocan, también se ocupó de la red Atlas. Su periodista Lee Fang describió que durante un encuentro ocurrido en mayo de 2017 en el Hotel Brick del barrio de Recoleta, Chafuen le confesó que su labor de tantos años había empezado a dar frutos. Tras esa reunión organizada por Atlas y la filial argentina de la Fundación Libertad que preside en el plano internacional Mario Vargas Llosa, el cronista escribió: “Para muchos, Chafuen desde su posición en Atlas ha sido un mentor, un patrocinador financiero y un faro que los guió hacia nuevos modelos políticos”.
Los persistentes procesos de desestabilización política en Venezuela contra el gobierno de Nicolás Maduro, el desplazamiento mediante un impeachment de la expresidenta Dilma Rousseff en Brasil y el golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia son algunos de los hechos que contaron con la participación velada pero activa de la red a través de sus contactos locales. La propagación de fake news contra los mandatarios constitucionales también hizo su aporte previo. Los cuadros libertarios en economía y ultraconservadores en política regional que formó la ONG acompañaron varios procesos destituyentes.
Chafuen dio una pista en aquella nota de The Intercept: “Estuve en las manifestaciones callejeras de Brasil. De pronto, me doy cuenta de que un muchacho que había conocido de adolescente ahora estaba en la caja de un camión dirigiendo las protestas. ¡Una locura!”, dijo el economista argentino que se fotografió con una camiseta de la selección brasileña en las protestas contra Dilma. Unos años después se muestra activo en su cuenta de Twitter apoyando anuncios de Mike Pompeo o Jair Bolsonaro indistintamente. En su defensa, la organización con base en Estados Unidos sostiene que “cualquier informe que afirme o implique que Atlas Network es responsable o ha buscado lograr un cambio político en los EE.UU. o en cualquier otro país es evidentemente falso e indefendible”. Las pruebas de su influencia en la región y el nivel de llegada al Departamento de Estado indican lo contrario.