El regreso a clases es un hecho. Comenzó en algunas provincias. En forma escalonada y progresiva en Catamarca y Formosa. Con avances y retrocesos, en San Juan. Los resultados son desiguales, pero habilitan a sostener el plan destinado a volver a las aulas, comenzando por lugares donde la circulación viral es mínima, o nula. El riesgo, sin embargo, no está en la experiencia del aula, donde se cumplen protocolos estrictos, sino en el entorno. Así ocurrió en San Juan, que había reinsertado a más de 10.000 estudiantes, pero el reingreso del virus aumentó los casos, y obligo a volver a fase 1.
“Con este alcohol lo vamos a matar al coronavirus”, recuerda Soledad Herbel, sobre la bienvenida que le dio uno de sus alumnos. Entre los chicos hay consciencia --cuentan las docentes-- y aceptan que, en la nueva modalidad escolar, haya protocolos hasta para jugar: “La rayuela es uno de los únicos juegos permitidos, porque pueden saltar, pero por turnos”, dice la seño Sole, docente en la escuela rural de Anquincila --a 10 kilómetros de Ancasti, en Catamarca--, donde 23 niños de primero y segundo grado volvieron a las aulas, esta semana.
En la Escuela 146, de Formosa, donde concurren 103 niños “las clases se reiniciaron el martes” cuenta su directora, Nancy Duarte. Igual que en Catamarca, asisten en días alternados, los primeros grados y los últimos. En dos horarios: de 8.30 a 10, y otro turno hasta las 12.30. En grupos de diez alumnos. Así, la escolaridad rural formoseña, reabrió 10 de sus 19 delegaciones educativas, en 408 instituciones a las que concurren más de 9.500 estudiantes, de todos los niveles.
“Ellos están contentos, se les nota, y para los docentes es importante porque recuperamos la presencialidad, no es lo mismo que dar clases por whatsapp”, sostiene Duarte. Su motivación es promover la equidad y la igualdad. Muchos de estos estudiantes no podían seguir las clases porque no todas las casas tienen señal de celular y no en todas las casas los padres pueden ayudar con las tareas cuenta. “Es nuestra obligación ayudar en ese sentido -–se explaya--. Y que ellos aprendan a no tener miedo, pero sí a cuidarse”, sintetiza. La bienvenida en su escuela fue con globos y carteles de colores, acompañando.
Formosa y Catamarca, con cuadros controlados en torno a la expansión del virus, iniciaron la apertura siguiendo a San Juan, que hace diez días reinició las clases en 14 de sus 19 distritos escolares. Pero la experiencia sanjuanina debió suspenderse. Se detectaron casos en el departamento de Caucete --el más cercano a las vías de comunicación con Córdoba y La Rioja--, y en el Gran San Juan. Sin dudarlo, se reiniciaron las medidas de fase 1.
La planificación diseñada por el Ministerio de Educación de la Nación seguiría su curso, tomando el caso sanjuanino como advertencia. En septiembre se sumaría La Pampa y todavía se piensa en Santiago del Estero, como otro lugar en condiciones de volver a clases, en forma presencial. Mientras tanto, las miradas se concentran en los guardapolvos blancos que recorren caminos de tierra, en la mayoría de los parajes donde volvieron a funcionar las escuelas.
Por un camino de tierra parece hacer entrado el virus a San Juan. “El caso cero probablemente haya sido por el ingreso de leña desde La Rioja, donde es mucho más barata”, explica Gabriel, padre de Isabella de 7 años, de la ciudad de San Juan. A sus alrededores llegó el brote que restringe nuevamente las actividades, por 14 días. A Isabella, como a muchos otros niños, esto la asusta. “Hay que enseñarles a cuidarse”, insiste Duarte.
En San Juan, rastrando los casos de Caucete se llegó a los caminos informales que transitan los carros de leña. Sin controles. Son huellas. “Justamente mientras reconstruían la ruta por donde entro ese carro, encontraron otras tres personas transportando leña en carreta, desde La Rioja”, detalla Gabriel. La ruta de la leña activa la subsistencia, pero llega con el virus, que se disemina cuando los niños van a la escuela. Los niños suelen ser asintomáticos, pero exponen a los mayores. Y con 28 casos, San Juan volvió a fase 1.
En Catamarca, a las clases en las escuelas rurales primarias se suman este lunes las Escuelas de Período Especial, las que por razones de clima tienen un ciclo de septiembre a mayo. Y el 31 lo haría 6° año de primaria y 6° de secundaria. “No sabemos qué pasará si cambia la situación sanitaria, pero nosotros estamos cuidando los protocolos para que los chicos puedan seguir viniendo”, cuenta Soledad, a cargo de primero y segundo grado en la Escuela 214, de Anquincila, que es primaria de mañana y secundaria de tarde.
Allí, las docentes se reparten grupos de 6 o 7 alumnos. Los chicos llegan sin guardapolvos y se lo sacan antes de irse. Como en Formosa, también aquí se entregan las tareas a los papás que prefieren que sus hijos no estén en la escuela, y retiran los ejercicios para hacerlos en las casas.
El protocolo indica entre otras cosas, un cuestionario breve que se hace los lunes. Cada día toman la temperatura y sanitizan los guardapolvos. Los niños dejan su mochila y sacan los útiles con cuidado. “En cada mesa ves un sanitizante y todos usan barbijo” dice la seño Sole. A ellos se los ve contentos, cuenta, pero ella se preocupa. Aunque guarde distancia “igual tengo que tocar sus cosas, sus cuadernos, sacarle punta a un lápiz”, explica. Usa barbijo y máscara. Alcohol en gel. Lavandina todo el tiempo.
Hay un acercamiento a las familias en las escuelas rurales y hoy se revaloriza, cuentan las docentes consultadas por PáginaI12. Porque allí se tramitan otras cuestiones, señalan. “Puede llegar un papá a pedir que lo ayudemos a hacer una nota, o una mamá que busca otro asesoramiento, estamos al servicio de la comunidad” sostiene Soledad. Son comunidades chicas donde “te sentís querido” comparte. Y lamenta que esta semana solo pudieron dar turrones, “porque ahora no se puede hacer comida”.
En la Escuela 146 de Formosa se mantiene desayuno y almuerzo. “Hoy dimos fruta también, porque tenemos que entretenerlos para que no quieren salir corriendo al recreo”, descubre su estrategia Nancy Duarte, la directora. Y recuerda que ya el primer día “cuando terminamos de izar el pabellón, uno de los chicos me dijo: ‘Pero yo quería venir a la escuela a jugar y hacer educación física, no a estar quieto’, y fue sincero”, se ríe. Lautaro Paz el que expresó lo que muchos sienten, dice Duarte sobre la necesidad de contacto y actividad física. Pero aclara: “ellos están contentos y aceptan los protocolos, los más chicos saludan con puñito, los más grandes con codo”, cuenta.
“Y se me hace que trabajo más ahora que antes”, sospecha Nancy antes de contar las próximas actividades de esta escuela modelo -se inauguró el año pasado- que incluye huertas con mediasombra: “invernaderos”, especifica. En zonas rurales de Formosa, donde la temperatura va de 30, a solo 4 grados, en un día, esa protección es vida. “En las escuelas estamos contentos con el reinicio de clases, queremos que siga”, concluye Nancy.
Para Soledad, lo importante es afianzar la confianza en los niños. Con pocos casos en Catamarca, en la provincia seguirán funcionando las escuelas, auspicia. “Pero siempre con el cuidado, que lo estamos haciendo muy bien”, concluye la seño.