Cuando Viviana Vila comentó por primera vez un partido de fútbol, en un improvisado debut de esos en donde se escribe la Historia, tuvo que imaginarse cómo sería la voz de una mujer analizando jugadas y estrategias en el vivo radial. Nunca, todavía recuerda, había escuchado a una mujer comentando. Aquel momento, a días de que la radiofonía argentina cumpla sus cien años de vida, merece ser reconstruido: por la radio, aunque la desnude como otro medio que atrasa en cuanto a igualdad de género -según la productora “Nos quemaron por brujas”, apenas dos de cada diez conductoras de la primera mañana son mujeres-, y también por Vila, que de ese siglo protagonizó 30 años y comentó allí durante siete antes de que se la conociera como la primera comentarista televisiva, cuando se estrenó en 2012 en Fútbol Para Todos.

La huella que significó su primer comentario radial -la voz de Vila para quienes aquel día sintonizaron el dial de Continental para oír el devenir de su equipo- está mediatizada por un halo borroso, que la vuelve mágica. Es una efeméride histórica para la radio que vive en la memoria de la comentarista. “No tengo nada grabado de esa época. Soy una pelotuda, sí, poné eso, que Viviana Vila es una pelotuda”, se calienta la locutora, periodista y docente platense, furiosa con aquella joven que vivió esos momentos pioneros sin pensar ni en la que sería ni en la posteridad.

Vila iba a ser médica, pero sucumbió ante la magia del estudio de una radio. Terminó de caer en sus redes de la mano de Víctor Hugo Morales, quien le dio su primera gran oportunidad en los medios llamados grandes y a quien todavía le agradece su generosidad. Después de ser parte del equipo del uruguayo en Por Deporte, pasó un año entero rechazándole al conductor su propuesta de ser quien hiciera las conexiones de los partidos de Gimnasia y Estudiantes en La Plata.

Si su recuerdos no le fallan, en el 2004 fue a la cancha de Estudiantes a ser parte del equipo que transmitiría al local ante Vélez. “Creo que fue en diciembre. Decidí reconstruirlo como esa fecha, porque yo fui mamá ese año, iba embarazadisima a las canchas, me colgaba de los cables y todo. Parí a Valentino y después empecé a comentar. Creo que el partido terminó 0 a 0”, recuerda Vila.

Vila es precisa para intentar traducir lo que vivió: “Debuté comentando con Víctor Hugo en el relato. No hay antecedente de esa emoción”. El hombre que había inmortalizado su voz en el gol del barrilete cósmico a los ingleses la llamó a la cabina del estadio y le avisó: “(Alejandro) Apo no viene, hoy comentás vos”.

Los baches en datos y fechas se compensan con el recuerdo vívido de aquella transmisión. Vila recuerda que la cabina era muy angostita y que estaban codo con codo. Él le dijo: “Yo empiezo a relatar y cuando vos creas que tenés algo para decir, me tocás el hombro, yo me callo y vos hablás”. Ella se sincera: “No tenía nada para decir, obviamente, si Víctor Hugo lo dice todo. Relata, comenta, hace poesía”. Hasta que, en un momento, se le ocurrió algo, y lo dijo. El relator ni la miró, ni durante su primer análisis lanzado al aire radial ni en los 90 minutos que duró el partido. “Durante mi comentario del entretiempo, yo relojeaba, pero él seguía sin mirarme. ‘¿Qué estaré diciendo?, ¡Qué horror!’, pensaba... Lo que pasaba es que yo no confiaba en mí, él confiaba”, explica la conductora del #Deportivo de Radio Provincia. Vila guarda como un tesoro, en esa poca memoria que dice que tiene, lo que sucedió en el segundo tiempo. En plena transmisión, el periodista uruguayo tomó contacto con otra cancha y recogió un comentario de los que Vila había hecho. “Como dijo Vivi”, lo antecedió. “Me dio entidad a mí, que entonces era una ignota comentarista -dice, del otro lado del teléfono, quien aquel día se volvió pionera-. Fijáte cómo recuperó esa frase mía para que yo me sintiera con confianza, y todo sin mirarme. Seguro habrá sido un comentario horrible, pero él vio en mí potencial para lo que yo podía hacer. A partir de esa vez, decidió que yo sea la comentarista en La Plata. Y desde ahí, nunca más dejé de comentar”.

Fuiste pionera en un mundo, el de las transmisiones de fútbol, dominado por varones. ¿Te diste cuenta de qué significaba?

No me di cuenta hasta que no me lo empezaron a referir. Nadie me lo decía de esa manera entonces. Empecé a tomar conciencia con el correr del tiempo, cuando otras pibas querían estudiar periodismo deportivo. Ahí me empecé a dar cuenta de lo importante que había sido. Hemos roto, muchas, con algo que era imposible.

Siempre señalaste que cuando comentaste en la tele, te la hicieron pasar muy mal y fuiste muy agredida, ¿sentiste eso mismo cuando te lanzaste a comentar en la radio?

No, nada que ver la radio a la tele. La diferencia sería de 10 a 1. Pasaron dos cosas. Primero, era Fútbol para Todos, y ya la mitad del país no lo quería. Y, además, yo era la mujer que por primera vez comentaba fútbol en la historia de la televisión argentina. Después, un montón de colegas sabían que me habían ofrecido trabajo y actuaron desde el enojo machista, porque habían elegido a una mujer para hacer algo que, según ellos, ellos hacían mejor. Un error mío siempre era juzgado con una vara mayor. Siempre dije que puede no gustar mi trabajo, ¿pero por qué el desprecio, el maltrato? ¿Por qué gritar que no sirvo para nada en un programa de tv? Yo venía de un mundo donde no agredían. A veces alguna miradita nomás, de mi grupo de Continental. De golpe había gente en la tele y tipos en Twitter que me decían de todo. Fue muy feo, muy hostil.

¿Creés que fue porque la radio sea un medio menos machista que la tele?

Noooo, la radio no es menos machista, es menos masiva. A mí, por mi trabajo en televisión, me han acusado de que sus equipos perdían por mi culpa. La radio se reserva un espacio menos virulento.

Cuando se mira la historia de la radio contando el deporte, en estos 100 años, ¿por qué hay tan pocas mujeres?

Porque los varones no deciden darles espacios a las mujeres. Ahora conduzco la tira deportiva en Radio Provincia. Hay 15 varones conmigo, pero conduzco yo. Me han dicho que tampoco hay tantos antecedentes de que una mujer conduzca la tira deportiva de una radio. Y sucedió porque se le ocurrió al director de la radio que una mujer liderara ese espacio. Es una decisión política, de medios, de género. Las mujeres, antes, solían tener una columna, o eran productoras, o movileras. Varones o mujeres, los directivos tienen que dar esa posibilidad, porque la radio sigue siendo un campo minado de varones en el que, cada tanto, le abren la puertita a alguna mujer. Y en esa realidad, ¿cómo hacen las mujeres para lucirse en un comentario, si todo está acaparado por varones que no les perdonan nada? Al final, terminan teniendo que trabajar mucho para no sentirse amedrentadas por sus propios compañeros. Y muchos dicen ser deconstruidos, pero no lo son.

¿Te gustó ser precursora o te habría gustado tener mujeres referentes y compañeras en quienes apoyarte al trabajar?

Soy muy solidaria en ese sentido y, la verdad, me hubiese encantado que hubiera habido otras mujeres. Yo tenía referentes, escuchaba a Larrea, a la Negra Vernaci, a Víctor Hugo, a Lalo, a Badía, a Betty Elizalde, mujeres y hombre que son animales de radio. Me sentía feliz siendo parte de ese mundo. Empecé a comentar y tenía a Alejandro Apo al lado mío. Me siento maravillada con eso. Me tocó ser precursora a mí y tomo con mucho orgullo haber sido una que rompió con lo establecido.