Que la realidad superó a la ficción se convirtió en una creencia difícil de objetar en un mundo asolado por una pandemia sin fecha cierta de caducidad, con actividades vedadas y una socialización limitada a las pantallas. Y en este marco, en el que la ciencia ficción interpela más que nunca, la compañía teatral La Ponedora decidió estrenar Crónicas Extraordinarias, una serie web en homenaje a Ray Bradbury, uno de los mejores exponentes del género, en el centenario de su nacimiento.
Dirigida por Ana Lucía Rodríguez, y filmada integralmente durante la cuarentena, la serie disponible en YouTube de forma gratuita (youtu.be/ebwZFHLi0QQ), y con opciones de colaboración a la gorra, ofrece siete breves unitarios distópicos basados en los relatos de Crónicas marcianas: El picnic de un millón de años, por Daniela Brunfman; El contribuyente, por Santiago Fraccarolli; La tercera expedición, por Gastón Frías; Una mañana verde, por Juani Barea; Noche de verano, por Rocío Saldeña; Canción del fin del mundo, por Josefina Barrionuevo y Andrés Bernay y Aunque siga brillando la luna, por Martín Tecchi.
“Estábamos en un proceso de ensayo de otro trabajo cuando estalló la pandemia. Y ahí nos empezamos a juntar por Zoom para pensar cómo podíamos llevar adelante nuestra actividad”, comenta Rodríguez, quien fue la promotora de rendir tributo al escritor estadounidense. “Siempre me gustó mucho y me conmovió. Tengo recuerdos muy marcados de Crónicas marcianas, y la situación de la pandemia me llevaba mucho hacia Bradbury, porque muchas de las cosas que preanunció parecen hoy híper actuales”.
La migración a la virtualidad puso a prueba a los teatreros que tuvieron que adaptarse a las nuevas tecnologías y a las particularidades del registro audiovisual. “Lo más difícil en este trabajo fue la parte técnica. Luego, mi mirada sobre la dirección de actuación y la forma de utilizar los objetos, el espacio, la luz, el vestuario y el maquillaje fueron concebidas de una manera teatral. Esta fue una experiencia que espero poder trasladar al teatro cuando sea posible. Estoy segura de que este año todes habremos aprendido mucho sobre estas herramientas que no conocíamos”.
Pero el desafío fue doble, porque la ciencia ficción es un género muy poco abordado por las artes escénicas, y eso suponía otro nivel de dificultad. “Me resultaba muy divertida la idea de hacer ciencia ficción en las casas, con cámaras caseras. Parecía un imposible enorme, y sin embargo lo pudimos imaginar. Este es un género complejo porque tiene mucho nivel de detalle, y también implica mucho estudio. Pero todo lo que tiene que ver con la ficción se trastrocó por completo con esta realidad que estamos viviendo, porque antes había un montón de convenciones que nos parecían inverosímiles, y ahora sabemos que son bastante posibles”.