Desde Washington DC

Los republicanos no tienen plataforma política para las elecciones de 2020. Tienen una resolución para “apoyar enfáticamente” la agenda del presidente Donald Trump y nada más. Con ese mensaje y con la nominación oficial del mandatario como candidato a la reelección empezó este lunes la Convención Nacional Republicana en la ciudad de Charlotte, Carolina del Norte. Un evento en el que la pandemia de covid-19, que ya se cobró más de 177.000 víctimas en el país, parece no existir, pero en el que las acusaciones de fraude sin evidencia son las protagonistas.

“Vamos a ganar esta elección. La única forma en que pueden quitarnos esta elección es si está arreglada”, dijo Trump desde Charlotte, adonde llegó sorpresivamente. “Cuatro años más, cuatro años más”, le contestó el público.

Para Trump, el Partido Demócrata prepara unas elecciones fraudulentas con el voto por correo como principal herramienta. Está convencido de eso, aunque no exista ninguna evidencia que lo indique. Mientras él hablaba en Carolina del Norte, el director general del Servicio Postal de Estados Unidos, Louis DeJoy, declaraba ante el Congreso.

Porque lo que sí existe es una acusación contra DeJoy, donante del Partido Republicano y aliado de Trump, por supuestamente intentar sabotear las elecciones con cambios en el servicio de correo. Los demócratas lo acusan de haber deteriorado la calidad del servicio al desinstalar máquinas clasificadoras y modificar los recorridos de los camiones.

La preocupación es la de que eso afecte la capacidad para manejar el voto por correo, una opción que muchos estadounidenses van a elegir este año ante el riesgo que implica ir a votar personalmente. Para Trump, eso es tierra fértil para irregularidades durante las elecciones. Por eso, durante su discurso en Charlotte, el presidente pidió tener “mucho, mucho cuidado”.

En condiciones normales, el candidato nominado por un partido es el que cierra la convención. Pero no son tiempos normales en los Estados Unidos. Este año, el evento republicano inició con la nominación directa de Trump, quien casi no enfrentó oposición durante las primarias del partido, y de su vicepresidente Mike Pence.

A diferencia de la convención demócrata de la semana pasada, que tuvo oradores concentrados en franjas de dos horas por la noche, la republicana trae estas sorpresas.

El plan de Trump nunca fue ir a Carolina del Norte para la convención. Su idea original era la de organizar un acto masivo en Florida, pero el aumento en la cantidad de casos de la covid-19 de los últimos meses le torció el brazo. No es un estado con el que se pueda jugar en estas elecciones y la imagen del presidente no es la mejor en medio de la crisis causada por la pandemia.

El espíritu del Make America great again que lo llevó a la Casa Blanca en 2016 sigue sobrevolando su discurso, aunque el contexto es distinto. Antes representaba la promesa de regresar a un esplendor que el país supuestamente había perdido. Ahora, en el discurso de Trump, significa simplemente volver a enero de 2020, cuando todos los indicadores económicos daban bien, no había millones de personas infectadas con coronavirus y la reelección estaba al alcance de la mano. Por eso, entre acusaciones de fraude y críticas a los medios de comunicación, pidió recordar cómo estaban los estadounidenses antes de la llegada del coronavirus.

En un discurso de casi una hora, Trump aprovechó para enumerar todo lo que considera que son sus éxitos en economía, justicia, política exterior e incluso salud. Logros que, como siempre, describió como los mayores que haya tenido cualquier presidente en la historia de los Estados Unidos.

La convención planea mostrar que es posible imaginar la vuelta a un mundo pre-covid y que Trump es la persona indicada para liderar ese regreso. Porque si de algo se trata la convención es de Trump. Los principales oradores de esta semana llevan su apellido: su hijo Donald J. habló el lunes, su esposa Melania y sus hijos Tiffany y Eric participarán el martes y su cuñada Lara, el miércoles.

El resto de oradores está compuesto por los republicanos más leales al mandatario, desde la ex embajadora ante las Naciones Unidas Nikki Haley hasta el secretario de Estado, Mike Pompeo. También hablará Kellyanne Conway, directora de la campaña de 2016 de Trump y actual consejera presidencial. Conway dará su discurso mientras transita sus últimos días en el cargo. El fin de semana presentó su renuncia y anunció que se enfocará en sus hijos a partir del próximo mes.

La participación de Conway como oradora de la convención no había caído bien dentro de su propia familia. Crítica de Trump, su hija se había quejado recientemente en redes sociales de que el trabajo de Conway había “arruinado” su vida y, por Twitter, pidió emanciparse. “En cuanto a mi papá, políticamente no acordamos en absolutamente nada. Solo tenemos sentido común cuando se trata de nuestro presidente actual”, había tuiteado. George Conway, marido de la consejera de Trump, es el fundador de The Lincoln Project, un grupo de republicanos críticos del presidente estadounidense.


Porque no todos los republicanos están contentos con Trump. Algunos, como el ex presidente George W. Bush, no apoyan su candidatura a la reelección. Otros directamente pidieron votar por Joe Biden, el candidato demócrata, como el ex gobernador de Ohio John Kasich.

Trump igualmente no parece preocupado por los detractores dentro del propio partido. Su nominación fue unánime: lo eligieron los 300 delegados republicanos que viajaron a Charlotte. A lo largo de esta semana, con sus intervenciones sorpresas, buscará seguir motivando a los que sí lo apoyan y dominar una agenda que de, otra forma, quedaría centrada solo en el escándalo del correo.