Navegando por la red del pajarito el pasado año, Nicole Tersigni recaló en un tuit en el que un papafrita le explicaba a una muchacha el chiste… que ella misma había hecho. Siendo escritora y comediante, a la propia Tersigni le había pasado ídem en tropecientas ocasiones y, hasta el gollete del gestito condescendiente, improvisó una viñeta en clave sardónica que se hacía eco del asunto. A un cuadro del alemán Jobst Harrich, del siglo XVII, de una joven mostrando un pecho rodeada por bulliciosos varones, le plantó la leyenda: “Tal vez, si me saco la teta, dejarán de explicarme mi propia broma”. 

Una obra devenida viñeta que fue tan, pero tan bien recibida, que decidió esta artista de Detroit volver a aplicar el recurso, esta vez a una pintura del inglés Thomas Gainsborough. En Conversación en un parque, del siglo XVIII, una señorita de expresión impasible escucha a un joven en pose afectada, grandilocuente, al que Tersigni imagina diciendo, en insufrible plan de levante: “Serías mucho más bonita si sonrieras”. Otro meme, otro éxito viral; al que siguieron más y más, donde sirviéndose de obras de arte de antaño, Nicole propone filosos e hilarantes epígrafes para denunciar reconocibles situaciones machistas y robar, cómo no, algunas risas en el ínterin.

“Que algunos hombres manejan con maestría distintas formas de molestar y exasperar a las mujeres, es una historia más antigua que el tiempo”, parafrasea la autora a Mrs Potts de La Bella y la Bestia. Y se vale de otro personaje de este clásico de Disney para ejemplificar un tipo de varón: “El trol preocupado”, sobre el que carga las inventivas tintas en su proyecto. “Hay hombres que usan la falsa preocupación para socavarte y criticarte; como Gastón que, presuntamente interesado en el bienestar de Bella, le dice que no es correcto que una mujer lea porque puede comenzar a tener ideas propias, ¡a pensar!”, pormenoriza Tersigni, que por estos días ha publicado en Estados Unidos el libro Men to Avoid in Art and Life (“Hombres a evitar en el arte y en la vida”, su traducción al castellano), donde se ocupa de otros irritantes muchachos.

Entre ellos, “El comediante”, “un tipo sin gracia que está convencido de lo divertido que es; por eso, si no te reís de sus chistes -sexistas y racistas- alega que sos una mojigata sin sentido del humor”. O “El sexperto”, “tan seguro de conocer tu cuerpo mejor que vos que es capaz de explicarte sobre lactancia o dolor menstrual, aún sin tener la más pálida idea”. “Es posible que tengas un doctorado en el tema, pero de acuerdo con este artículo de Wikipedia que estudié brevemente…”, uno de los remates que propone Tersgini a pinturas de Jan Steen, Jacques Louis David, Henri de Toulouse-Lautrec, William Hogarth, entre otros, para poner en evidencia al infamemente célebre “machoexplicador”.