A veces el mundo te lleva a ser directamente ácrata, y prenderle fuego a la oficina. Es la forma más ascética de limpiarse por dentro. Messi ha sobrevivido a los suyos, y así mismo, y se va con el mensaje conciliador del primer presidente de la República Española: “estoy de todos nosotros hasta los cojones”. Su corazón, en pocas palabras, ya está en otro sitio.
Todo duelo reclama sus ceremonias, la atención al detalle: que te abracen, que te rodeen, que te sostengan. Necesitamos liturgias para llorar juntos, para celebrar lo vivido, para serenar expectativas suspendidas o arrasadas. A veces es necesario morirte “un poco” para que te presten atención. Todos necesitamos vacaciones, pero muchos antes necesitamos un trabajo, y Messi salió a buscarse el suyo.
Hoy el horror está agazapado, sintiendo el peso del mundo desde lo que se oculta, lo que se esconde, lo que envenena y lo que incomoda. Nadie ha dicho que vivir sea fácil, salvo con los ojos cerrados, cuando los abres empiezan las complicaciones. “Si seguimos así, nos haremos daño”, matizaba Gerad Piqué en noviembre pasado, dejando entrever, entre otras cuestiones, el malestar de Messi con la institución.
Eran días de “maxweberismo” de saldo para emociones frugales. Las filtraciones en los medios se sucedían como rosarios de cicatrices: “No se si el Barca ha hecho todo lo posible por fichar a Neymar” declaraba el “diez” ante la llegada del Griezmann a la entidad. “Cuando se habla de jugadores habrá que dar nombres porque sino se nos ensucia a todos” fulminó al secretario técnico Éric Abidal, hombre fuerte de Bartomeu, ante sus declaraciones de que los jugadores no estaban satisfechos con el ex entrenador Ernesto Valverde. El tiempo hizo el resto, y ya lo está haciendo.
El pasado es el enemigo de quienes no son capaces de gestionar el presente más que a empujones. El presidente del Barcelona, Josep María Bartomeu, es un simulacro de si mismo; como Rey Midas de la parodia, todo lo que toca lo termina convirtiendo en caricatura.
De repente el mundo del Barcelona parece haberse hecho más pequeño. En el chirriante estupor que produce la realidad las experiencias las llevamos puestas, y nos aguijonea la eterna curiosidad de saber que hay más allá de la ultima curva del camino. Más allá de la curva para Leonel Messi está una Premier League complicada. La ruptura del Reino Unido con la Unión Europea determina que los jugadores europeos con condena firme a más de doce meses de cárcel tengan el ingreso prohibido en el territorio británico. Messi cuenta con una sentencia firme en España.
Bulerías tristes para un cinismo endémico. La nube tóxica de odios, cabreos, y resentimientos ha vaciado al Barcelona. No hay peor cuña que la de la propia madera.
(*) Ex jugador de Vélez y campeón Juvenil Tokio 1979.