El día que allanaron su casa, Darío Nieto, el secretario privado de Mauricio Macri, se encerró en su auto y comenzó a mandar mensajes sin parar y a borrar información de su teléfono. Se negaba, además, a entregar el celular a los policías que intentaban que saliera del vehículo. Esa resistencia y la comprobación de que, en efecto, había manipulado su celular aunque (no está claro en qué momento borró mensajes), entre otras cosas, llevaron a que la Cámara Federal de La Plata volviera a negarle su pedido de eximición de prisión en la causa en la que se investigan múltiples operaciones de espionaje ilagal durante el gobierno de Mauricio Macri. Nieto no está detenido ni esta decisión significa que vaya a estarlo, pero es una medida que podría asegurar su presencia a la citación a indagatoria, a la que fue convocado la semana pasada por decisión del juez Juan Pablo Augé, a pedido de los fiscales Cecilia Incardona y Santiago Eyherabide.
Los fiscales sostienen que Nieto tenía el papel de jefe de Susana Martinengo, la ex coordinadora de documentación presidencial durante el gobierno de Mauricio Macri, que recibía a algunos de los espías del grupo llamado “Super Mario Bros” en su despacho. La imputación sostienen que Nieto recibió de ella al menos “informes vinculados a la comunidad mapuche y a las manifestaciones frente al proyecto de ley de movilidad jubilatoria” que se desarrollarían frente al Congreso. Martinengo era, para la fiscalía, un “canal subsidiario” de la “transmisión de información producida en violación a la ley de inteligencia por dos de los agentes imputados, que la visitaban, Jorge “el Turco" Sáez y Leandro Araque.
Pese a que Nieto negaba conocer a Martinengo y ella negaba tener trato con él, en el celular de ella se encontró, por ejemplo, un mensaje despedida cuando finalizaba el gobierno de Cambiemos. “Susana querida! No quería dejar de escribirte y agradecerte x estos años. Una grosa total!!! Muchas gracias por todo”, decía Nieto. La fiscalía sostiene que él recibió informes de manos de la ex funcionaria y la sospecha es que podían tener como destino el despacho presidencial.
Nieto fue citado a indagatoria como parte de una asociación ilícita caracterizada por violar la ley de inteligencia con fines de hacer espionaje político, en esencia. Todavía no tiene fecha para declarar, algo que hará por Zoom u otro soporte remoto. Las chances de su detención no son relevantes, pero el comportamiento que le marcó la Cámara le puede jugar en contra o agravar su situación ya que los jueces Roberto Lemos Arias y Cesar Alvarez señalaron que se puede presumir la existencia de “riesgos procesales”.
“La actitud adoptada por el requirente al momento de ser abordado por el personal policial en el marco de un procedimiento ordenado en la causa principal, oportunidad en la que se habría encerrado en su automóvil después de increpar al personal policial y habría manipulado su teléfono celular con la posibilidad de borrar información útil para la investigación”, señalan los jueces.
“A los fines de asegurar la averiguación de la verdad, el desarrollo del proceso y la aplicación de la ley, pueden imponerse ciertas restricciones a la libertad ambulatoria del imputado, con el propósito de asegurar su presencia en los actos del proceso y evitar un entorpecimiento de la investigaciones. Esto, con carácter transitorio, como medida cautelar y en la medida que resulte razonable”, explican en su resolución.
También recuerdan la gravedad de los delitos investigados, llevados adelante por una “organización criminal con inserción en el Estado nacional, provincial y local, cuyos integrantes, cumpliendo diferentes roles estratégicos y valiéndose de su calidad de funcionarios y/o empleados públicos y agentes y/o dependientes de las fuerzas de seguridad y/o de la Agencia Federal de Inteligencia, habrían llevado a cabo distintas maniobras ilícitas de carácter indeterminado y realizado tareas de inteligencia y/o espionaje en infracción a la ley 25.520, en distintos períodos y abarcando diversas jurisdicciones”.
Cuando se analizó el teléfono de Nieto se detectaron dos cuestiones: que había borrado mensajes, aunque no está claro exactamente cuándo, y que ya antes de que allanaran su casa se había convertido en una suerte de asesor o guionista para Macri respecto de la causa. Aparecieron conversaciones con el ex presidente en el “block de notas” del celular, que serían mensajes que le había enviado y que, según la fiscalía, muestran “que conocía el entramado ilícito investigado”.
En uno le decía a “Mauricio” que lo había llamado “Cristian” y que le señalaba que les “faltaba un relato” porque nadie explicaba, por ejemplo, la presencia y acciones de espías que venían de la Policía Metropolitana de Macri. “Nosotros los llevamos a la AFI” Y “ni hay una explicación para eso”, “alguien tiene que tomar el tema Alan Ruiz (ex jefe de operaciones) para “que desmienta todo”.
Esta semana, por lo pronto, desfilan testigos vinculados con el espionaje en las cárceles. Estuvieron Jorge Chueco y Rafael Resnik Brenner. Este miércoles es el turno de los abogados Graciana Peñafort y Alejandro Rúa.