Hace unos días, el Área de Género y Sexualidades (A.Ge.Sex.) de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) cumplió su primer año de gestión. Desde su inicio, a través de la “Dirección de políticas feministas de formación, investigación y extensión”, nos propusimos avanzar en la transversalización de la perspectiva de género en los planes de estudio y en políticas de gestión, investigación y extensión.
La incursión de les feministas en la política institucional y en las universidades, en particular, no es nueva, pero en los últimos años irrumpe con un empuje renovado, que puede interpretarse al mismo tiempo en clave de conquista y necesidad urgente. En este proceso, las experiencias feministas en las universidades han habitado desde hace más de 40 años los márgenes o las periferias interpelando y construyendo no solo nuevos saberes y nuevas preguntas, sino también modos de vinculación y prácticas de intervención innovadoras dentro y fuera de las instituciones de educación superior.
La construcción de un campo de conocimiento y acción propio de los feminismos y disidencias ha implicado, desde siempre, la construcción de puentes entre teorías y activismos dentro y fuera de las universidades. Desde entonces las problemáticas de género y sexualidades pudieron incorporarse como tema de estudio y prácticas de acción mediante numerosos aportes teóricos y metodológicos, gracias a las cuales hoy podemos comprender cómo operan las desigualdades estructurales de género y cómo intervienen en las relaciones de poder, el impacto de las violencias sexistas en todos los ámbitos, la división sexual del trabajo y su relación con la organización social de los cuidados, las exclusiones sistemáticas que generan las distintas formas de discriminación por razones de género, entre otras problemáticas relevantes.
Sin embargo, a pesar de tales avances, las universidades siguen profundamente atravesadas por las jerarquías, el elitismo, la competencia y la meritocracia como formas de organización que reproducen desigualdades de todo tipo: de género y sexualidad, pero también étnicas-raciales, generacionales, de clase y (dis)capacidad, resistentes a los cambios necesarios que garanticen su verdadera democratización.
Las resistencias que aún persisten como reacción a la transversalización de la perspectiva de género y sexualidades también son indicativas de la incapacidad de registrar y revertir el impacto que las diferencias y desigualdades en la producción de conocimiento, en las subjetividades que lo producen, en las relaciones de su producción, en los métodos de investigación, validación, legitimación y divulgación, así como en las perspectivas pedagógicas y de enseñanza-aprendizaje.
La apuesta por transversalizar cobra más importancia si comprendemos que, en gran medida, el sistema universitario es concebido como un espacio de formación profesional y de producción de conocimientos socialmente relevantes, donde se siguen depositando gran parte de las expectativas sociales por su capacidad de generación de ideas y acciones transformadoras para crear mundos justos, equitativos y democráticos. Nuestra función y nuestro compromiso se basan en insistir y reforzar permanentemente las acciones que garanticen estas misiones y las potencien, desmontando los obstáculos que las reducen, limitan o desvían. Como la matriz de pensamiento hetero-cis-patriarcal que naturaliza dichas desigualdades y las perpetúa dentro y fuera de las instituciones universitarias.
Con la mirada en ese horizonte de profundas y anheladas transformaciones, y con el objetivo de nutrirnos con herramientas para avanzar, tramamos junto con UNR Editora la colección de “Cuadernos Feministas para la trasnversalización”, un material actualizado que reúne artículos de docentes e investigadorxs de referencia en el campo intelectual y académico local, nacional e internacional que busca contribuir a las estrategias de transversalización de la perspectiva de género a nivel curricular en las Universidades. Los primeros tres tomos de la colección ya están disponibles en la web de UNR.