No fue, de ninguna manera, un derecho “dado”: fue una conquista lograda tras más de 7 décadas de incesante lucha la que llevó a que, hace exactamente un siglo, el 18 de agosto de 1920, Estados Unidos ratificara la Decimonovena Enmienda a la Constitución. Enmienda que garantizaba que el derecho al voto no sería “negado ni restringido por razón de sexo”, habilitando ¡por fin! el sufragio femenino en el país del norte. Un hito importantísimo en lo que sería una travesía lastimosamente inconclusa, porque por aquel entonces no saborearon las mieles de la victoria ni mujeres de pueblos originarios, ni asiáticoestadounidenses, ni afronorteamericanas, que debieron redoblar esfuerzos para conseguir -muchas décadas y leyes más tarde- acceder a las urnas. De todo esto, y mucho más, se hace eco 100 Years / 100 Women, colosal exposición que, con motivo del significativo centenario, celebra aquel momento clave sin desatender “quién quedó afuera de la narrativa, qué se consiguió, qué queda aún por hacer”.

Así lo señala Avery Willis Hoffman, curadora del espacio Park Avenue Armory, una de las organizaciones detrás de un proyecto concebido como “una gran conversación entre referentes de distintas disciplinas para ampliar la perspectiva crítica sobre el sufragio y pensar hacia dónde nos dirigimos hoy día como sociedad”. El tema, después de todo, está en el candelero: conocido es el miedo de que, mediante maniobras espurias, Donald Trump consiga suprimir votos (en especial, de minorías) en pos de ser reelecto en noviembre.

“¿Qué sucede cuando se le pide a 100 artistas, académicas y líderes comunitarias que cuestionen el complejo legado de la 19a Enmienda que, en 1920, otorgó a algunas mujeres el derecho al voto?”, es el expreso disparador de esta gran muestra que, en pos de diversificar forma y contenido, partió del esfuerzo colaborativo de distintas instituciones culturales. Entre ellas, el National Black Theatre, el Metropolitan Museum of Art, el prestigioso conservatorio Juilliard, el mítico teatro Apollo, el Museum of the Moving Image, la Universidad de Nueva York… Con los planes en marcha para una inauguración por todo lo alto en mayo, en el Park Avenue Armory, debieron mudar de planes por la pandemia y “reinventar sus trabajos como parte de una exhibición digital”. “Todas se adaptaron en un pispás -reconoce Hoffman-, aunque sin duda fue un desafío debido a la naturaleza interdisciplinaria y multidisciplinaria de la propuesta. Algunas debieron arrimarse a la pintura o al dibujo y abandonar la cámara; otras, al no poder reunirse con sus colaboradoras, hicieron piezas en solitario en vez de obra colectiva, como era su idea original”.

Lo cierto es que, lejos de apichonarse, recogieron el guante las cien convocadas, y haciendo de la carencia virtud, se apañaron con lo que tuvieron al alcance. Dispensando lo que hoy puede verse a simple golpe de click: danzas, monólogos, collages, videoarte, musiquitas, intercambios epistolares, y siguen las firmas. Ya lo dice el dicho: lo mejor es enemigo de lo bueno… Y para gustos los colores en 100 Years / 100 Women, que tuvo como antesala un simposio del que participaron la laureada fotógrafa Deborah Willis, la celebérrima actriz Kathleen Turner, el club de teatro experimental La MaMa. En estos días pone al alcance un enjundioso catálogo donde lo mismo pueden disfrutarse trabajos de la reconocida artista Carrie Mae Weems o de la multipremiada documentalista Shola Lynch.

Además de lecturas sugeridas y biografías de todas y cada una de las participantes, habemus obras que ponen la lupa en, por caso, el valioso aporte de Frances Ellen Watkins Harper, Mary Church Terrell o Sojourner Truth, activistas afro que, a fines del siglo 19 y principios del 20, lucharon a capa y espada por los derechos de las mujeres. En esa línea, la pieza instrumental creada por la bajista, compositora y cantante Meshell Ndegeocello, referente neosoul que acumula cantidad de nominaciones a los premios Grammy y que antaño colaborara con Prince, Madonna o Missy Elliott. Aquí Ndegeocello homenajea a la grandísima Ida B. Wells, sufragista y referente de la lucha por los derechos civiles.

La artesana Jennifer Ling Datchuk cuestiona el fetichismo alrededor del símbolo patrio por excelencia, la bandera, confeccionando una versión alternativa que fotografía en un callejón sin salida. La escritora inglesa Zoë Buckman teje una conversación en forma remota con su amiga Michi Matter Jigarjian, artista y educadora, en You Called and Left a Message, acerca de los lazos que unen a las mujeres, incluso a distancia. La poeta y activista Andrea Jenkins, primera afroestadounidense trans en ocupar un puesto político en el país, aporta su granito de arena vía ensayo.

“Suele ser la flor de la magnolia la que recibe alabanzas; sin embargo, son sus hojas -duras y, a la vez, aterciopeladas- las que resisten la lluvia, el viento, incluso las cortadoras de césped. La hoja se niega a ser borrada, a ser olvidada”, ofrece la artista Nekisha Durrett a cuento de su pieza Magnolia: 34 hojas caídas que recolectó en un cementerio de Washington para más tarde anotar en ellas los nombres de 34 afroestadounidenses víctimas de la brutalidad policial. Un modo de rendir tributo, en sus palabras, “al activismo de las mujeres negras este último siglo”.

“Si 100 Years / 100 Women pierde algo de su dinamismo como iniciativa digital, también es cierto que multiplica masivamente su audiencia. Nos ha obligado a pensar cómo llegar aún más lejos”, dice Hoffman. El vaso medio lleno, “aún en este contexto hostil, viendo cómo seguir luchando por nuestros derechos”.

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