En un caluroso sábado del verano griego, el seleccionado argentino de básquet exhibía hace 16 años ante los ojos del mundo la medalla de oro tras su magnífica actuación en los Juegos Olímpicos de Atenas. El representativo que condujo Rubén Magnano se consolidaba como la Generación Dorada: no sólo se cobraba revancha ante Italia por el frustrante subcampeonato obtenido dos años antes en el Mundial de Indianápolis sino que, acaso evocando la leyenda de David y Goliat, volvía a vencer en semifinales a Estados Unidos, conformado por estrellas de la NBA. Crónica de una apoteosis que llegó de la mano de Manu Ginóbili y compañía, el mismo día que la Selección de Marcelo Bielsa se anotaba con otra presea dorada en fútbol.

Un poco de historia. Las primeras semillas de lo que germinó como Generación Dorada se plantaron en el Mundial Sub 22 de Australia en 1997. Dirigido entonces por Julio Lamas, aquel seleccionado de Pepe Sánchez, Fabricio Oberto, Leonardo Gutiérrez, Andrés Nocioni y Ginóbili obtuvo un atendible cuarto puesto.

Cuatro años más tarde, ya comandados por el cordobés Magnano, el equipo logró un titulo tras 14 años en el Sudamericano de Valdivia 2001, Chile, a caballo de un gran nivel de juego, estrategia y talento. La confirmación de que asomaba algo grande vino con la consagración en el Torneo de las Américas disputado en Neuquén.

Entonces vendría el primer batacazo en el Mundial de Indianápolis: Argentina venció por primera vez (87-80) al poderoso combinado estadounidense en su propia casa y le cortaba un invicto de 16 años. Pero la participación en esa cita le dejaría un regusto amargo al caer en la final ante Yugoslavia (77-84). 

Revancha en la tierra de Zorba. La gloria golpeó la puerta dos años después con un proyecto que mantuvo la misma base. Sin embargo, la preparación rumbo a las Olimpíadas de la capital griega había sumado dudas. "No nos hallábamos como equipo y se notaba cierto fastidio. Pero en un momento hicimos un click, nos dijimos algunas cosas y la situación cambió", reveló el pivote Oberto.


Un jugador bahiense fue protagonista excluyente en el debut ante el campeón mundial Serbia. La cosa se definió a falta de 3 segundos con la recordada conversión de Manu, que se arrojó en palomita y encestó. Fue victoria 83-82. En la ronda clasificatoria, Argentina hilvanó éxitos sobre China (82-57) y Nueva Zelanda (98-94), pero también derrotas ante España (76-87) e Italia (75-76). El cruce de cuartos ante el anfitrión Grecia asomaba durísimo. Con un Walter Herrmann determinante, Argentina ganó por 69-64.

En semifinales esperaba de nuevo el Dream Team, con un juvenil LeBron James de 19 años. "Tengamos cuidado que estos tipos van a reaccionar", relató Rubén Wolkowyski. Pero la actuación de los de Magnano fue perfecta: victoria 89 a 81 y pasaron a la final.

"Habíamos pasado lo más difícil. Con todo respeto, no podíamos imaginarnos perder la final con Italia", dijo el ala pivote Luis Scola. Argentina se impuso 84 a 69 en otra eximia demostración de buen juego. Manu Ginóbili fue elegido Jugador Más Valioso del campeonato y el básquet argentino, con el aporte de Gabriel Fernández, Alejandro Montecchia, Hugo Sconochini y Carlos Delfino, cosechaba así sus merecidos laureles.