“El arte del arte, la gloria de la expresión y el rayo de sol de una carta yacen en la simplicidad”, anotó en cierta ocasión Walt Whitman. Y ninguna misiva más brillante que la arribada en los simples y bonitillos sobres de Lucy Halcomb, ilustradora y diseñadora norteamericana con peculiar afición por hermosear sus epístolas con detalles floridos que hacen las delicias de destinatarios muchos. Más de 300, a juzgar por su cuenta Instagram, donde religiosamente sube cada petit mundillo visual que escapa de pinceles y gouaches, y acaba en “cubiertas, por lo común de papel, en que se incluye una comunicación, tarjeta, etcétera, que ha de enviarse de una parte a otra” (Real Academia dixit). “Siempre adoré enviar y recibir cartas. Es precioso llegar a casa y encontrar en el buzón algo más que cuentas y catálogos”, ofrece la muchacha que no resigna el modo “vintage” frente a otros más modernos, digitales, asegurándose en cambio de continuar enviando misivas con estampilla y por correo en ocasiones especiales… 

“Empecé a pintar sobres para amigos años atrás, en Navidades y San Valentines, hasta que uno de ellos me sugirió documentarlos. Abrí una cuenta Instagram y el resto, como suele decirse, es historia”, suma esta residente neoyorkina, sensación viral con sus casi 30 mil seguidores. Todos chochos de contentos con cada actualización de “Lucy Mail” (tal es el nombre de la cuenta) que incluye mononos dibujos de lo que venga en imaginación: desde niñas patinando sobre hielo, antiquísimos celulares, pantuflas y cafeteras italianas, hasta anillos, micifuces, taxis, tacos, tomates. “Utilizando una vibrante paleta de colores, Halcomb ilustra lo mundano y atrae nuestra atención sobre las pequeñas alegrías de la vida”, celebran fans a lo largo y ancho, incitados con cada mini diseño a recuperar el arte de la correspondencia, que como bien expuso Emily Dickinson, no deja de ser una forma de inmortalidad: la mente sola, apenas apoyada en papel, sin amigos corpóreos.