Los dichos de Gustavo Iaies (Clarín, 27-8-2020) asocian de manera desatinada el aislamiento social preventivo y obligatorio con las estrategias de supervivencia individuales de familias judías durante el Holocausto. Sostenemos que la comparación de la vida de lxs jóvenes en el ASPO con la experiencia fatídica de Ana Frank es un modo de invertir el orden de los fascismos en nuestro país a la vez que se banaliza el Holocausto como hecho histórico.

En primer lugar, lxs niñxs y jóvenes no están ni escondidos ni huyendo: son destinatarixs de políticas diseñadas por un gobierno nacional democráticamente electo y acompañadas por un gran sector de la sociedad que elegimos cuidarnos y cuidar a las infancias y adolescencias en el contexto de una pandemia. Es lo que permite a la vez cuidar a sus mayores al reducir la circulación viral, y debe constituirse en mensaje educativo frente a las distorsiones en nombre de una “libertad” que denota desprecio antes que cuidados.

En segundo lugar, lejos de la escritura de diarios personales como búsqueda de un espacio de reconocimiento, lxs niñxs y jóvenes son sujetos de derechos: desde el ámbito nacional, jurisdiccional, institucional y docente se articularon estrategias para sostener la escolarización acompañadas de políticas de protección hacia ellxs y sus familias que, como la AUH, el PROGRESAR o el IFE, garantizan la reproducción de sus vidas. Ello ha permitido, tal como muestran diversidad de encuestas y evaluaciones, sostener la relación con la escuela.

En tercer lugar, precisamente, dichas estrategias no convocan a olvidar o negar el afuera, más bien a asumir las responsabilidades de cuidado propio y colectivo en la circulación y en los espacios públicos. Atender los protocolos acordados en el Consejo Federal de Cultura y Educación por parte de las jurisdicciones va en esa dirección.

Las propuestas para sostener la escolarización en situación de pandemia tienen alcances y limitaciones; estas últimas especialmente para los sectores más vulnerables de nuestro país. Pero en tal caso, no se trataría que lxs estudiantes “desconectadxs” se acerquen al sistema, sino al revés: de qué manera el sistema continúa garantizando su derecho a la educación. La búsqueda de esta garantía no debiera inducirnos a comparaciones falaces que, como la que propone Iaies, constituyen una afrenta a la memoria y la transmisión.


*Firman esta nota Ana Abramowski, Felicitas Acosta, Mariela Arroyo, Karina Benchimol, Silvina Cimolai, Silvina Feeney, Nora Gluz, Oscar Graizer, Graciela Krichesky, Alicia Merodo, Paula Pogré, Nadina Poliak, Carolina Scavino, Juan Carlos Serra, Flavia Terigi, Gabriela Toledo, Ana Gracia Toscano, del Área de Educación del Instituto del Desarrollo Humano de la Universidad Nacional de General Sarmiento.