Después de una doble tanda que abarcó una edición local verpertina y la tercera emisión en Paraguay, a la que se sumó días más tarde su inclusión en el Cosquín Rock Online, la Bresh volvió la semana pasada a su formato "en casita". La fiesta ya era un fenómeno en el mundo como lo conocíamos, pero durante la pandemia se transformó en una revolución generacional. Al punto de que se podrían llenar seis canchas de River contabilizando el total de espectadores que tuvo su transmisión en Instagram del sábado 18 de abril.
"Si bien el pico más alto fue de 86 mil views, ese día nos vieron más de un millón de personas", comparte Bröder, nombre artístico del músico, productor y DJ Ale Saporiti, amén de pionero del evento. "Superó la cantidad de seguidores que tenemos en Instagram", añade Juane, alias de Juan Ernesto Rodríguez, DJ, productor y cocreador de esta feligresía del baile.
A pocos días de que se confirmara el primer caso de coronavirus en la Argentina, la Bresh se llevó adelante con normalidad en su actual residencia, Niceto Club. Aunque nadie imaginó que ese sábado 7 de marzo sería su última versión física. "Hubo que adaptarse muy rápido", evoca Juane.
"El 13 tuvimos que cortar los shows que habíamos vendido hasta mediados de abril. Incluso teníamos planificada una gira por Ecuador. Hubo un período medio de luto en el que estábamos todos medio recalculando, y al toque nos planteamos hacerla en Instagram, que siempre fue nuestra plataforma. Pensábamos que nos iban a ver dos mil personas, y de golpe fue tremendo. La primera fecha fue hermosa porque todos teníamos una abstinencia increíble", recuerda Juane. Y entonces Bröder, DJ de aquella jornada, remata: "Encima duró una hora y media. Aparecimos, hicimos un vivo y nos fuimos".
Ante la pregunta de cómo surgió la idea de la vuelta de la fiesta en plan digital, Agustina Pampín, una de las nueve DJs de la cantera, explica: "La Bresh siempre escucha lo que dice el público. La gente extrañaba la fiesta como punto de encuentro. Y la pidieron por Instagram. Fue una respuesta a eso".
"Cuando arrancó la cuarentena, nos vimos en la obligación de cambiar de rubro", reflexiona Bröder. "Estábamos acostumbrados a hacer eventos y, de pronto, empezamos a hacer televisión. Si antes era un cara a cara con la gente, ahora era un ejercicio más imaginativo. Fue un desafío que nos hizo crecer en muchas cuestiones. Nuestra interacción dejó de ser plenamente musical para convertirse en una actividad performática, en todos los sentidos. Además, el formato de la Bresh digital fue sencillo. Me parece que ahí ganamos."
¿Cómo se reinventó el equipo de trabajo en medio de la pandemia?
Bröder: Muchas cuestiones que tenían que ver con la organización de la fiesta eran presenciales. Pero ahora las hacemos por videollamadas. El efecto, que nos pegó a todos, es que estamos laburando el triple. Al principio fue muy desafiante porque hubo que cambiar el panorama. Los roles se diversificaron mucho, y cada uno tuvo que salir a encontrar el suyo dentro del armado de la Bresh. Tuvimos que ver cómo armar una producción en una casa, y los DJs comenzamos a practicar más porque no teníamos la constancia de tocar todos los fines de semana.
¿De qué depende ahora la aparición de cada DJ?
Bröder: Yo soy el director de los DJs, y trato de ir midiendo cómo va la narrativa de cada fecha. Primero empecé yo y luego se sumaron Ruidito, La Tana, Juane. Se armaron otras sedes para que cada uno lo hiciera desde su casa. Salvo Juane y yo, todos los DJs tienen un año o menos en esto. No sólo crecieron en ese rol, sino también como performers. El nivel que generaron de interacción con la gente; de manejo de los temas, de la pista; y de las personalidades, como construcción, es impresionante. Estoy muy orgulloso.
Agustina: En estos días me empezaron a aparecer los recuerdos de Instagram de hace un año, y en esa época estaba arrancando las clases con Bröder. Una locura.
¿Cómo se imaginan la vuelta a los escenarios?
Juane: Siempre tuvimos un foco en lo performático, pero el vivo de la situación de la cámara empujó a darle más. No sé cómo será la vuelta a una sala con gente, pero me imagino a los DJs siendo unas bestias. Aunque no tengo claro qué va a pasar. La vuelta es algo medio intangible, se siente como un sueño. Si este año podemos hacer una fiesta del modo que sea, yo firmo. Ésa es la expectativa máxima.
Bröder: Lo que está claro es que el coronavirus llegó para cambiar la forma. No por nada a esta época se le llama la "nueva normalidad". Cambió la estructura de lo que se va a poder y no, especialmente en el entretenimiento, que involucra el contacto y las experiencias colectivas. Pero encontraremos la forma. Iremos aprendiendo en el camino.
¿No les parece demasiado desbordante lo que les está pasando?
Bröder: Para nosotros, que somos gente de espectáculos o de shows, una entrada o una persona es un mundo que hay que cuidar. Un millón de personas es una locura, y no deja de asombrarnos el crecimiento. Arrancamos la cuarentena siendo muy underground, y de pronto nuestra exposición creció un montón. Es una bendición tener en la cabeza lo que debemos hacer para la Bresh.
¿A qué se creen que se debe que las convocatorias de las fiestas crecieran más que las de los recitales?
Bröder: Algo que hay que tener muy en claro es que todos los fines de semana la gente sale, y más en una ciudad con tanto movimiento como Buenos Aires. En ese sentido, hay muchísima potencialidad. La Bresh, además, es un bicho raro porque se comporta como un artista, no como una fiesta. Por eso es pionera y empezó a tener vida propia. Forma parte de los festivales o sale de gira. Y eso es novedoso.
Agustina: Si bien es una bendición, también es una responsabilidad. Estamos en una época en la que son muy importantes los valores e ideales. Esto no es una fiesta y nada más.
Bröder: Lo más zarpado es que reúne a un montón de gente con distintos valores. La Bresh es un lugar donde puede convivir más de un tipo de persona. Eso lo defendemos a ultranza. Estamos en una época de mucha responsabilidad para con los mensajes y el carácter con el cual se manejan los proyectos. Toca la fibra emotiva del público.
Tomando en cuenta que salir a una fiesta es un acto de liberación, ¿cómo dialoga ese rasgo con los valores de los que hablan?
Bröder: La liberación es un acto político. Ser libre es una decisión. La libertad tiene que ver con una cosa elegida, y ése es uno de los valores que más se defendió.
Juane: Mucha gente viene porque no podía ser libre en otro lado. Un montón de pibas nos manifestaron que no van más a boliches, luego de ir a la Bresh, porque se dieron cuenta de que era una verga.
Bröder: Somos representantes y partícipes de un movimiento generacional que acompaña todo esto. Aunque no nos consideramos abanderados. Lo que logramos fue un lugar de identificación. Al ser tan masiva, la Bresh abrió un montón de puertas que antes estaban cerradas.
La Bresh nació como una fiesta millennial y devino en acontecimiento centennial; y para muchos chicos de esa generación es su fiesta iniciática.
Juane: Eso también es algo muy loco. Al principio la fiesta era más millennial, porque venían nuestros amigos y amigas. Arrancamos a los 23, y ahora tenemos 27. Cuando se agrandó, de golpe hubo una reconversión, y se convirtió en un fenómeno más centennial.
Bröder: Imaginate que para nosotros todo ese momento de darnos cuenta de que nuestro público era centennail nos llevó a reconfigurar la música. Nos hicimos conocidos porque empezamos a poner el pop de los 2000, pero los pibes que ahora tienen 20 años son afines a otro tipo de sonido. Así que tuvimos que aggiornarnos a un montón de cuestiones.
A propósito de eso, ¿de qué manera conviven las diferentes identidades musicales de los DJs que conforman la crew?
Agustina: Cada uno desarrolló su estilo personal, pero fue en el camino.
Bröder: En uno de los primeros chats que tuvimos sobre el evento, Jaime (Louta) me decía que al entrar a la Bresh el primer tema que debía sonar era un hitazo de Jamiroquai. Desde el arranque, siempre dijimos que tiene que ser una fiesta que todo el tiempo te esté tirando una bomba. La clave es que nunca sepas bien qué va a venir, y que se mezclen las cosas. Todos los viernes sale música nueva, por lo que siempre está la posibilidad de que aparezca un hit cada fin de semana. La Bresh tiene vida propia, nunca se le acaba el stock de canciones.
Juane: La Bresh no salió de un repollo. Comenzamos Ale, Jaime y yo pasando música en casas, en lugares que alquilábamos, y eso lo hacemos desde los 16 años. Dos semanas antes de que surgiera la fiesta, unas amigas nos preguntaron qué podían hacer el viernes, porque no les copaban los boliches. Aunque no teníamos tan claro lo que estábamos haciendo, suplimos una demanda insatisfecha. La Bresh es una historia de decisiones y casualidades.
¿Cuál es el rol de Louta en la organización del evento?
Bröder: Jaime es una de las piezas fundamentales de la fiesta. La encara día a día con nosotros. Está cien por cien involucrado, por más que no lo exponga públicamente.
Desde que apareció en Beatflow, en 2016, la Bresh convierte el escenario en una pista de baile. ¿Sería algo así como el VIP de la fiesta?
Juane: Desde la génesis, ese lugar estaba planteado para los amigos y las amigas. Luego se fue tornando así por la magnitud de la fiesta, porque de golpe empezaron a caer personas más famosas o amigos y amigas que se hicieron famosos. Ése es el concepto. No fue pensado como un VIP o un lugar exclusivo.
Bröder: Ni siquiera lo llamaría VIP, es el lugar para el rancheo. Uno veía la Boiler Room, y te gustaba eso.
Al igual que sucederá este sábado, a partir de las 23, la Bresh en casita se puede disfrutar en el perfil de Instagram de la fiesta. Aunque recientemente se abrió el espectro hacia su canal de YouTube. Si bien semejante producción es viable gracias al patrocinio de algunas marcas, en junio el evento probó la experiencia de la monetización del streaming. Lo que le trajo críticas.
"En principio, nunca dijimos que la Bresh sería paga. Incluso cuando hicimos el experimento de la Bresh TV, en Niceto Club, una vez que llegó el protocolo de las transmisiones en salas", aclara Bröder, cuya hermana, HMTL, también es DJ de la Bresh. "Fue una prueba del consumo pagado por un vivo en Internet. Nos salieron a matar en redes porque estábamos cobrando cien pesos", valor de la entrada anticipada para ver la fiesta en Vimeo, formato audiovisual que usa la ticketera Passline, y sin cortes.
Pese a que no volvieron a repetirla, ¿qué les dejó esa experiencia?
Bröder: No nos dejó muy claro en qué vereda está parado el público. Es un momento raro para el consumo cultural porque la experiencia, al estar resumida en una pantalla, no compite con otro artista o fiesta, sino con Netflix, tutoriales de YouTube o la llamada con tus amigos. El pago de la cultura está subvalorado. Algo que está pasando también es que se encaró ese consumo desde un lugar de contribución al artista, que a mí en lo personal me parece una garcha.
¿Por qué?
Bröder: Porque cuando te doy mi producto artístico no me pagás por lástima, sino porque lo vale. Esa relación es la que tenemos que construir como sociedad, sobre todo los argentinos, porque en otros países el consumo online es diferente. Si el año que viene tenemos que hacer eventos en aforos reducidos, en los que las producciones no van a ser rentables, buscaremos un sistema mixto de propuestas tanto online como offline.
¿Tuvieron otros roces con los haters?
Juane: No fue la primera vez. Antes de la versión de En casita, hubo algunos DJs en específico que sufrieron ataques. Tiene que ver con la exposición, lo virtual y no entender la magnitud.
Agustina: Antes nos conocíamos todos, y hablábamos el mismo lenguaje, y de pronto tuvimos una exposición enorme. Hubo gente que no la entendió, y el hater partió de eso.
¿Existen clones de la Bresh?
Bröder: Obviamente hay homenajes, al igual que hijos y primos nuestros. El gran éxito de la Bresh es haber sido icónica. Es la mejor fiesta porque es simple, lo que la hace universal. También hay mucho besito en la boca, y no deja de sonar un hitazo detrás de otro.
Si algún fan de la fiesta quiere ser parte de su staff de DJs, ¿qué debe hacer?
Agustina: Acá no hay casting. Tenés que preguntarle a Ale por qué nos eligió. Pero creo que tiene que ver con cómo encaramos las cosas. Somos un equipo que comparte muchos ideales y valores.
Bröder: Estoy muy fanático de RuPaul. Me estoy viendo todas las temporadas de RuPaul's Drag Race, y hay una cosa suya que me gusta mucho: tiene ojo para ver el star power de la gente. Y los DJs de la Bresh tienen eso: una calidad artística sumada a la humana, y el deseo profundo y sincero de crecer con el proyecto. Y no gracias al proyecto. Todos los DJs son personas que nunca lo habían sido. La Bresh forma gente, es escuela.
Juane: Agus comenzó vendiendo entradas. Mucha gente entra por eso o haciendo otra cosa.
Son pocas las fiestas en la Argentina que lograron sobrevivir a la renovación generacional. ¿Piensan que la Bresh será una de esas excepciones?
Bröder: La Bresh lo que tiene para prosperar en el tiempo es la potencialidad para ser más que una fiesta. Es una marca, al igual que Rolling Stone o Nike. Como todo, se cumplen ciclos, y a veces algunos productos consiguen la forma de renovarse. Es el desafío de ser empresario, creativo y artista.