El gobierno de Alberto Fernández comenzó la negociación formal con el Fondo Monetario Internacional para definir un nuevo programa de financiamiento, que "suceda al cancelado y descarrilado acuerdo Stand By de 2018".
La definición "cancelado" y "descarrilado" fue precisada por el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, en la misiva enviada a la directora gerente del organismo, Kristalina Georgieva.
Esta caracterización de ese paquete financiero es un oportuno recordatorio para el comienzo de las negociaciones.
Con la debilidad relativa de un país periférico, endeudado y con la carga de la recesión macrista más el impacto fulminante de la pandemia, resulta ilustrativo mencionar la responsabilidad del FMI en su mayor fiasco histórico: financiar el programa económico y político del gobierno de Mauricio Macri.
Desastre
El FMI hizo todo mal en el auxilio entregado a una administración desesperada que se quedó sin acceso al crédito voluntario internacional, luego de exprimirlo a una velocidad y magnitud como ningún gobierno lo hizo antes.
Para salvar a un gobierno de derecha, subordinado a Estados Unidos, el Fondo cometió tres desvíos principales en su tradicional política de asistencia a los países.
1. El monto del préstamo entregado no tenía antecedentes en la historia del organismo. Fue equivalente a 1277 por ciento de la cuota correspondiente a la Argentina, lo que constituyó el crédito stand-by más grande que otorgó a un país. Ese desembolso convirtió a la Argentina en el principal deudor de la cartera del Fondo, incluso ahora que ha desplegado una activa política de auxilio financiero a decenas de países para atender los costos de la crisis del coronavirus.
2. Las condiciones financieras definidas eran insustentables e inconsistentes. En apenas 15 meses, el FMI desembolsó 44 mil millones de dólares de un préstamo total de 57 mil millones, paquete que se había ampliado desde el inicial de 54 mil millones luego de un primer fracaso a los pocos meses. No sólo el plazo de entrega de los dólares fue muy corto sino que el esquema de repago también lo era. Esto adelantaba el incumplimiento y la necesidad de una nueva renegociación. O sea, era insustentable e inconsistente, ambos criterios que el staff del FMI exige para el perfil de pasivos de los países endeudados, y que en este caso no se cumplieron.
3. El FMI violó su propio estatuto. El artículo VI especifica que "ningún país miembro podrá utilizar los recursos generales del Fondo para hacer frente a una salida considerable o continua de capitales". Pero gran parte de esos dólares fueron destinados a intervenir en el mercado cambiario para financiar la fuga de capitales y evitar una mayor devaluación desde junio de 2018, cuando se concretó el primer desembolso, hasta septiembre de 2019, cuando ya con reservas exhaustas se restablecieron restricciones al acceso de reservas del Banco Central. En ese periodo, el BC perdió 55.270 millones de dólares, más que el préstamo recibido por el FMI.
Cuchillo
Con esos antecedentes inmediatos, la estrategia de Guzmán podría consolidar dos movidas, inesperadas para desorientados analistas de la city:
La primera, haber conseguido una alianza táctica con el FMI para la negociación con acreedores privados, que resultó exitosa pese a los deseos en contra de la legión de economistas del establishment dedicados a comercializar pronósticos fallidos.
La segunda, aspirar a obtener un trato especial del FMI respecto a las condicionalidades tradicionales, teniendo en cuenta que el nuevo programa viene a reparar la excepcionalidad y posterior fiasco del pactado con el gobierno de Macri.
Con ese tono pausado y calmo que tanto molesta a financistas y voceros del poder económico local, acostumbrados a la estridencia fatua de gurúes, Guzmán ya adelantó en esa carta a Giorgieva que negociará con firmeza. Lo hará con su conocida sonrisa en cuyos dientes deberá sostener un cuchillo.
No es el retrato de una eventual postura cuando se inicien formalmente las negociaciones, sino la posición que ya exhibió en la carta enviada a Kristalina.
Su lectura atenta ofrece las siguientes definiciones:
* En el inicio de la misiva, valorando la colaboración conjunta en estos nueve meses y observando la capacidad de comprensión de la perspectiva del otro, remarca el concepto de "hacer fuerza por el objetivo muto de la sustentabilidad de la deuda". Esto incluye la que se negociará con el FMI, lo que implicará postergar algunos años los pagos fuertes de la deuda con el organismo.
* Como se mencionó al comienzo, la carta recuerda que el stand-by fue un acuerdo "descarrilado". Después detalla que pese a la reducción del déficit fiscal primario y del déficit de cuenta corriente, la economía siguió padeciendo fuga de capitales, no consiguió financiamiento a tasas convenientes y ni se aseguró la sustentabilidad de la deuda. Además indica que hubo una contracción monetaria "sin precedentes". El saldo fue caída de la actividad e inflación altísima en 2018 y 2019.
* Esta puntualización del resultado de las políticas fiscal y monetarias restrictivas son un adelanto de la posición que tendrá Guzmán ante las exigencias del manual habitual del FMI.
* Después señala que a partir de diciembre de 2019, el gobierno de Alberto Fernández implementó una política diferente a aquella "para prevenir una caída mayor de la producción y el empleo, y reducir la inflación". O sea, una estrategia económica opuesta a la avalada por el FMI con Macri.
* Apunta que "la Argentina fue severamente impactada por la pandemia", lo que habilita una negociación flexible en base a los criterios de asistencia que el FMI está desplegando en estos meses de crisis por el coronavirus.
* Informa que por el esfuerzo de las políticas públicas para enfrentar la pandemia y la reducción de la recaudación, el déficit fiscal primario alcanzó el 3,3 por ciento del PIB en el primer semestre del año. Promete reducirlo cuando termine la pandemia, pero "de un modo compatible tanto con la sustentabilidad de la deuda pública, como con la recuperación económica". Guzmán le adelanta al FMI que no habrá corrección fiscal recesiva.
* Afirma que el stand by anterior fue incapaz de restaurar la confianza y la robustez para incrementar las reservas. Solicita entonces "asistencia financiera" con un nuevo programa. Y que éste "no repita… los defectuosos presupuestos del programa de 2018".
Las condiciones de las negociaciones, a diferencia de experiencias anteriores traumáticas, han sido definidas por el gobierno de Alberto Fernández, y no por los técnicos del Fondo.
Mea culpa
Unos días antes del saludo formal entre el presidente Fernández y Georgieva, y de la carta del dúo Guzmán-Pesce, el FMI publicó un documento de investigación que es una mea culpa implícita del reciente caso argentino.
Los economistas Ramzy Al-Aminey y Tim Willems publicaron "Investor sentiment, sovereign debt mispricing and economic outcomes", investigación donde explican que los inversores extranjeros estuvieron muy entusiasmados con el triunfo de Macri y que, por ese motivo, le prestaron 56 mil millones de dólares hasta con un "un bono a 100 años sin precedentes".
Luego indican que ese sentimiento positivo "se agrió", lo que finalmente hizo que el país perdiera el acceso a los mercados de capital internacionales. Esto derivó en "el préstamo más grande en la historia del FMI en julio de 2018". Para concluir que "el optimismo indebido en torno a un país tiene como consecuencia resultados económicos adversos (menor crecimiento económico y crisis fiscales)".
El reconocimiento indirecto de haber sido partícipe de ese ciclo económico-financiero calamitoso tiene además una responsabilidad política indiscutible.
El asesor de Donald Trump y candidato a presidente del BID, rompiendo con la norma no escrita de que ese cargo debe ser para un latinoamericano, Marcelo Claver-Carone, admitió que Estados Unidos presionó al directorio del FMI para entregar el paquete financiero record al gobierno de Macri.
El entonces representante estadounidense en el Fondo relató en una videoconferencia con el Consejo Chileno para las Relaciones Internacionales que la administración Trump facilitó ese crédito para fortalecer las chances electorales de Macri frente a la fórmula peronista Fernández-Fernández.
La estrategia política fue fallida pero revela que el FMI bajo la conducción de Christine Lagarde fue una pieza fundamental de la campaña electoral de Macri, siendo de ese modo una intervención impúdica con pocos antecedentes.
Georgieva y la nueva conducción del FMI, que desplazó a la de Lagarde, están ansiosas de dar vuelta esa página oscura, que exhibió además debilidad teórica y práctica en las recomendaciones de política económica.
Jugada
No hay un nuevo Fondo Monetario, más bueno; es el mismo de siempre en un contexto histórico diferente. Existe una pandemia y el antecedente inmediato del fiasco por el financiamiento al gobierno anterior. Ambos factores lo impulsan a una flexibilización de sus criterios ortodoxos.
La crisis global colocó al FMI en el centro del escenario como bombero financiero. Más del 90 por ciento de la economía mundial está en recesión, cuando en la crisis financiera 2008 había alcanzado al 60 por ciento.
Desde abril pasado otorgó asistencia por 87.841 millones de dólares a 80 países. El viernes anunció un programa con Ecuador por 6500 millones de dólares.
En ese contexto, el comienzo de las negociaciones fue una oportuna jugada a dos puntas del gobierno de Alberto Fernández. Por un lado, se esperaba el anuncio para después del cierre del canje de deuda pero se adelantó para frenar presiones del establishment. Por otro, actuó como factor disuasivo con los especuladores del mercado cambiario que estaban apostando a una inminente fuerte devaluación.
El anuncio entonces desarticuló, por ahora, esas movidas que buscaban instalar un cuadro de mayor inestabilidad.
El otro punto a favor de la estrategia de Guzmán fue separar a los "villanos" y encarar las negociaciones de uno a la vez. El turno de los acreedores externos privados terminó, con un nivel de adhesión superior al 90 por ciento, porcentaje que incomodará a la legión de economistas que no se cansó de menospreciar la tarea el ministro.
Ahora se abrió el momento de tratar con el Fondo. El monto de la deuda, según registros oficiales a julio de este año, asciende a 45.095 millones de dólares. El plan financiero del gobierno es extender el plazo de pagos sin tener que hacer desembolsos netos en los próximos 3 a 4 años y luego distribuir el resto en los siguientes sin que sea una carga pesada para las cuentas públicas.
Guzmán sabe que tiene la oportunidad de negociar un acuerdo liviano en cuanto a condicionalidades y metas fiscales y monetarias, puesto que si el Fondo quiere dejar atrás la traumática experiencia reciente debería ser flexible asumiendo la corresponsabilidad de haber apoyado política y financieramente el desastre macrista.