"Lo que hace es todo anuncio mediático. Busca quedar como el defensor de las libertades y es todo mentira", sostenía un importante funcionario del gobierno nacional respecto a la repetida estrategia del jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, de "filtrar" a través de los medios una supuesta intención de seguir adelante con la apertura de actividades que, o bien sabe que no van a ser aceptadas o directamente no presenta los protocolos necesarios. El caso más sonado fue su idea de que 6500 alumnos de escuelas porteñas con problemas de conectividad vuelvan de manera presencial a gabinetes informáticos. "Con esto de proponer siempre abrir más actividades sin medir las consecuencias, Rodríguez Larreta confirma que si Juntos por el Cambio estuviera en el gobierno hubiéramos sufrido aquí lo de Chile o Brasil", reflexionaba un ministro.
El anuncio del viernes puso en evidencia que la relación entre Alberto Fernández y el jefe de gobierno ya no está en la sintonía de los primeros tiempos de la cuarentena. Luego de un amago de rebeldía frente a las presiones de la línea dura del macrismo, Rodríguez Larreta se acopló a las disposiciones que bajan desde Suiza y a inicios de la semana sumó sus críticas al proyecto de reforma judicial, con el impreciso argumento de que no era el momento. Y profundizó su estrategia de mostrarse como un impulsor de nuevas aperturas, tal como reclaman en las marchas anticuarentena que promueven desde los sectores cercanos a Macri. Para eso, adelanta en los medios opositores su idea de ir habilitando más actividades, actitud que le resulta todo ganancia, un "win-win". Si no se lo permiten, queda como que él quiere pero el gobierno nacional no lo deja. Si se le da curso, aparece como ganándole la pulseada a la Casa Rosada.
La estrategia terminó por agriar los ánimos en Olivos. Esta vez no hubo conferencia conjunta, aunque cerca de Alberto Fernández aseguran que el cambio de clima no fue el único motivo del cambio. Entendieron que la presentación en trío se había desgastado, que el anuncio se hacía muy largo y, principalmente, que la pandemia se convirtió en un problema más nacional que metropolitano. Con todo, no pasó inadvertida su crítica a la "Buenos Aires opulenta" en presencia de los gobernadores que lo acompañaron en el acto a orillas del Paraná.
Rodríguez Larreta se sacó el gusto de anunciar la vuelta de los restaurantes y bares con mesas al aire libre. Alberto Fernández reveló anoche en una entrevista que era una medida que habían discutido mucho aunque entendía que el sector gastronómico es muy importante para la Ciudad. El jefe de gobierno llevó la proposición de abrir 8 mil bares y restaurantes y el Presidente le dijo que en esta primera etapa lo hiciera sólo con los 2 mil que ya estaban habilitados a poner mesas en la vereda. En Gobierno lo ponen como botón de muestra de las intenciones de Larreta de posicionarse políticamente como adalid de las libertades. "Anunció un viernes que a partir del lunes van a empezar a recibir los protocolos. Después tienen que ir a cada local a verificar y ahí recién deciden qué hacer. La gente que lo escuchó el viernes debe haber creído que el fin de semana podía salir, todo un circo", explicaba un funcionario.
El jefe de gobierno terminó su exposición volviendo a la carga con su propuesta de vuelta a las aulas de miles de alumnos porteños, propuesta que motivó un nuevo cruce entre la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, y el ministro de Nación, Nicolás Trotta. En la administración porteña lo acusan de cambiar de postura por presión de los fremios docentes. "Nosotros no cambiamos", respondían en el Ministerio de Educación nacional. "El acuerdo de las 23 provincias y la Ciudad de Buenos Aires fue que vamos a volver sólo cuando no haya circulación del virus, es lo que dice el protocolo que aprobamos. Hace tres semanas empezaron a decir que iban a abrir las escuelas con 800 contagios diarios, ahora andan por los 1400 casos. Para nosotros es irracional", agregaban. Detallaban que hasta ahora sólo habían reanudado las clases en cuatro provincias y que en dos tuvieron que volver para atrás por la aparición de un brote. Ahora se habilitarán en La Pampa, que en los seis meses de pandemia tuvo apenas 200 contagios, la quinta parte que la Capital en un día. "Lo correcto es tener precaución, no hacer las cosas a la bartola. En especial si estamos hablando de niños. Hay gobernadores que casi no tienen casos y los tenemos que empujar para que se animen a abrir", marcaban en Educación las diferencias de Larreta con el resto. Supuestamente todos suscribieron lo mismo.
"Larreta te quiere correr siempre el arco. A todas las provincias le decimos lo mismo: que traigan el protocolo, lo analizamos con los especialistas y resolvemos. Todos los gobernadores lo aceptaron pero en la Capital parece que siempre quieren dar la nota", sostenía un funcionario. En Presidencia indicaban que la referencia de Fernández en el anuncio de la prórroga a su preocupación por los casos de Jujuy y Mendoza había sido muy pensada. Se trata de dos provincias gobernadas por la oposición que también quisieron hacer punta con las aperturas y ahora sufren las consecuencias. "Lo peor de Larreta es que es más anuncio y juego mediático que realidad. Fuera del tema de las escuelas, te diría que nosotros no le rechazamos ningún protocolo, sólo que ahora quiere tomar la actitud de líder de la libertad y seguro va a seguir en esa línea. Tendremos que acostumbrarnos", concluían en Gobierno.