Parecería que estamos llegando al centro de la tormenta perfecta. Una pandemia mundial que llegó hace 6 meses a nuestro país. Una cuarentena estricta a nivel nacional que comenzó hace 5 meses y poco a poco se fue flexibilizando de acuerdo a la situación epidemiológica, economía y social, y al lobby de la oposición junto a sus medios de comunicación. Un virus que llegó a nuestra provincia y que hoy, cuando una parte de la población ya no tiene ganas de cuidarse y otra que luego de 5 meses necesita retomar su vida laboral “normal” para apenas sobrevivir, está llegando a un pico de contagios debido a la transmisión comunitaria que ya existe.

Tormenta perfecta porque en estos cinco meses de medidas de aislamiento y distanciamiento el sistema de salud en la provincia, y principalmente en el Norte, no se preparó lo suficiente para intentar contener la situación que, al día de hoy, está desbordada. Acusaciones cruzadas entre gobierno provincial, gobiernos municipales, gobierno nacional y legisladores en general. La única verdad es la realidad, y basta ver los hospitales de Pichanal, Colonia Santa Rosa, Orán, Aguaray, Morillo, Tartagal, etc, para darse cuenta que lo mejor es no enfermarse. 

Una tormenta perfecta donde el partido que se juega es entre la vida y la muerte y entre el “sálvese quien pueda” y el “nadie se salva solo”. Una de las grandes disputas de la humanidad, especialmente de las últimas décadas donde el modelo político del “sálvese quien pueda”, llamado neoliberalismo, ha logrado penetrar ideológica y capilarmente en la vida de cada uno de nosotros y nosotras, sin distinción de geografía o clase social. Una de las tristes certezas es, y espero equivocarme, que los/as más perjudicados y los muertos de esta pandemia serán los/as de abajo. Al decir de Galeano: los/as “nadies”.

En medio de esta situación angustiante existen y se multiplican cientos de miles de gestos de solidaridad, de generosidad y de comunidad. Vecinos y vecinas, organizaciones sociales, sindicatos, voluntarios/as, iglesias, que día a día viven y escuchan atentamente las necesidades y problemas que van surgiendo, para intentar de alguna manera resolverlos. Creativamente, tozudamente, construyendo y reforzando ese tejido social que aún persiste en cada barrio, asentamiento y comunidad.

Me permito unos minutos al día para pensar, leer, conversar y discutir propuestas para la pospandemia en Salta. Lo hacemos entre muchos y muchas, trabajadores de la economía popular, agricultores familiares campesinos indígenas, comerciantes, profesionales, investigadores, funcionarios y militantes. Porque estamos convencidos que esta nueva normalidad no puede ser una donde las políticas públicas del Estado Provincial sigan siendo pensadas e implementadas sin el protagonismo de cientos de miles de salteños y salteñas que no tienen una relación laboral asalariada, que no son dueños de la tierra que trabajan, que no tienen acceso a la vivienda propia, que no pueden acceder a todos los derechos, que no tienen “tres recibos de sueldo” o garantes para acceder a un pequeño crédito, o los que nunca estuvieron registrados en AFIP o en Rentas.

No hay un número exacto que nos indique cuántos son los que componen esta franja de la sociedad, pero sabemos que en términos de población económicamente activa son la mayoría. Pero para tener un dato de referencia, en Salta accedieron al IFE aproximadamente 350.000. Recordemos que este ingreso estaba destinado a trabajadores/as “informales” y de casas particulares, monotributistas sociales o de las categorías más bajas, que no tuviesen ingresos provenientes de trabajos en relación de dependencia o planes sociales o pensiones. Con el Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (ReNaTEP), que contiene decenas de oficios y actividades laborales y productivas, tendremos sistematizada información valiosa sobre este gran grupo de personas.

Aun así, desde el conocimiento de la realidad, la actividad y los territorios, hay ideas y propuestas para la pospandemia que tiene que ver justamente con fortalecer y potenciar sectores productivos que hasta hoy no son vistos y considerados como parte de la solución y aliados estratégicos por el gobierno provincial y la mayoría de los gobierno municipales. Están comenzado a implementarse políticas públicas nacionales en este sentido, con mucho financiamiento, y no podemos exigirles lo mismo a los gobiernos locales, pero estos, aún sin mucha capacidad de financiamiento, pueden generar cambios positivos y sustanciales en las comunidades que gobiernan.

En el caso de la producción popular de alimentos, tanto frescos (hortalizas, pollos, huevos, etc) como secos los gobiernos municipales pueden fomentar y generar redes de pequeños productores y nexos con comerciantes locales para dar a conocer la oferta de productos, listado de precios y poner algún medio a disposición para sortear la barrera del transporte-traslado de la producción que, parece algo simple, pero es uno de los grandes impedimentos de los pequeños productores a la hora de comercializar de manera justa sus productos. Así aumentar la oferta de productos locales en cada pueblo o ciudad, lo cual generaría un aumento de ingresos y de producción para el productor (además de cierta previsibilidad en las ventas) y seguramente bajaría el precio de algunos productos en las góndolas o canastas de los comercios locales.

En esta línea también se podrían crear por municipio espacios de comercialización de la producción local (no solamente de alimentos) que estén a cargo de la Municipalidad donde los productores puedan exponer y vender sus productos y que el Estado local pueda ofrecer a los mismos vender con posnet a las tarjetas sociales, de débito y crédito, un sistema de pago que cada vez se usa más y que es de muy difícil acceso para los productores o comercios de cercanía. De esta manera también se podrían generar lazos de confianza entre Estado y productores y de esta manera facilitar a estos últimos créditos blandos para potenciar la producción basados en la confianza y no en los mil y un requisitos que hacen que muchas buenas propuestas de financiación no lleguen realmente donde es necesario.

El Gobierno Provincial por su parte tiene la capacidad para resolver uno de los grandes problemas para la producción de alimento que es el acceso a la tierra, tanto rural como urbana. Poniendo a disposición las tierras fiscales ociosas u ocupadas por grandes empresas o terratenientes. No es fácil pero con voluntad política se puede avanzar. 

Los miles de agricultores familiares que todos los años pagan el arriendo podrían sacarse la soga del cuello accediendo a la compra de esa tierra u otra, productiva, por montos similares al del arriendo anual. Unidades productivas en las localidades que fabrican distintos tipos de alimentos como panificados que no pueden crecer porque no tienen donde o como y la capacidad de producción se reduce a la pieza de la vivienda de alguno/a. O, por ejemplo, los cientos de proyectos productivos de las organizaciones sociales que necesitan espacios físicos donde desarrollarse, donde poner las carpinterías, las imprentas, las fábricas textiles, etc. Los gobiernos municipales también disponen de espacios sin uso hace años que podrían estar a disposición de estas iniciativas.

En términos más ambiciosos podríamos proponernos la consolidación de la comunidad productiva provincial, pequeños, medianos y grandes que, pensando en la demanda y las necesidades de la población de la provincia, dividida en regiones, se organice para garantizar la oferta de dichos productos, comenzando por los esenciales, con producción local. Se me ocurre por ejemplo fideos, lácteos, sémola, harina y todo tipo de alimentos secos, si nos tomamos el tiempo de mirar la ubicación de la fábrica de donde salió el paquete de fideo que consumimos a diario nos daremos cuenta que pagamos más la logística de traslado que el producto en sí. No se necesita mucha tecnología ni inversión para montar 100 pequeñas fábricas de alimentos distribuidas en la provincia. 

Lo mismo sucede con la industria textil, si bien es muy difícil competir con los precios de China, hay rubros específicos donde la demanda es constante y previsible, ropa de trabajo, uniformes escolares, guardapolvos, ropa interior, ropa de cama, etc. Si nos ponemos a revisar y pensar, gran parte de nuestro consumo diario viene de otras provincias o de otros países. Está claro que en Salta no podemos producir todo lo que necesitamos, pero si gran parte, con el Estado provincial y los Estados locales con mirada estratégica y alianzas claves más allá de lo económico.

Por último la cuestión del acceso a la energía, un tema de vital importancia por lo fundamental de este servicio, la mala calidad del servicio actual y el alto costo que tiene para la mayoría de las familias salteñas. Sin entrar en el tema ambiental, que de por si es importante pero no es el objeto de este análisis. El Estado puede fomentar la producción de energía renovable en cada hogar, en cada techo. Si colocásemos paneles fotovoltaicos en cada techo de chapa que le asegure a cada hogar la disponibilidad de la energía propia, esto significaría para dicha familia una disminución importante de sus gastos fijos mensuales del pago de la boleta de la luz. 

Requiere financiación sí, la misma se puede conseguir tanto del Estado nacional como de organismos internacionales, además con el ahorro que generaría en cada familia muchas de ellas podrían pagar una cuota accesible por los paneles. Se deberían garantizar también equipos especializados en colocación y mantenimiento de los mismos en cada región, generando conocimiento y fuentes laborales genuinas. En términos tecnológicos está al alcance.

La salida de la pospandemia no requiere esencialmente inversiones faraónicas ni soluciones estrafalarias. He enumerado aquí algunas de las muchas propuestas que existen y funcionan y que pueden multiplicarse. Somos muchos y muchas en Salta y en Argentina transitando este camino, con errores y aciertos. El rol del Estado provincial es clave al igual que el de los Municipios. La nueva normalidad puede ser una donde cientos de miles de protagonistas de la Economía Popular, social, asociativa e informal sean la solución, ingresen al sistema y al mapa económico de las propuestas de los Ministerios, no como beneficiarios de asistencia social sino como los impulsores de una Salta productiva, justa y pujante. 

*Movimiento Evita-UTEP