Otro día con más de 100 casos de Covid-19 y la suma supera los 2.700 enfermos, de los cuales a la mayoría se les perdió el rastro de donde se pueden haber contagiado, reconfirmando el rótulo de circulación viral que pesa sobre las tres principales ciudades de la provincia.
El Comité Operativo de Emergencia ensaya medidas para tratar de disminuir la circulación, pero a su vez dice y repite que no hay chances de una vuelta a Fase 1. Con la confirmación de más casos aparecen los militantes del “cierren todo”, pero por otro lado cada restricción que dispone el COE, tiene su consecuente queja o marcha motorizada, como ya pasó con los gastronómicos y dueños de los gimnasios.
En medio de esa encrucijada, el Gobierno nacional con el ojo puesto en la mejora de la situación en la rebautizada AMBA, extiende el aislamiento pero habilita las reuniones sociales de hasta 10 personas al aire libre. Inoportuna medida que dejó al COE en un silencio de radio que se supone deberá romper hoy para anunciar como siguen la cosa.
Ahora el número que se sigue con atención es la cantidad de personas que requieren internación y más aún si se trata de una cama en terapia intensiva. El colapso sanitario es la suma de todos los miedos, y en la ciudadanía aparece la desconfianza a la información oficial, que se convierte en tierra abonada para los audios anónimos en redes sociales que describen cuadros dantescos en las guardias de los hospitales, denuncian falta de insumos y hasta arriesgan cifras de ocupación hospitalaria siempre por encima del 60 por ciento. Creer o reventar.
La gestión del gobernador Gustavo Sáenz se pone a prueba como nunca antes, y en estos tiempos difíciles busca aliados donde antes veía enemigos. En la semana convocó a los legisladores nacionales a una reunión, que los propios diputados y senadores suponían breve y protocolar, pero que, coincidieron todos, derivó en un fructífero encuentro de tres horas de intercambio de propuestas, información y planes a futuro.
Además, ante una pandemia de proporciones bíblicas, Sáenz parece haber tomado nota del capítulo 10 del evangelio de San Lucas en el que Jesús manda a recorrer las ciudades a los 12 apóstoles con el poder de sanar personas. En este caso distribuyó a siete integrantes de su gabinete por las distintas regiones de la provincia, y que, si bien no van a curar de forma milagrosa, tienen la potestad de procurar los medios para que los médicos lo hagan con su ciencia.
Algunos ya calificaron a este septeto como el COE del COE, y hasta lo interpretan como una señal de desconfianza a lo que hasta aquí venían gestionando mayormente, el tándem Juan Manuel Pulleiro y Josefina Medrano.
A diferencia de los legisladores nacionales, para los provinciales el encuentro virtual con la ministra de Salud fue todo lo contrario. Los más amigables calificaron de muy generales las contestaciones de Medrano a los requerimientos de los diputados y senadores. En tanto, los más duros directamente aplazaron la exposición oral y ahora están atentos a que recupere con un informe escrito, pero los pronósticos de la oposición son que a la pandemia la ministra se la lleva a marzo.
PASÓ de moda
En este contexto de pandemia que nunca se termina, hacer política o hablar de ella parece estar prohibido para los comisarios del oficialismo que utilizan la palabra política como una censura que hoy nada aporta a la ciudadanía.
Por eso plantear cuestiones relacionadas con las elecciones suena tan extraño como los viajes estratosféricos a Japón propuestos por Carlos Menem en la escuela Uriburu de Tartagal durante la apertura del ciclo lectivo 1996.
Sin embargo, en los corrillos de café, los verdaderos ágoras salteños, ya se especula con un desdoblamiento de las provinciales con las nacionales y arriesgan mayo como una posibilidad para las primeras.
Pero entre tantas dudas y afirmaciones en potencial, aparece una certeza: las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, más conocidas como PASO (para que me gasté en ponerte Alberto Antonio si después te van a llamar Beto, diría una madre), tienen fecha de vencimiento, ya que existe una fuerte voluntad política para eliminarlas antes de que se termine el 2020.
Con la firma de diez senadores del oficialismo, ingresó un proyecto de ley en la Legislatura y disparó el debate sobre la letra chica.
La modificación de las reglas electorales, junto con las reformas constitucionales, son los momentos en el que gobernador, legisladores, funcionarios, políticos en general, asesores expertos, asesores a secas, politólogos y militantes de escritorio, más o menos en ese orden, se ponen imaginativos y pujan por crear un sistema de votación moderno, acorde con la demanda ciudadana, y sencillo para que refleje en los cargos electos la voluntad de las urnas.
Lamentablemente, siempre en algún punto de ese proceso creativo, el asunto se desmadra y termina dando lugar a un sistema diseñado generalmente a imagen y semejanza del oficialismo de turno, con laberintos y atajos varios.
Así, en estos últimos 150 años, haciendo un racconto a mano alzada, fueron pasando, o existiendo en simultáneo: el voto calificado, el voto cantado, el voto secreto y obligatorio, el voto femenino, el voto con el peronismo proscripto, el voto con peronismo pero sin Perón, la ley de lemas, el voto electrónico, las PASO, el ballotage. Todo esto matizado por las interrupciones dictatoriales que reseteaban el sistema periódicamente.
Todos en Frente
En Salta todavía se recuerda, en principio, sin cariño, a la Ley de Lemas que permitía que candidatos con menos votos que sus contrincantes ganen intendencias y bancas en la Legislatura, lo que después se saldaban con intervenciones por ingobernabilidad en los municipios o mayorías desproporcionadas en los cuerpos legislativos.
Derogado ese sistema, en estos 20 años se fue configurando en la provincia el actual esquema que presenta tres características principales: las PASO, el frentismo y el voto electrónico.
Esta combinación tuvo como consecuencia la decadencia de los partidos tradicionales, el surgimiento de muchos nuevos, en su mayoría sellos que se activan cada dos años, y la proliferación de famosos que arrastran los votos por ser conocidos en los medios o redes sociales.
En la práctica, las PASO fueron grandes encuestas. Los nuevos partidos, creados por ex referentes peronistas, radicales o outsiders anti política para evitar las internas en sus lugares de origen, iban con lista única. Mientras que PJ, UCR y renovadores se batían en simulacros de internas con votos que después se esfumaban en las generales.
En tanto, el frentismo explotado y perfeccionado al máximo por ex gobernador Juan Manuel Urtubey, aunque replicado también por otros candidatos, tiene la lógica de los Tres Mosqueteros, “todos para uno y uno para todos”. Usando un modelo piramidal, con el propio Urtubey o su candidato bendecido en la punta que recibía votos del resto de los candidatos.
Mientras, abajo sus múltiples postulantes a intendentes, legisladores y concejales se agarraban a los codazos en las caminatas para sacarse una foto con el ex mandatario y trataban de convencer por separado a los vecinos que eran el representante “posta, posta” del urtubeicismo.
Y el voto electrónico terminó de disociar partido con candidato, y en ese mosaico que se forma en la pantalla de la máquina de votación pesa más la cara que la propuesta. Así, canal 11 se convirtió en la mejor Unidad Básica de los últimos años con dos diputados y candidatos competitivos en todas las elecciones.
El proyecto que se discutirá en el Senado, en principio, solamente dejará fuera de carrera a las PASO. Frentismo y voto electrónico siguen.
Únicamente para confirmar ese panorama antes descripto se propone un desafío con tres simples preguntas referidas a las elecciones del año pasado: ¿A qué partido representó Mónica Juárez, la más votada a diputada? ¿A qué partido pertenecen los tres integrantes del gabinete que fueron candidatos? ¿Qué significan las siglas La GuRuSa, una de las 30 agrupaciones que presentó candidatos a concejales en la Capital?
Si usted contestó una sola, seguro que es Mónica Juárez, alguno de los tres ministros o un ex candidato de La GuRuSa. Si contestó dos es porque lo buscó en google (como hice yo) y si acertó las tres sin recurrir a internet no solo merece que lo convoquen a opinar de la reforma sino que hasta es capaz de adivinar en qué partido va a ser candidato David Leiva en 2021.