Desde Berlín
Este domingo por la mañana hubo nuevamente manifestaciones en Berlín. Unas dos mil personas se reunieron en la Columna de la Victoria, en el centro histórico de la capital alemana, en contra de las restricciones que impone la lucha contra la pandemia del coronavirus, que vale aclarar, en el caso de Alemania son realmente insignificantes (exclusivamente distanciamiento social y el uso de barbijo en el transporte público y espacios cerrados, ya que nunca, ni desde el inicio, se les exigió el confinamiento).
Más significativa fue la marcha del día anterior, en principio autorizada por el gobierno de la canciller Angela Merkel mientras se cumplieran con el protocolo, que luego terminó con la policía disolviéndola y significativos disturbios.
Lo que resulta curioso una vez más, es lo variopinto del perfil de los grupos de manifestantes, a los que definitivamente no los une el amor, ni tampoco el espanto, sino en algunos casos el hartazgo que imponen las limitaciones (de nuevo, absolutamente nimias si se las compara con Latinoamérica con extensas cuarentenas) o en otros, al oportunismo, dado que la pandemia sirve de excusa para encolumnar a nuevos miembros en sus grupos de extrema derecha.
Así, bajo el lema “Festival de la Libertad y la Paz”, el sábado por la mañana se dieron cita en la puerta de Brandeburgo, según la policía, 30.000 personas que poco tienen en común. Ideologías y pensamientos en algunos casos incompatibles e irreconciliables. Principalmente muchos adeptos a la organización "Querdenker-711" ("Pensadores inconformistas o Pensamiento Laterak 711"), surgida en Stuttgart, que fue una de las organizadoras de la misma, preocupados por los “ataques a la constitución” y la falta de libertad de expresión y el libre movimiento que imponen medidas de higiene que consideran innecesarias. Muchos partidarios de la teoría de la conspiración. Numerosos grupos de activistas anti-vacunas (otra cuestión común en Alemania donde un gran grupo de la población no es adepto al uso de medicamentos) entre los que se encuentran padres de familias con hijos pequeños. Y finalmente los más temidos, los grupos de extrema derecha como los miembros del partido Alternativa para Alemania (AfD) los que ven en este disconformismo de algunos ciudadanos o crítica al manejo de la pandemia un hueco donde colarse para reunir adeptos.
Así lo que en principio, fueron cánticos y carteles que mayormente hablaban de “La detención de la locura o dictadura del corona” y personas portando mascarillas agujereadas en la zona de la nariz y boca y muchos globos y banderas multicolores, en lo que parecía más una movida hippie, llegado el mediodía y la tarde/noche, se convirtió en una manifestación más violenta frente al intento de ataque al Parlamento alemán, en el célebre edificio del Reichstag.
La manifestación del sábado fue disuelta con un centenar de detenciones y los comentarios este domingo del presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, fueron una fuerte denuncia a que nunca toleraran el "ataque insoportable al corazón de nuestra democracia y los "excesos de la extrema derecha" así como las "banderas del Reich" con los colores negro, blanco y rojo que enarbolaron los manifestantes en evocación del Imperio desaparecido en 1919 tras la Primera Guerra Mundial. Algo que sensibiliza a la población en general, avergonzada y temerosa de un pasado que parece nunca terminar y siempre los vuelve a manchar.
Si bien se trata de la segunda manifestación de esta magnitud en un mes (la anterior fue el 1 de agosto) vale aclarar que no representa a la mayoría de la población de Berlín que es de más de 3,5 millones de habitantes y que en líneas generales están conformes y hasta orgullosos de cómo sus gobernantes se han manejado frente a la pandemia en comparación a otros países europeos como España e Italia, a los que los medios locales siguen de cerca por la amenaza que les representaron ambos destinos muy codiciados por los alemanes para pasar sus vacaciones. Verano que está terminando en estos días, recién hace dos que bajó abruptamente la temperatura y deben comenzar a replegarse de la actividad al aire libre, algo que tanto disfrutan por sus inviernos tan crudos y que relajó aún más las medidas, ya que las mascarillas sólo deben usarse en espacios cerrados.
Pero por eso mismo, una preocupación que ahora se renueva por la llegada inminente del invierno que por acá es duro y transforma el día en noche a tempranas horas de la tarde, cuestión que suelen alargar en cafeterías y bares a las que tendrán solo acceso con estricto uso de mascarilla. Sumado al empleo mayor del transporte público, que sobre todo en verano es reemplazado casi en su mayoría por el uso de la bicicleta en todas las edades y clases sociales. Y algo que aconsejan los especialistas, en todas las capitales del mundo. El uso de la bicicleta como medio de transporte ideal en tiempos de pandemia.