No hace falta esperar el Día del Arquero para homenajear a los grandes guardametas de todos los tiempos que brillaron en las canchas de nuestro país. Cómo no mencionar a aquellos que fueron bendecidos con apelativos poéticos, que resaltaban sus virtudes y los pintaban como superhéroes. Hablamos, claro, de Ángel "La maravilla Elástica" Bossio; de Juan Botasso, llamado "Cortina metálica"; de Juan “El Pez Volador" Yustrich; de Miguel Ángel "El León de Wembley" Rugilo o de Amadeo Carrizo, el "Tarzán" de los arcos argentinos. También recordamos a quienes no fueron beneficiados con sobrenombres de tanta carga épica, aunque sí con apodos de granja como los "Patos" Fillol y Abbondanzieri.

Quiero nombrar a todos, pero será imposible. Les soy Franco, no vi a todos Luque fueron Leyenda y le ponían Musimessi a los Domínguez de fútbol. A aquellos Caballero que tenían el Bello oficio de cuidar los tres Palos en la Estrada del Arias y que fueron aplaudidos aquí o en Córdoba, en Roma, en Burgos o en Nueva Zelada.

Ahora Pumpido un brindis, Andújar a un Barisio o a un Barovero cualquiera, llevá el Paraguas Chilavert por si llueve y una Poletti por si refresca La Volpe. Benítez con tu Scoponi de Champagne o tu vaso de Navarro Montoya. Goyco vamos a brindar por aquellos que cuidan el arco como un Tesorieri. Aquellos que cuando Armani la barrera para Cancelarich el arco con apenas un buzo Grisetti o Rossi y guantes Negri o Chocolate Baley, se mueven con la elasticidad de un Gatti y la habilidad de un Monetti para que la Bologna no Passet la línea de cal. Aquellos que en cada Campaña dan Batalla y dan la Vidallé porque son Carnevali de cañón y siempre Santoro en su rodeo y torazo en Roa ajeno.

Amadeo

Bossio sabés que lo que Yorno te digo no es nada Falcioni. El arquero es Sessa raza única que brilla con Lux propia, más que la de Orión, donde no hace falta ser grande o Chiquito Romero para ser Migliore. Basta tener Constanzo, la Andrada siempre atenta, la pelota entre Cejas y también, claro, tener Bonano.

Aunque no sea su Díaz, que Marchesín ese brindis con copas de Cristante. ¡Vivalda los arqueros! Y alentémoslos siempre. Ellos Goyen nuestros aplausos.