Lo más común por estas épocas es que la necesidad de deconstruir estereotipos, combatir lo dado y pujar contra la imagen colectivamente aceptada esté ligada al universo femenino, a las luchas feministas y las necesidades de cambiar los patrones patriarcales que oprimían los modos y las búsquedas de las mujeres.
Pero desde hace un tiempo, y en pos de la cuarta ola de la revolución feminista, los hombres empezaron a preguntarse –por sí mismos a veces, interpelados por mujeres otras tantas– por su rol en este nuevo mundo que se está configurando: ¿cómo deconstruirse? ¿qué cosas cambiar? Y la respuesta desde diversos ámbitos y voces del feminismo fue clara: piensen ustedes.
Un modo posible de pensar es la trilogía de Chicos lindos, Chicos malos y Chicos feos, del actor, director y dramaturgo Gabriel Gavila, que por estos días podrá verse en versión absolutamente aggiornada a los tiempos del streaming. A través de la mirada de casi 20 actores sobre sí mismos, sus vidas, sus miserias, sus experiencias y bondades, el tríptico indaga en la necesidad de repensar las masculinidades que están aparejadas a las feminidades oprimidas: son dos caras de una misma moneda patriarcal.
Los hombres, dijeron ya muchas figuras lúcidas del pensamiento, son también prisioneros de una imagen que el mundo les exige. En esta trilogía, Gavila permite que grupos de chicos de 20 o 30 años diseccionen un poco esos mandatos: la fuerza física, el carácter recio y la belleza hegemónica en el hombre son algunos de los ejes que atraviesan estas tres producciones, ahora audiovisuales, que hace algunos años circulan en el teatro off de Buenos Aires.
Son experiencias reflexivas, honestas, confesionales por momentos, donde "no hay distinción entre realidad y ficción" y en la que los diferentes intérpretes exponen las bondades y dificultades que han atravesado por su mera apariencia, o los atributos que han forjado al calor de lo que la sociedad les ha marcado como correcto.
"Un espacio confesional, honesto y sincero donde la sexualidad, las enfermedades y los abusos imponen su dolor, ante la alegría del primer amor, el despertar a la vida, los triunfos personales y profesionales", describe Gavila, quien con estas obras ganó el Concurso de Actividades Performáticas en Entornos Virtuales, del Instituto Nacional del Teatro.
Ser hombre es social y estadísticamente mucho más cómodo que ser mujer, pero también está atravesado por infinidad de mandatos y opresiones. "Los hombres construímos nuestra masculinidad, y siempre es momento de repensarla. Claramente la masculinidad hegemónica, el cómo debe ser un hombre, se ha transmitido de manera naturalizada, en el marco de la sociedad patriarcal, y genera determinadas limitaciones y malestares en cuanto a las fuertes exigencias que se nos colocan para cumplir con ese modelo hegemónico", advierte el autor.
"Es fundamental replantear de qué manera estas determinaciones pueden obstaculizar el desarrollo de nuestros vínculos interpersonales. Es urgente plantear un debate en relación a los costos que significa para el desarrollo personal y relacional de los hombres la naturalización del modelo de masculinidad hegemónica del patriarcado."
* Chicos lindos podrá verse el 4/9, Chicos malos el 13/9 y Chicos feos Show el 20/9, siempre a las 21 y a través de Zoom. Para acceder a cada función se deben adquirir las entradas a través de las redes sociales de cada espectáculo.