Por Paula Sabatés
Aún cuando no la narra Hollywood, a la historia de Vietnam siempre le falta una parte: la de que no hubieran sido posibles la independencia ni su victoria en la guerra sin la participación decisiva de las mujeres vietnamitas. A 75 años de aquel 2 de septiembre de 1945 en el que el presidente Ho Chi Minh proclamó la liberación del yugo colonialista francés, todavía es necesaria una reparación histórica que no sólo las reconozca como heroínas de las trincheras sino también como estrategas militares y guerreras entrenadas del propio campo de batalla.
Incluso mucho antes de la victoriosa Revolución de Agosto que dio vida a la entonces República Democrática de Vietnam, las mujeres vietnamitas habían jugado un papel crucial en la defensa de la nación tras la invasión china. A mediados del siglo I, las hermanas Trung Trac y Trung Nhi lideraron una rebelión contra el dominio de la dinastía Han. Doscientos años después, la “Juana de Arco vietnamita”, Trieu Thi Trinh, con sólo 23 años logró resistir con éxito durante un tiempo al estado chino de Wu. Más acá en el tiempo, en un arbitrario salto que deja atrás a otras tantas guerrilleras adiestradas en artes marciales y estrategia militar, la comandante general en jefe Bui Thi Xuan contribuyó a finales del siglo XVIII a la victoria contra cerca de 300 mil invasores chinos.
Con la creación del Partido Comunista de Vietnam, que desde 1930 lideró la batalla por la independencia de la Francia de las supuestas Libertad, Igualdad y Fraternidad, las mujeres volvieron a jugar un rol central. Protegieron las bases del Partido -que en uno de sus 10 puntos centrales postulaba la igualdad de géneros- pero además se organizaron en diversas agrupaciones propias, como la célebre Asociación de Mujeres Anticolonialistas que se dedicó al trabajo de propaganda y participó activamente de revueltas obreras. Hacia 1935, era tal el espíritu revolucionario entre las mujeres que una de ellas, Nguyen Thi Minh Khai, expresó ante delegados comunistas durante un Congreso de la Internacional en Moscú que “junto con los obreros y campesinos de nuestro país luchamos por obtener un salario igual al del hombre por un trabajo igual y contra los colonialistas que nos oprimen por la independencia total de nuestro país”.
En 1941 Ho Chi Minh creó el Vietminh, esa amplia alianza nacionalista con la que buscó combatir la ahora ocupación japonesa, coletazo de los devenires de la Segunda Guerra Mundial. Entonces la fuerza femenina se convirtió al nombre de Asociación de Mujeres por la Liberación Nacional en un proceso que la llevó a madurar como organización militar. Miles fueron arrestadas, encarceladas y asesinadas por desafiar al enemigo. Su participación en el movimiento de insurrección general fue decisivo para lograr la victoria. Una decena de guerrilleras recibió el título de “Héroe”, entre ellas Ho Thi Bi, Nguyen Thi Chien, Mac Thi Buoi y Vo Thi Sau. Sus nombres hoy son emblema de la resistencia popular.
Pero la paz duró poco en la República Democrática de Vietnam, que pronto vio reimplantada la amenaza colonial. La agresión francesa volvía y se quedaría en el país indochino durante nueve años más. De nuevo las mujeres fueron una fuerza decisiva en la estrategia militar. Se creó la Unión de Mujeres Vietnamitas que volvió a movilizarlas al campo de batalla y también les dio un lugar central en tareas de producción y abastecimiento. Según documentos del Museo de las Mujeres de Vietnam, de 1950 a 1954, en las zonas parcialmente liberadas, las mujeres dedicaron un total de 9.578.000 días laborales al transporte de alimentos y armas, de los cuales 2.381.000 fueron solo para la batalla de Dien Bien Phu, cuya gran victoria puso fin a la ocupación.
Tras la firma de los Acuerdos de Ginebra de 1954, Vietnam se dividió en dos: el Norte entró en un período de transición hacia el socialismo mientras que en el Sur, sumido en una dictadura capitalista, diversas facciones continuaron resistiendo a las fuerzas estadounidenses y luchando por la reunificación nacional. Hasta que sucedió, el papel de las mujeres vietnamitas fue distinto en uno y otro lugar, pero crucial en ambos frentes. Si en el Sur lideraron la resistencia en zonas rurales y urbanas y libraron batallas políticas y militares, en el Norte tuvieron un rol no menos relevante: reconstruyeron los escombros, cuidaron a los heridos, enterraron a los muertos y fueron las responsables de la producción de arroz. El 70% de la producción de comida en el Norte estuvo a cargo de las mujeres.
Se destaca en esos años la fuerza armada de mujeres que peleó por la liberación de Vietnam del Sur. Conocido popularmente como “El ejército del pelo largo”, fue definido por el “Tío” Ho como un grupo de combatientes “lo suficientemente astutas y valientes como para aterrorizar al enemigo”. Su principal dirigente fue Madame Nguyen Thi Dinh, oficial de alto rango del Frente Nacional de Liberación de Vietnam (FNLV), o Vietcong. En el Sur las mujeres representaron el 40 por ciento de la guerrilla y las milicias. Hubo más de cincuenta escuadrones femeninos y muchos pelotones de guerrilleras y combatientes de artillería en regiones rurales o montañosas.
Si bien en el Norte fueron menos las que salieron directamente a pelear, las trabajadoras asumieron con convicción política la importancia de su mencionada contribución productiva. Muchas se unieron al movimiento “Tres Tomas de Responsabilidades”, creado por la Unión de Mujeres para convertir al Norte en una sólida base de apoyo al Sur. Como contó la periodista Ines Nunes en un artículo que escribió luego de visitar Vietnam, “uno de los eslóganes de la Unión de Mujeres fue ´Let the women of the North shed more sweat so their sisters in the South could shed less blood´, algo así como ´Que las mujeres del Norte derramen más sudor para que sus hermanas de Sur derramen menos sangre´”.
Hasta el final mismo de la guerra desempeñaron un papel activo las mujeres vietnamitas. Y lo siguieron haciendo después: su rol fue central en la recomposición social de un país en el que la mayoría de los líderes de familia había muerto o desaparecido, y lo sigue siendo ahora, con los desafíos que enfrenta el Vietnam de hoy. Sin su heroísmo y tenacidad sería imposible explicar la victoria de un pueblo que enfrentó cientos de revueltas por la independencia nacional. Su historia, hasta ahora poco contada, es sinónimo de revolución.