Hace al menos 9 años, en el mundo de la música no convencional volvieron a tener una relativamente alta circulación los casetes como tendencia de distribución. En esos años, me fue revelador escuchar el primer casetito de Maria Minerva (Estonia, 1988), con una tapa muy onda Françoise Hardy, que se editó en Los Ángeles. La primera vez que di play a la fabulosa California Scheming, supe que era amor a primera escucha. Esa belleza deliberada de quien hace las cosas simplemente porque no lo puede evitar. Sin embargo, por suerte, no había nada de inocencia ahí. Esta chica sabía exactamente en lo que se metía. Sus composiciones se basaban en eccojams, es decir: piezas musicales generalmente hechas a base de un solo loop corto de material original, casi siempre de los 70s, 80s o 90s, muy cubierto de efectos, sobre todo reverb, delay y (claro) eco. En Maria todo el andamiaje sonoro y musical para encajar en esa tendencia estaba puesto a la parrilla, pero con un sentimiento pseudo-cancionista pocas veces oído (por lo menos por mí, que sólo me remitía al disco Odyshape de las Raincoats de 1981). Se sentía que no estaba hecho sólo para cumplir con el código, lo usaba para ir un poco más allá.

El mismo año en que salió ese casete Maria no nos dio respiro. Además de dos EPs, el soñado Sacred & Profane Love y el alucinante Noble Savage con cuatro tracks más bien bailables, nos hechizó con el disco del que quiero hablar: Cabaret Cixous. Editado originalmente en vinilo y en CD, su tapa y su nombre son una contradicción. Se refiere, por un lado a la feminista post-estructuralista francesa: Hélène Cixous. Siempre muy en contra de la dicotomía hombre/mujer ella, al punto de defender muy bellamente que hay autores que aunque sean hombres, son también profundamente femeninos en su escritura como es el caso de Jean Genet. Por el otro, el título usa la palabra Cabaret, en cuya combinación con el apellido de Hélène no hace falta profundizar demasiado para vislumbrar todo lo que puede disparar en su contraste. Como si fuera poco esta suerte de binomio fantástico de título se recorta junto con el nombre de nuestra protagonista sobre un paisaje ¿acuático? ¿lunar? ¿abstracto y ya? En fin, sin dudas esta chica no quiere que la escuchemos solamente, quiere que pensemos en su música. Además en la tapa en cuestión su nombre lleva “'s”, por lo que estamos siendo invitados al Cabaret Cixous de Maria Minerva. Ni bien entramos nos recibe esa línea de bajo tan acolchonada como acuática de "These days" sobre la que Maria dice el título de la canción insistentemente hasta que la desarma en un canto de sirena sin palabras. Siempre que la escucho me imagino nadando en un lavarropas lleno de agua y jabón con antiparras para ver las burbujas, todo este ensueño está fotografiado en blanco y negro. Le sigue "Pirate's Tale", una balada eccojam que va directo al corazón con esa percusión ochentosa, repetitiva y muy deteriorada pero manteniendo un brillo firme y dinámico. "Lovecool" con sus frases alargadas y cansinas de voz tiene un video hecho con bajísimo presupuesto que parece hecho por la artista Hannah Diamond. El “cover” de "Honey Honey" de ABBA me destroza, directamente. Al llegar al más hitero "Soo high", Maria juega a ser una Madonna a la que el ácido empieza a pegarle no demasiado bien en la mitad del track, otorgándonos sensaciones auditivas que difícilmente hallemos en otra canción. Entrar a este cabaret implica ciertos riesgos. Todas las canciones coquetean con una suerte de inglés a medias. La única canción que está explícitamente cantada en estonio es "Laulan Päikse Käes" a la cual no me resistí y, en su momento, le hice un fan video. No sé si era la intención de mi pista de video combinada con la canción, pero en los comentarios de YouTube alguien puso esto: “Así sonaban los sábados por la mañana temprano cuando era un niño. Ojos soñadores, visión aún nublada por despertar. Entrar en la sala de estar, ver dibujos animados correr por la pantalla, la música y los efectos de sonido sonando suavemente de fondo. El dulce sabor del arroz crujiente y Fruit Loops... la leche, una suave mezcla de arco iris en el fondo del tazón. Viajar en el autobús escolar bajo la lluvia de la mañana... el tono suave de la campana de anuncio de la mañana por el intercomunicador. La voz suave de la maestra leyéndonos un cuento. Pura inocencia.” Y a mí me pasa algo parecido cada vez que escucho la canción que cierra el disco. "Ruff Trade" realmente parece la cortina musical de un programa de televisión, con sus primeros acordes de teclado con una guitarra muy achatada detrás. A esto se suman unos tarareos muy definidos de Minerva. Es tal vez la canción con estructura más concreta de todo el Cabaret, sin embargo si se presta atención a los caminos aurales que toma la voz hacia el final, hay un micro viaje dentro del viaje.

Los años fueron pasando y Maria hizo varios otros discos pero, en mi opinión de fan perdido por su Cabaret Cixous, ninguno llegó así de lejos. Este mes, luego de seis años, ella va a volver a editar un nuevo larga duración con el sugestivo título de Soft Power. Y en un largo texto compartido en sus redes, no dejó de opinar acerca de todo lo que cambió el mundo de la música no-mainstream en ese período. Allí deja en claro que, más allá de que en su caso la música no represente un ingreso importante para su economía, le parece angustiante que los productores de música hoy en día no seamos más que un botón al que dar play en un feed interminable de alguien. Y para rematar dice de la escena: “Creamos nuestro propio significado, arte y horario, y realmente no me importa lo que cualquier multimillonario despistado tenga que decir al respecto.”

Recuerdo que cuando el crítico Byron Coley, en la revista inglesa The Wire, reseñó el primer casete hecho por varies artistes que curé en 2010 para mi sello Spit On BPM, encabezó con la frase: “Como soy provinciano…” Y creo que ese comienzo me puede servir como una clave para intentar develar mi identificación con Maria; una estoniana inquieta, un toque outsider, pero muy entradora, primero en Londres y ahora en L.A.

Claro que no es lo mismo haberme venido de Morón a la ciudad de la furia, pero creo que se entiende.


Aldo F.M. Benítez es diseñador abierto y músico. A partir de 2007 editó discos en sellos como Peatón y Geiser. Desde 2010 comanda Spit On BPM que edita en copias numeradas en casetes. Entre 2016 y 2017 residió en Berlín donde, con el patrocinio de Goethe Institut Buenos Aires asistió al programa Nachwuchs del nuevo festival interdisciplinario Pop-Kultur. En Alemania, colaboró con artistas como Claire Tolan y Adam Asnan. Ese mismo año fue músico y performer para el dúo Lolo & Lauti en su puesta de la obra Perfect Lives de Robert Ashley en el Centro de Experimentación del Teatro Colón. También en Berlín trabajó en el M.A. Open Design de la Universidad Humboldt-FADU/UBA. En 2019 viajó a Bogotá para presentar el trabajo audiovisual Fuerza diagonal - instancias, en colaboración con la artista Silvia Rivas, cuya banda de sonido compuso y ejecutó en vivo en el festival interdisciplinario Domo Lleno. Actualmente aguarda presentar su tercer LP, XIS, que vio la luz en marzo de este año a través del sello Otras Formas. Habiendo pasado un mes de la muerte de su amiga y colega Rosario Bléfari estrenó, junto a Juliana Gattas y Gabriel Lucena, la versión homenaje a su grupo Suárez de la canción “Río de enero”.