Pepper es un influencer con cientos de miles de seguidorxs que likean todo lo que sube a su Instagram. Su vida gira en torno a esos corazoncitos rojos. Es más: cada experiencia la vive en formato feed, story o live: un canje, un producto que debe promocionar, mudarse con su novia o comer una hamburguesa. Hasta que ya nadie (literalmente) likea sus contenidos, y empiezan a darle unfollow masivamente. La serie Pepper, todo por un like es la pesadilla de lxs habitantes de las redes.
"Es la historia de un influencer que pierde todos sus seguidores. Eso ya es atractivo porque denota que uno va a ver dos cosas: el éxito y el fracaso de alguien", le dice al NO el actor Martín Slipak, quien le pone cuerpo a Pepper en esta comedia ácida sobre el mundo de las redes, disponible en Flow.
Y como está manija con la propuesta, agrega: "Nos enfrenta con cuestiones que tienen que ver con la vida de todos: qué es el éxito, qué es el fracaso para cada uno y cómo vivimos esas dos cosas", propone. Y afirma que las redes sociales contribuyen a una construcción superficial de cada unx.
Pero eso, indica, "se vuelve insostenible porque la vida pega bofetadas y es imposible mantener una imagen para el afuera todo el tiempo. Cuando uno se da cuenta de que no todo es así, ese falso éxito se transforma en patetismo", resalta.
La serie, de ocho capítulos de entre 14 y 19 minutos disponibles para ver en cualquier momento, tiene una narración dinámica que intercambia el punto de vista de la cámara entre el tradicional y en el que Pepper hace los videos para sus feeds o sus lives en Instagram, con comentarios de seguidorxs y todo.
"El trabajo de cámara tiene una complejidad muy linda, no es nada obvio sino que de verdad se la juega", destaca Slipak. "Había ganas de probar cosas, el director no iba a lo seguro sino que estaba la premisa de jugar, experimentar, y eso se ve en la serie", apuesta. Las escenas selfie fueron filmadas por él, aunque "obviamente no con un celular sino con una cámara", aclara.
La histeria de la story
Pepper, todo por un like se mete, también de manera irónica, en el detrás de escena de los videos de lxs influencers, un doblez entre la vida que muestran y la que realmente tienen. "Corremos contra nuestra propia construcción de ese falso éxito, ¡y nunca llegamos a eso!", analiza.
"Nos desesperamos por no llegar a lo que generamos para el afuera. En la serie se juega mucho con ese contrapunto, y desde el lenguaje actoral es súper interesante porque hay un doble registro todo el tiempo. Una cosa es el de Pepper para sus videos, mucho más expresionista, exacerbado, enloquecido y falso; y otro mucho más intimista, frío y naturalista que es lo que pasa cuando está fuera de las redes."
Para interpretar ese personaje, Slipak estuvo buceando en el mundo de youtubers e influencers, desconocido en sus detalles para él hasta ese momento. Fue una exploración para construir a su personaje del modo más fiel posible, humorísticamente. "Están todo el tiempo con el vértigo y el riesgo de que el contenido no pegue. Le pasa a todos los realizadores, pero en particular en los influencers es muy inmediato, se vive de manera muy fáctica", suelta Slipak.
Un ya no pega que no tiene mayores explicaciones que dejó de gustar. Es el desafío al que se enfrenta Pepper: debe idear contenidos más ingeniosos para recuperar seguidorxs o abandonar esa vida que tanto (parece) disfruta(r).
Frente a cámara también aparecen los influencers Merakio y Nicolás Dalli Bortolt, de alguna manera riéndose de sí mismos al satirizar ficcionalmente su propio laburo diario. Slipak acompañó a Merakio para ver cómo es su día a día, y le sirvió mucho ese contacto cotidiano. "No se puede negar que hay una fe muy grande en la manera de producir los contenidos por parte de quien los hace", dice.
"Se inventan a ellos mismos, aprenden a producirse, a presentar, a editar... Hay trabajo atrás, y una construcción discursiva que funciona porque están atentos a qué contenidos están en el aire en ese momento y están siendo atractivos."
La industria de la actuación en crisis
Escrita y dirigida por Jonathan Barg, la serie ganó el concurso del INCAA y TEC TV para producción de series webs sobre redes sociales/influencers. Una idea actual, con buenas actuaciones y una factura técnica de primer nivel, entre realización y posproducción.
"Me parece muy loco que un comentario general sea que está tan buena que parece de afuera. ¡Es una cagada!", se enoja Slipak. "Y me lo dijeron mucho... Qué lástima que esa sea la sensación, como si fuera imposible que las series de acá tuvieran ingenio y buena factura. Simplemente me parece que no se está dando el lugar para que eso ocurra", lamenta.
La cuarentena encontró a Slipak a días del estreno teatral de Jauría, "una especie de obra documental" sobre la manada de cinco hombres que en 2016 violaron a una mujer en San Fermín (España). Y ofreciendo su primer corto como autor y director, Céline, el más visto en la plataforma CineAr, con acceso libre.
"Hubo muchas actrices y muchos actores muy deprimidos cuando empezó todo esto", arranca a reflexionar sobre lo que este parate puso a discutir en el mundo actoral. "Y esta tocada de fondo por una cuestión externa a nuestro oficio nos hizo darnos cuenta de que era una industria que estaba totalmente descuidada", comparte.
"No puede ser que habiendo tantas productoras pequeñas, con gente tan talentosa, no se produzca más en el país", se planta. Y argumenta: "Estábamos en una situación desesperante antes de que ocurra todo esto. En el teatro también. Se elijen más obras extranjeras que autores argentinos, y eso habla del poco deseo que tenemos de mirar para adentro y producir en base a lo que nos pasa", piensa. Y sostiene que "eso hace que el público joven se aleje más del teatro".
"Esta detención tan tremenda debe forzar una revisión exhaustiva de lo que está pasando en la industria audiovisual y teatral para salir con nuevos planes, porque si no nos vamos a quedar sin industria", advierte Slipak.
Entre influencers y actorxs hay puntos en común: viven de su imagen y de la atención del público. Aunque cortar tickets y tener likes no sea lo mismo, Slipak plantea similitudes y diferencias: "Pepper es un pibe que está muy obsesionado por ser querido y reconocido, ésa es su visión del éxito", insiste.
"En la vida de los influencers, los seguidores se transforman en hechos tangibles como canjes y dinero. Entonces no es solamente el cariño; hace que ingresen en un mercado. Es todo una maquinaria en la que se mezclan el cariño con la producción", sigue. "Las actrices y los actores también nos vemos sujetos a likes, analógicos en un punto, porque la entrada a un teatro o cine es un like analógico, como el ráting."
Ya empezó, y no se queda ahí. Hoy Slipak tiene 32, pero conoce el mundo actoral desde hace tiempo: debutó en televisión a los 6 años, grabó en celuloide a los 8 y subió a las tablas a los 11. "Cuando nació el tema de la pauta publicitaria introducida en la actuación, para actrices y actores era casi ensuciarse las manos hablar de un producto en escena. El que hacía publicidad estaba bien, pero cuando empezó a meterse en la ficción generaba contradicciones", recuerda.
"En cambio, con los influencers lo interesante es que no hay sentimiento de culpa respecto de eso sino que la venta de un producto está introducida como formato ingenioso. El unboxing es un gran ejemplo de eso. No está enmascarada la publicidad sino todo lo contrario", resalta.
Números que desaparecen
Ante la pérdida masiva de seguidorxs, Pepper está dispuesto a cualquier cosa por recuperarlxs y que vuelvan a likear sus publicaciones (no vamos a spoilear el final). ¿Hasta dónde somos capaces de llegar para conseguir la aprobación de otrxs? "Yo me puse en estados más extremos en escena que en la vida", se ataja el actor.
"Soy mucho más conservador en relación a las decisiones que tomo en la vida que en lo que puedo llegar a hacer en una escena. Es una anécdota muy trash: en una película tenía que hacer un suicidio, y me dieron una gillette que aparentemente no cortaba. Estaba tan poseso, tan entregado, que de pronto al final de la escena me miré la muñeca y caía sangre", ejemplifica.
Pero nunca (y resalta el "nunca") tiene que ponerse en riesgo o maltratar a nadie para vender una entrada más (o conseguir un like en las redes). "Cuando se genera una actuación en la que no se toma en cuenta a otro, o no se trabaja en un ambiente de cuidado por los otros, me parece una porquería", profundiza, aunque rescata que hay cosas que están cambiando.
"Más allá de todos los defectos que pueda tener nuestra profesión, esa forma de trabajo está quedando atrás, y quedan expuestos los que maltratan en escena o dirigen desde prácticas de poder. Se está trabajando cada vez más de una forma más generosa, teniendo en cuenta a la compañera o el compañero", se entusiasma.
Con la serie online, a Slipak ya le llegaron comentarios sobre su papel como Pepper: "Me dijeron que tenían ganas de cagarlo a trompadas, pero a la vez ganas de abrazarlo", ríe. Para él, significa que el laburo está bien hecho porque "lo que podía pasar, y era un riesgo, era que el personaje sea tan insoportable que la gente deje de ver la serie".
"Había que tener ese contrapunto, también es un pobre pibe. Y eso que lo hace insoportable a la vez está sostenido por un esfuerzo tremendo por querer ser popular y querido. Era importante que detrás de toda esa superficialidad insoportable aparezca su miseria", se ceba.
¿Cómo pensar esa dualidad entre la vida real y la vida en las redes? "Es una mezcla de Julián Weich y el gran Lebowski, alguien muy superficial y muy arriba, con otro muy apagado y muy depresivo", arriesga, y confiesa que un aporte suyo a la interpretación fue materializar eso una prenda específica: "La bata gris es mía, y para mí el personaje tenía que estar en bata en la casa. De hecho, ¡estoy haciendo la nota con la bata del personaje!", estalla.
"¿Dónde están las miserias de estos seres? ¿Cuáles son sus miedos? Pepper descubre la soledad del éxito, pero te das cuenta de que ese éxito es efímero y ese número que uno cree que es un montón de gente es solo un número que en la mala desaparece", concluye Slipak.