“Auchtung!” advierten los carteles que, desde postes de luz, escaparates de comercios, restoranes y paredes, llaman la atención en el barrio berlinés de Friedrichshein. La palabra es el equivalente alemán de “Alerta” o “Precaución” y le habla a los vecinos y vecinas de ese lugar respecto de Luis Esteban Kyburg. Les muestra su foto y les cuenta, breve pero contundentemente, que el señor de 72 años, de nacionalidad argentina, escapó de las acusaciones que en su país le esperan por haber secuestrado, desaparecido y asesinado militantes políticos, sociales y estudiantiles, entre ellos dos mujeres embarazadas, en la ciudad de Mar del Plata durante la última dictadura cívico militar. Y los invita a participar de un escrache que Hijos Deutschland organizó y realizará contra el represor, el próximo 12 de este mes.
“Tienen que saber que no van a vivir tranquilos en ninguna parte del mundo, que no hay lugar en el que puedan esconderse de lo que hicieron.” Ezequiel Monteros ensaya la argumentación que sostiene la acción inaugural de la regional alemana de Hijos, que nació a partir de la estancia en Berlín de Kyburg. El represor está acusado de haber cometido crímenes de lesa humanidad mientras integró los escuadrones de la muerte que, entre 1976 y 1983, arrasaron Mar del Plata. El ex segundo comandante de la Agrupación Buzos Tácticos UT 612 y luego jefe del Departamento Personal, Operaciones y Logística de la Armada Argentina con sede en la Base Naval de Mar del Plata. Vive en Berlín desde 2012, por lo menos.
“Nos comenzamos a juntar hijos de desaparecidos, de víctimas de la dictadura argentina que vivimos en Berlín, para pensar qué hacer y decir sobre Kyburg”, refuerza Monteros, realizador audiovisual, hijo de sobrevivientes de centros clandestinos que funcionaron en Tucumán y ex militante de Hijos en Argentina. ¿Qué decir sobre la situación de Kyburg? Mucho. Argentina emitió un pedido de captura nacional e internacional contra el ex marino en 2013. En marzo de 2015, con la certeza de su ubicación, se pidió a Alemania su extradición. Sin embargo, el represor cuenta con ciudadanía de ese país, cuyas leyes lo protegen de ser enjuiciado por delitos cometidos en otros territorios previo a 2002.
La situación tomó revuelo cuando medios locales dieron contaron la situación: había un represor acusado de cometer delitos de lesa humanidad en Argentina viviendo como si nada en Berlín. Intervino el Centro Europeo por los Derechos Constitucionales y Humanos (ECCHR, por sus siglas en inglés). En 2018, acompañó a una sobreviviente de la dictadura argentina a denunciar al represor en la ciudad que le daba cobijo.
“Ahora la Fiscalía de Berlín espera a poder viajar a la Argentina a recolectar prueba de los delitos que Kyburg cometió para ver si avanza en su acusación o no. Mientras, nosotros decidimos no quedarnos en silencio”, apuntó Montero en diálogo con este diario.
Mientras, surgió la intención de escracharlo para “limitar su circulación libre”. Señala Monteros que Kyburg, que vive con su esposa en la capital alemana, “mantenía un circuito aceitado” entre restoranes y sitios de comida con raíces argentas y milongas. “Este tipo está libre, haciendo su vida cotidianamente. Y es peligroso porque se puede volver a escapar, pero además es injusto. La acción de los afiches y el escrache trata de cortar su circulación libre, de, como hacíamos en Argentina, generar condena social”, amplía el joven. El trabajo de Hijos Alemania fue fino y empezó de a poquito informando a vecinos y vecinas, dueños de comercios del barrio. “Somos pocos acá. Queremos que nos acompañe el barrio”, puntualiza. Lograron pegar afiches con la advertencia y la foto del genocida en varios comercios; saben que fue echado de dos locales de comidas.
Además de advertir sobre la presencia de Kyburg, los afiches invitan a escracharlo el próximo sábado 12 de este mes. La lógica de la intervención será algo diferente a la original, ya que debido a las leyes de la ciudad alemana no pueden señalizar la casa ni decir siquiera que el represor vive en donde vive. La tarde de ese día esperan reunirse a la vuelta de la casa de Kyburg y avanzar, si lo logran, hasta ubicarse en la vereda de enfrente. Van a informar por qué es un represor y a hacer un siluetazo. De todos modos, saben que no será la última acción que deban realizar hasta ver a Kyburg preso. “Sabemos que será una campaña larga”, reconoce Monteros.