Un 3 de septiembre de hace cien años atrás nacía León Ferrari en Buenos Aires. Es extraño imaginar el centenario de un artista tan cercano y tan vital, que siguió produciendo obra, ideas, objetos y gestos siempre nuevos y siempre contundentes que lo mostraban como un artista comprometido, incansable, lúdico y feroz, hasta el último de sus días. Pero es cierto que pasaron ya cien años de su nacimiento y siete de su muerte. Es un buen momento entonces para imaginar a ese joven que se formó un imaginario viendo la pintura y arquitectura religiosa que realizaba su padre Augusto César Ferrari, mientras no pensaba para nada en dedicarse a las artes plásticas. Es sabido que León Ferrari eligió como carrera Ingeniería y que recién alrededor del año 1946 –luego de enamorarse de Alicia Barros, su mujer—empezaría a pintar retratos de ella y dibujos de flores. Autodidacta, nunca pasó por una carrera formal, sin embargo, a partir de un viaje Italia por motivos familiares en 1952, despunta una vocación más profunda que nunca abandonó. En 1954 realiza las primeras esculturas, grandes vasos de cerámica con títulos rotundos y al año siguiente hace su primera muestra individual. Estaba naciendo uno de los artistas más importantes de la Argentina, una figura única, de un talento que adoptó diversas formas y es difícil de encasillar, pero siempre mantuvo un compromiso sostenido con las causas de derechos humanos, con la experimentación, una práctica de la amistad y la generosidad que todo aquel que trató con él no deja de mencionar. Es por eso que hoy, cien años después de su nacimiento este león ruge más que nunca. El 2020 iba a ser el año de su gran muestra individual en el Museo Nacional de Bellas Artes. Por razones obvias la muestra se postergó, pero lo que sí comienzan es una serie de homenajes, charlas y actividades virtuales, que seguirán con otras presenciales en diversas partes del mundo: una muestra antológica preparada por la Fundación Augusto y León Ferrari, arte y acervo en el Museo Reina Sofía de Madrid, el Van Abbe Museum de Eindhoven y el Centre Pompidou en París. Hay Ferrari para rato.

FOTOGRAFIA INTERVENIDA DE MARCELO BRODSKY

UN AVIÓN EN EL HALL

El Museo Nacional de Bellas Artes está cerrado, pero quien camine por avenida Libertador puede ver en el hall la que se considera la obra paradigmática de Ferrari, la que viajó por todo el mundo, La civilización occidental y cristiana. Un avión bombadero que tiene clavado un Cristo doloroso. Esa obra fue realizada por el artista en 1965, pero desde que se mostró en la famosa y polémica retrospectiva en el Centro Cultural Recoleta en 2004, curada por Andrea Giunta, no paró de moverse y le valió a su autor el León de Oro en la Bienal de Venecia en el año 2007. Esta obra hoy asoma, en plena pandemia, como un señalamiento de todo lo hecho por este artista y de lo que vendrá, cuando podamos volver a visitar un museo.

Andrés Duprat, director ejecutivo del MNBA y curador de la muestra León Ferrari Recurrencias junto a Cecilia Rabossi nos contesta desde su casa con el entusiasmo que le produce este centenario. “Las actividades que estamos haciendo es por la frustración de no poder hacer la muestra que teníamos preparada. Iba a abrir la temporada 2020 del Museo. Es una idea que tengo desde que asumí, porque además de ser uno de los grandes artistas de la historia argentina, hay una deuda pendiente de parte del principal museo local, porque nunca le hicieron una muestra individual en vida. Es una omisión que quiero reparar. Se han hecho muestras en el Moma, en el Reina Sofía y ha recibido infinitos premios. Pero nunca había tenido la gran retrospectiva individual aquí. Lo atribuyo a que hay un aspecto de su obra que siempre genera escandalo y en general los funcionarios no quieren tener problemas, fundamentalmente con la Iglesia católica que es una disputa que Ferrari mantuvo a lo largo de su vida. Con el antecedente de la muestra de 2004 en el Recoleta. En el caso de Ferrari es grave porque es uno de los grandes. Es como hacer una antología de la literatura argentina sin Borges.”

La exposición a la que hace referencia, la del 2004, fue la que de algún modo reveló a Ferrari al conocimiento del gran público. Si bien hacía cincuenta años que venía trabajando en distintos proyectos y ya era un artista insoslayable, allí pasó a ocupar la tapa de los diarios, por el repudio que la Iglesia católica ostentó ante la muestra de forma muy violenta, manifestándose en la puerta del Centro Cultural, rompiendo obras y escribiendo comunicados a los diarios. La curadora era la teórica Andrea Giunta, que recuerda al artista así: “Conocí a León personalmente en 1992 y desde entonces trabajamos juntos. ¿Qué quiere decir que trabajamos juntos? Que visitaba su taller periódicamente, hablábamos por teléfono, intercambiábamos textos que escribíamos, comentábamos lo que sucedía en distintos espacios de la vida política y cultural del país. Lo que tengo presente, muy presente de León, es su risa, sus frases increíblemente polémicas, lo certero de los textos que escribía. León era, al mismo tiempo, capaz de lecturas implacables sobre los asuntos políticos en los que siempre estaba involucrado --la política, los derechos humanos, el sida, la violencia, el rol de la Iglesia en las campañas de no prevención del sida, en la guerra-- y un sentido de bondad que se expresaba por una generosidad infinita. León siempre te preguntaba si necesitabas algo. Era extraordinariamente generoso con sus obras, razón por la cual podés encontrar obras suyas en la casa de gran parte de la comunidad artística e intelectual con la que interactuó desde los años sesenta.”

LA CIVILIZACION OCCIDENTAL Y CRISTIANA POR LEÓN FERRARI

Por supuesto su recuerdo más intenso es el de la Retrospectiva en el Recoleta. “Desde 1997 presentamos en esa institución el proyecto de una exposición antológica. Pero siempre existía algún condicionante, que entendíamos como un intento de supervisar qué iba a exhibirse. Teníamos en ese sentido un acuerdo en no aceptar curadurías compartidas, que involucraban, a nuestro entender, un intento de censura previa. La Iglesia, el arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio, utilizó la exposición como una estrategia para frenar la Ley de Educación Sexual que en ese momento se discutía en la legislatura. El uso político de las imágenes que tanto León como Bergoglio conocían muy bien. ¿Qué recuerdo de los días de la retrospectiva? Mil situaciones completamente delirantes. León se había convertido en una especie de rock star. Salía a la calle con un sombrero y usaba camisas con flores para que no lo reconocieran. En los días de la Retrospectiva recuerdo que León provocaba una polémica por día. En la mañana, cuando salía para el Recoleta, iba con la radio prendida y escuchaba a León que, entre las 8 y las 12, pasaba de un programa de radio a otro. León y la exposición ocuparon 15 veces las tapas de los diarios en Argentina durante esos 40 días de la retrospectiva. León tenía una felicidad inmensa: por primera vez escuchaban lo que decía desde los años sesenta. Tenía interlocutores. Para él la Retrospectiva fue como la obra de arte total, todas sus obras y todas sus polémicas al mismo tiempo.”

CUADROS ESCRITOS

Es difícil resumir toda la obra desarrollada a lo largo de los años por Ferrari, con diversas técnicas plásticas, con distintos soportes para sus ideas. Una vida dividida entre Argentina, Italia y Brasil, donde vivió por motivos personales y también políticos. Luego de regresar a luenos Aires de Italia --donde inicia su trabajo como escultor-- en los años 60 realiza tallas en madera y estructuras de alambres. En 1962, durante su segundo viaje a Italia, realiza su primera escritura abstracta, Ininteligible, serie que continúa siempre, en distintas variaciones. En 1963 ejecuta Cuadro escrito, la descripción textual de una obra, considerada en el presente como uno de los primeros ejemplos del arte conceptual a nivel internacional. Nada menos. Pero dos años después comienza otra preocupación, que también va a seguir invariablemente y es su disputa contra las violencias ejercidas tanto por los estados, como por las religiones. En 1965 presenta su famosa La civilización occidental y cristiana al Premio Di Tella, obra que curiosamente –o no-- fue rechazada. A partir de entonces se dedica a hacer obras políticas presentadas en exposiciones colectivas, como Homenaje a Vietnam, l966, Tucumán arde, 1968 y Malvenido Rockefeller, 1969, entre otras. En 1966 compuso el collage escrito Palabras ajenas, un diálogo en paralelo entre Johnson, Hitler y los dioses cristianos, que fue editado en formato libro y que casi cincuenta años después continúa vigente: en 2018 fue presentado en una performance en el Museo Reina Sofía.

Pero llegan los tiempos oscuros para la Argentina y también para León Ferrari. En 1976 junta un grupo de noticias sobre la represión de la dictadura militar que publica con un título que quedaría resonando largamente en la historia argentina: Nosotros no sabíamos. Es la frase que parte de la ciudadanía repetía frente a las pruebas de la tortura y de los centros de detención. Ese año debe exiliarse y se radica con su familia en San Pablo. Uno de sus hijos, Ariel, se queda en Argentina, va a ser detenido en la ESMA y continúa desaparecido. Si bien deben haber sido años dolorosos, fueron fructíferos para su trabajo. Ferrari va a vincularse con artistas brasileños con los que trabaja en técnicas diversas: fotocopias, arte postal, litografías, videotextos y libros de artista, entre otras prácticas. En 1980 todavía en San Pablo realiza su célebre serie de Heliografías, planos de ciudades desquiciadas, con la técnica de Letraset. Y también desarrolla un grupo de instrumentos musicales que utiliza en variadas performances. En 1983 retoma el tema político y religioso con ilustraciones y collages de la Biblia, en los que suma la iconografía católica propia de la historia del arte, la erótica oriental junto con imágenes contemporáneas. Son sus famosas Relecturas de la Biblia. En 1985 inicia una serie de trabajos con excrementos de aves, como una obra que expone en el MAM de San Pablo con una jaula con dos palomas que defecaban sobre el Juicio final de Miguel Ángel. Luego la repite con canarios y jilgueros en Buenos Aires.

En 1991, finalmente, regresa a Argentina, donde va a residir hasta su muerte. Continúa haciendo arte político, anticlerical, a la vez que comienza unos dibujos con grafías y letras deformadas, que son también parte importante de su singular obra. Se suceden trabajos esos primeros años: su polémico homenaje al preservativo y obras con peces, ranas y axolotes. En 1997 crea la series Brailles: poemas de amor de Borges y versículos bíblicos, escritos en braille, sobre imágenes religiosas y noticias periodísticas. En 1996 ilustra el Nunca más, libro reeditado por este diario en fascículos. En 2000 realiza en el ICI una muestra, Infiernos e idolatrías, que bogaba contra las torturas humanas y divinas, y que suscitó múltiples réplicas de grupos católicos que se aglutinaron en la puerta del ICI y hasta tiraron una gases lacrimógenos en la sala. En 2004 llega la gran retrospectiva en Centro Cultural Recoleta. Su vida y su obra siguió. Es un itinerario acotado, la cantidad de trabajos podría ocupar páginas completas y seguir y seguir.

Todo esto se verá en la muestra antológica recién en 2022, que intentará dar una imagen total de su figura. Explica Duprat: “Yo digo que León tenia un espíritu renacentista, porque era, digamos, un humanista. No es solo escultor, o solo pintor por más que fuera extraordinario. Él es un artista multifacético, es dibujante, grabador, pintor, hace collage, hace objetos. Es un espíritu muy libre, no es alguien que emerge de la propia disciplina. Utiliza el arte como un medio de plantear sus ideas y lo que a sus ojos son las injusticias del mundo. Se revela contra cualquier forma de sometimiento humano, de violencia, de estados o una religión. Estos son los temas esenciales que él aborda en sus obras de diversas maneras. La muestra que preparamos, como indica su título Recurrencias, está ordenada en núcleos, reiteraciones sostenidas. Focaliza en obsesiones o constantes que detectamos que vuelven en las búsquedas plásticas y los problemas que León presenta a través de sus obras. Es una muestra muy generosa, con más de 200 piezas donde están todas las obras más importantes.”

Mientras tanto parte de estas imágenes, muchísimos testimonios audiovisuales de artistas y amigos -- Luis Felipe Noé, Diana Dowek, Néstor García Canclini, Regina Silveira, Luis Camnitzer, Eduardo Grüner, Silvio Rodríguez, entre muchos otros--, el bello documental sobre Ferrari Civilización (2012), dirigida por Rubén Guzmán, pueden verse en la página del Museo.

LA BONDADOSA CRUELDAD DEL MUNDO

La muestra que se verá a partir del 15 de diciembre en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, se titula La bondadosa crueldad. León Ferrari 100 años. Es la primera muestra antológica de estas dimensiones del artista que se hace en Europa. La producción general está a cargo del equipo de la Fundación Augusto y León Ferrari. Arte y Acervo y el equipo curatorial esta integrado por Andrea Wain, Fernanda Carvajal y Javier del Olmo. Ocupará siete salas del Reina Sofía. Luego viajará por dos años por Europa, pasando por el Van Abbe Museum de Eindhoven, Holanda, de mayo de 2021 a septiembre de 2021 y el Centre Pompidou en París, de Enero a junio de 2022.

Andrea Wain, estudiosa y apasionada de la obra de León Ferrari, cuenta sobre la muestra que curaron: “Por un lado es una muestra antológica, se van a ver obras emblemáticas. Pero se suman elementos nuevos, por ejemplo encontramos unas ediciones originales de la serie Relecturas de la biblia, donde además de los collages de imágenes también pone frases de la Biblia. Estos cinco tomos que él había hecho entre el 86 y el 88 van a estar para que la gente los consulte. Otra cosa que se va a reconstruir de cero, es la obra Quinto aniversario de la conquista, que en la muestra de Andrea Giunta había sido dañada y habían quedado bastantes piezas rotas. Al Reina Sofía le interesaba, entonces se decidió hacer una copia que va a ser donada al Museo. La de acá queda como una pieza arqueológica.” El concepto de La bondadosa crueldad es el de una exposición antológica con especial énfasis en lo documental. “Todo su trabajo con derechos humanos y su forma de trabajar con documentos que va mucho mas allá del arte. Va a haber documentos sobre investigaciones suyas en materia de medicina, de justicia, de literatura. Uno de los aspectos distintivos es que estuvimos consultando mucho el archivo, se abrieron cajas que no habían sido abiertas. Se trata de mostrar otras facetas. En ese sentido, entre todas las salas hay una dedicado a archivos y ahí le cedimos un espacio al Cels, Centro de estudios legales y sociales, que trabajó específicamente con el caso de su hijo Ariel y va a tener un lugar y un video.”

La fundación Ferrari fue creada por el propio artista y su familia con el deseo de preservar, divulgar, catalogar y mantener viva tanto su obra como la de su padre, arquitecto y pintor. Hoy dos de las responsables son las nietas del artista, Julieta y Anna. Esta última vive en Brasil donde trabaja como arquitecta y cuenta por teléfono los pormenores de la muestra y también el trabajo cotidiano de mantener vivo el archivo. Así como León está vivo en su recuerdo: “Desde que era chiquita, como soy de la arquitectura, siempre me encantó sentarme con él, yo dibujaba y él, en palabras suyas, ‘hacia unas cositas.’ Le daba una dimensión muy cotidiana a su trabajo. Nos íbamos de vacaciones y él estaba haciendo dibujitos en la playa. Siempre me admiró esa forma muy obsesiva de trabajar. Todo el tiempo produciendo. Mucha familiaridad con la cosa. En mi recuerdo, en los años 80 en Brasil, él agarraba libros religiosos con Madonnas desnudas y se la pasaba recortando figuritas. Y yo decía ¿qué estará haciendo? tenía la dimensión de que él era artista, pero me causaba gracia que lo que hacía siempre era recortar figuritas. ¡Y él estaba haciendo las Relecturas de la Biblia!”

FOTOGRAFIA INTERVENIDA DE MARCELO BRODSKY

PARA ABOLIR EL INFIERNO

Todo este legado, además de ser visto en las muestras y materiales que se están liberando en la página del MNBA, está vivo en otro lado y es recuerdo de todos aquellos que lo conocieron y trabajaron con él. Y atraviesa generaciones. Marcelo Brodsky, artista y activista por los derechos humanos –y responsable de la tapa que ilustra este suplemento-- que coincidió con Ferrari en su exilio en San Pablo y distintos momentos de la vida de ambos, suma a la muestra del Sofía una serie de fotografías documentales. La foto en la que Ferrari aparece de espaldas con el lema "León por la justicia", fue tomada previamente a que el dibujo fuese hecho. Brodsky la intervendría después, dibujando con su propia mano la figura que León pintaría -y quedó grabada en su memoria- en esa pared. 

A Ferrari lo recuerda de esta manera: “Mi relación con León está marcada por el respeto, el cariño y la complicidad. Encontrarnos en lugares inesperados y otros a los que íbamos juntos, una marcha en Plaza de Mayo o un recorrido en el Parque de la memoria, alguna acción solidaria con un movimiento popular. León estaba ahí. Era uno más, a veces tomaba la palabra, aunque era de pocas palabras. Su obra era capaz de transmitir su decir. Siempre fue un ejemplo para mí. Creo que fue uno de los artistas más influyentes en la Argentina. Siempre fue una persona muy inspiradora por su modo de mirar y decir. Muy claro, transparente, muy aguerrido y convencido. Una serie de valores que en un artista son distintivos y le permitieron desarrollar una obra muy coherente, con una parte política y otra poética, yo creo que el gran ejemplo de él es esa combinación, con un lenguaje complejo, sensible, capaz de llegar directamente al corazón.”

Loreto Garin Guzmán y Federico Zukerfeld del colectivo de arte Etcétera, que comenzó a trabajar a fines de los noventa, también se sienten cercanos y de algún modo apadrinados por Ferrari. Su devoción por este artista muestra también cómo llegó a las nuevas generaciones: “La memoria que guardamos de León es siempre viva, ya que era una persona extremadamente vital, con un sentido del humor extraordinario y muy solidario. Lo conocimos en 1998 en el Centro Cultural Recoleta cuando junto a su compañera Alicia Barros visitaron la exposición ¡A Comer!, la primera infiltración de Etcétera en el mundo de las artes visuales que contenía un cuadro blasfemo de La Última Cena, por el cual los fieles de la Iglesia del Pilar se habían quejado. Fue Paloma, su nieta, quien le recomendó visitarla y desde entonces quedó un bello vínculo con León y toda su familia. León era un agitador, nunca olvidaremos cuando nos llamó para participar de una velada del Club CIHABAPAI (Club de impíos herejes apóstatas blasfemos ateos paganos agnósticos e infieles, en formación). Éramos muy chicos y nos sorprendió que León nos invitase a ser parte de un Club, cuando llegamos a la velada había muchos de sus amigos artistas e intelectuales, invitados todos a pensar cómo levantar la campaña de firmas en apoyo a su carta escrita al Papa Juan Pablo II, en la que pedía abolir el infierno. Esa impronta rebelde era y sigue siendo parte de la energía revolucionaria de León.”

Durante todo este mes, en la página del MNBA se van a seguir subiendo distintos testimonios de artistas e intelectuales que lo recuerdan y lo traen al presente. Y como dice Andrea Giunta: “El mundo no mejoró por las acciones que León llevó adelante con su obra, pero su obra está siempre ahí para recordarnos cómo comenzaron ciertas cosas y cuáles son las injusticias que persisten desde los años sesenta hasta el presente.” Una referencia y una compañía para vivir estos tiempos tan difíciles, de los qué no sabremos qué hubiera pensado León Ferrari. Pero queda la esperanza de esas muestras por venir. Y toda la obra de este artista, que seguirá sobrevolando, haciendo ver, haciendo pensar, para siempre.

Se puede visitar León Ferrari. Centenario en Bellas Artes (1920-2020) en la página https://www.bellasartes.gob.ar/