Referente de la ciencia en la Argentina, Carlos Malbrán fue un ejemplo de compromiso con la salud pública. A 80 años de su muerte, sus principales obsesiones –la lucha contra las epidemias y la vacunación como prevención de enfermedades– cobran un renovado vigor en el presente contexto de pandemia. Por eso, Caras y Caretas dedica su número de septiembre a repasar la vida y la obra del médico especializado en bacteriología, cuyo nombre distingue a uno de los institutos de investigación pioneros de la Argentina y clave en este presente de covid-19. Estará mañana en los kioscos opcional con Página/12.
En su editorial, María Seoane recuerda los crueles años de la epidemia de polio: “Tardé mucho tiempo en comprender cabalmente aquel recuerdo de mi madre y mi abuela rezándole a San Lázaro, protector de pobres y enfermos, en el invierno de 1956. O el diálogo entre mi padre y mi madre una tarde en que la noticia los aterró: la hija de uno de los vecinos más ricos de Parque Chacabuco de repente ya no podía caminar. Yo acababa de cumplir nueve años y las habituales tardes de juego estaban en cuarentena. Sí recuerdo que una tarde mi madre dijo la palabra maldita: ‘poliomielitis’. Y que mi padre completó: ‘Una peste tras otra’. Se refería no sólo a la enfermedad sino al derrocamiento de Perón y la persecución a los peronistas, y la prohibición de nombrar a Evita, su santa laica”.
Felipe Pigna evoca la obra de Malbrán: “Su lucha por lograr que el gobierno nacional destinara fondos y recursos para la construcción de un hospital para pacientes afectados por enfermedades infecciosas dio su fruto en 1902. Consiguió terrenos en Barracas y comenzó la tarea de edificar un instituto de microbiología que hoy lleva su nombre. Sin abandonar sus tareas académicas y médicas, se hizo tiempo para la política y en 1910 fue electo senador por su provincia. Su tarea legislativa se centró en impulsar leyes vinculadas con la salud pública. Para entones, Malbrán era uno de los científicos más reconocidos en el país y en el exterior”.
Desde la nota de tapa, Karina Ramacciotti y Federico Rayez subrayan el compromiso del médico con la salud pública: durante la epidemia de viruela de 1901, “era necesario, según Malbrán, incrementar la cantidad de vacunas, pero también extender su obligatoriedad. Con esta idea en mente, en 1903 el bacteriólogo impulsó la Ley 4.202 de ‘Vacunación y revacunación antivariólica obligatoria’”. Dos años antes, “propuso y logró la sanción de una Ley de Defensa Sanitaria para ampliar las atribuciones del Poder Ejecutivo Nacional (Ley 4.309) en caso de epidemias. Esta ley suponía también la formación de un fondo para financiar la lucha contra enfermedades infectocontagiosas, pero recién fue reglamentada en 1908 y su aplicación fue parcial y limitada”.
Celina Abud reconstruye la historia del Instituto Malbrán que, “fundado el 10 de julio de 1916, nunca frenó sus múltiples líneas de investigación y acumuló hitos en sus 104 años” de vida.
Maximiliano Fiquepron escribe sobre algunas de las epidemias que afectaron a la Argentina durante los siglos XIX y XX, y advierte la importancia de “comprender que las epidemias son crisis sociales, donde juegan un papel fundamental el miedo y la muerte súbita y masiva, que provocan una respuesta inmediata y generalizada de todos los sectores de la población: acciones del Estado, reacciones sociales que van desde expresiones religiosas, manifestaciones de solidaridad comunitaria, pero también estigmatización de minorías y, en ocasiones, disputas violentas hacia los que se señala como culpables de expandir la enfermedad. Todas estas características dan forma al carácter dramático y revulsivo esencial de las epidemias”.
Damián Fresolone recorre los avances de la ciencia argentina frente a la pandemia de covid-19, Gustavo Sarmiento recuerda a los más grandes sanitaristas e infectólogos del país, Pablo Souza escribe sobre los nobeles argentinos en medicina y química, Chiara Finocchiaro relata la historia del Día de la Sanidad y Juan Piterman da cuenta de la carrera multipolarizada por la vacuna contra el coronavirus. La crónica policial, siempre con la pluma de Ricardo Ragendorfer, trae la venganza sangrienta contra un caudillo que termina siendo asistido en pleno centro porteño por el propio Malbrán. Y Ana Jusid escribe una entrañable columna sobre la tradición de la salud pública en el país.
El número de completa con entrevistas a Florencia Cahn (por Virginia Poblet), Jorge Geffner (por Gimena Fuertes), Laura Bover (por Juan Pablo Urfeig) y Mariana Viegas (por Jeremías Batagelj).
Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.