Y un día Macri volvió de su gira europea. Después de descansar en las paradisíacas playas de Saint-Tropez, consagrarse campeón en un torneo de bridge y jugar al fútbol con el titular de la FIFA, Gianni Infantino, el expresidente emprendió su regreso al invierno argentino. Tal vez, para no alejarse demasiado del ruido de los engranajes del poder, o quizás, simplemente, porque se le terminaron las vacaciones. Lo cierto es que el fundador de la alianza Cambiemos no quiere perder el protagonismo que continúa teniendo; porque, como sabe, cuando el gato no está los ratones se divierten, bailan y hacen de las suyas.

¿A qué volvió Macri? Esa es la gran incógnita. Quienes lo frecuentan, aseguran que el ex mandatario no sólo no está dispuesto a alejarse del escenario, sino que arribó a suelo argentino para ordenar filas hacia adentro y afuera. Está convencido de que la ancha avenida del medio es cada vez más angosta: “No existe el 'Alberto bueno' y la 'Cristina mala'. O son lo mismo, o la posición dominante la tiene ella”, razonan en el macrismo. 

El ex presidente aterrizó el jueves en Ezeiza tras ser señalado como el promotor de la radicalización de Juntos por el Cambio. “Hubo una orden de Macri desde la reposera en Zurich”, afirmó la diputada Cecilia Moreau, en relación a la postura de romper el acuerdo parlamentario e impedir que continúen las sesiones remotas. Desde el principal bloque opositor juran y perjuran que la llamada nunca existió. “A esa hora estaba preparando su viaje, ni siquiera estaba activo”, apunta un legislador opositor que participó de las negociaciones con Sergio Massa y Máximo Kirchner. Probablemente no haya sido necesario. El mensaje lo había enviado 48 horas antes, cuando en el Zoom partidario del lunes dejó asentado que no podían permitir que “el Gobierno se llevase todo por delante”.

“Macri está activo y le dedica un 90% de su tiempo a la política”, señala un histórico dirigente del PRO. Participó de todas las reuniones de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio mientras estuvo en Europa. “Es el integrante más influyente del espacio, pero no es determinante”, aclara. Sin embargo, sus posiciones ganaron cada una de las pelotas divididas en la coalición y expresan las posturas más radicalizadas. “Acá se vive en libertad”, expresó al llegar a Francia, en clara alusión a las medidas de aislamiento dispuestas por Alberto Fernández. Dos semanas más tarde, evitó las sutilezas y se manifestó “orgulloso” de las personas que participaron de la marcha anticuarentena para decir “basta al miedo y al atropello”. Desde el sector “moderado”, no coincidieron con la convocatoria del PRO a la movilización del 17 de agosto y menos con la participación de Patricia Bullrich: “A nosotros no se nos ocurre convocar a una marcha. Una cosa es aceptarla pero no participar, otra es participar y además convocar”.

A pesar de las tensiones y choques que genera la presidenta del PRO, Macri está más que conforme con la visibilidad y el protagonismo que le dio al partido. Incluso, la agenda de la coyuntura la trabaja con ella. Hoy, Bullrich es Macri. No obstante, desde la mesa chica de la Ciudad le bajan el precio a la ex ministra de Seguridad y afirman que simplemente “está cumpliendo un rol necesario para este momento, con una postura más confrontativa. El verdadero liderazgo a futuro lo tiene Horacio”, indican.

El contacto entre Macri y Rodríguez Larreta se mantiene de forma esporádica. “Como toda relación humana existen mejores momentos que otros, pero el vínculo está muy consolidado”, aseguran. Igualmente, nadie ignora, que desde el macrismo miran con atención el progresivo crecimiento del jefe de gobierno. 

Con Vidal los intercambios personales son menos frecuentes. “A María Eugenia es a la que más le costó procesar la derrota”, confiesan desde el PRO y auguran que en caso de competir electoralmente el año que viene será en la Provincia. A pesar de las tensiones lógicas producto de la estrepitosa derrota electoral, nadie dentro de Juntos por el Cambio ve posible una ruptura. “En eso se parecen más al peronismo, si fueran radicales ya hubiera explotado todo", sintetiza un dirigente de la UCR.

Hacia adentro, Macri plantea que su principal tarea es fortalecer la unidad de la alianza. Conserva su centralidad en el PRO y mantiene contacto con el resto de los aliados. Esta semana habló con Elisa Carrió, e incluso cada tanto se comunica con Alfredo Cornejo, a pesar de que el titular de la UCR prefiere verlo afuera de la cancha. “No tiene margen para volver a ser candidato”, sentenció meses atrás. Un dato no menor que fundamenta la premisa del mendocino, es que las voluntades que el ex presidente aún cosecha hacia adentro son diametralmente opuestas a una imagen positiva que no supera el 22%. 

Partiendo de la hipótesis de que la unidad, supuestamente, está garantizada en la divergencia, la siguiente cuestión a resolver es qué rol va a ocupar Macri en la nueva configuración. Para el ex presidente español Felipe González, los ex mandatarios son como jarrones chinos en ambientes pequeños: “Se supone que tienen valor y nadie se atreve a tirarlos a la basura, pero en realidad estorban en todas partes”. ¿Será Macri el jarrón chino de Juntos por el Cambio?

En principio, su propósito es participar activamente del armado político. Muy pocos ven la posibilidad de una candidatura. Recalcan que es una decisión sumamente personal y que la presión por el avance de las causas judiciales es un factor a tener en cuenta. La mayoría se inclina en que en Juntos por el Cambio conserva su estatus de fundador y que la cuota necesaria de poder, en esta nueva etapa, va a venir de la mano de su perfil internacional desde su cargo de presidente de la Fundación FIFA. En ese esquema, el Congreso argentino queda a miles de kilómetros de distancia del viejo continente. Asimismo, está claro que al ex presidente no le apasiona la tarea legislativa y que en la Cámara de Diputados estaría muy expuesto a las críticas: “No se va a prestar a que arrastren su legado”, señalan en su entorno.

La defensa, a capa y espada, de sus cuatro años de gobierno, es la profunda perturbación anímica que desvela a Macri. Mucho más que los destinos del país, la unidad de Juntos por el Cambio o el cargo público que pueda llegar a obtener. Lo que lo obsesiona y motiva a seguir adelante es cómo va a quedar parado frente a la historia. Se ilusiona al pensar que “la reivindicación a Alfonsín le llegó muchos años después”. La variable que no tiene en cuenta es que él no fue Alfonsín sino Macri.