La cámara gira en torno a su eje, envolviendo imágenes, colores y sonidos. Suena un charango que Diego Pérez extirpa de su consola. Tras él, una base percusiva y la voz de Pascual “Muerdo” Cantero, cantautor español apadrinado por Luis Eduardo Aute, producido --cierta vez-- por la líder de Amparanoia Amparo Sánchez, y afecto a lo mismo que su anfitrión: la cruza entre ritmos ancestrales, étnicos, con música tecnológica de punta. “Con ´Muerdo´, nos veníamos cruzando desde hacía tiempo en giras por México, y a principios de año me convocó para realizar la producción artística de su próximo disco. Entonces se vino para Argentina y comenzamos a trabajar. Conectamos rápido… le mostré el boceto de la canción, le gustó mucho y surgió la idea de seguir construyéndola juntos”, cuenta Pérez, fundador de Tonolec y Nación Ekeko. La canción se llama “Hermanos”, y es precisamente la que suena en el video. Diego y Pascual lo grabaron en febrero, poco antes de que se desatara la pandemia, y el resultado fue tan auspicioso que el músico argentino usó el single para anunciar Qomunidad, próximo disco de Ekeko. “Estoy trabajando en colaboraciones con músicos de todo el mundo… estos singles son anticipos del disco que vamos a presentar a fin de año”.

Vuelta al video. La cámara sigue girando como emulando el movimiento de la tierra, y el dúo parece transformarse en multitud. Las imágenes de Diego y Pascual se suceden, ensamblan e intercalan como si fuesen partes de un ritual hipnótico, sostenido por el sonolumas, novedoso controlador inalámbrico creado por Pérez, que mezcla y combina instrumentos. En efecto, de ahí sale el resto instrumental que viste “Hermanos”. “El timbre de la voz de `Muerdo` y su forma particular de cantar le dieron a la canción un color súper interesante, además de que el mensaje es algo que ideológicamente compartimos, siempre vinculado a la idea de que nadie se salva solo”, continúa describiendo la pata masculina de Tonolec. “`Lo que respira la tierra es lo que siento`, dice una parte de la letra y resume la idea: transmitir lo que vengo aprendiendo de la cosmogonía Qom con respecto a que somos parte de la naturaleza, que no es algo externo a nosotros de lo que solo podemos extraer cosas. Además, prima también reforzar la idea de que no importa que estemos en diferentes lugares del mundo… somos hermanos porque nos alimentamos de la misma madre tierra”.
--El vínculo conceptual con Tonolec no es pura coincidencia…

--(risas) Bueno, creo que el factor común entre ambos proyectos es la integración de músicas de raíz con sonoridades contemporáneas… lo ancestral y lo presente, quiero decir. La diferencia, creo, es que la música de Nación Ekeko propone una conexión más desde el cuerpo y el movimiento, desde la danza… la experimentación en vivo como celebración colectiva. La música y la creación son siempre una necesidad expresiva y todo lo que viene después termina siendo un regalo inesperado”.
El presente de Tonolec --dúo con el que Pérez publicó siete discos a la fecha— pasa por esperar que pase la pandemia para volver al vivo, y estrenar la película El canto del tiempo. “Con Charo (Bogarín) siempre nos sentimos familia, llevamos adelante un proyecto juntos por veinte años y lo regamos juntos, pero hoy en día sentimos la necesidad de crear y regar nuestros proyectos solistas, de nutrirnos de otros mundos”, sostiene el inquieto multiinstrumentista chaqueño. “Son cosas que uno piensa en este momento único en la historia de la humanidad, que trae aparejadas grandes enseñanzas y también grandes dificultades por la forma que venimos tejiendo de vivir. A mi particularmente me está haciendo reflexionar mucho y observar mucho, también. Espero que podamos salir mejor de esto y activemos cambios estructurales que vienen siendo postergados”.

--Retomando el concepto de “Hermanos” –que se supone será, en general, el del disco—además de la influencia qom, aparece la impronta Manu Chao. Incluso, se puede apreciar aún mejor en temas pasados como “Hijo del altiplano” o “Atahualpa” ¿Acordás?

--Bueno, “Hijo del altiplano” surgió de mi primer viaje a Perú, inspirado en el paisaje de la isla de los Uros, y supongo que, como le pasa a Chao, todas las influencias y lo que me gusta --la música afro, las sonoridades andinas-- aflora siempre a la hora de componer. Algo parecido aplicaría a “Atahualpa”, canción que surgió de la poesía y la voz de Yupanqui, y que capta bien esa idea de que somos parte del paisaje en que vivimos.