Los números de la Conmebol no cierran. La pandemia hizo perder mucha plata y hay que empezar a recaudar con la televisión que registrará picos de audiencia con la ganas de volver a ver fútbol por estos pagos. 

Los números del coronavirus, por otra parte, no aflojan en América del Sur. 126 mil muertos en Brasil, donde tiene que jugar River en los próximos días. Casi 30 mil muertos en Perú, donde tienen que jugar Racing y River. Más de 21 mil en Colombia, donde debe jugar Boca. Casi 10 mil muertos en la Argentina, donde se jugarán cuatro partidos en las próximas dos fechas. Este es el cuadro de situación, la disyuntiva que se viene repitiendo casi desde el momento en que fue declarada la pandemia, en marzo pasado: la economía o la salud. 

En este marco no es una buena noticia que se apure la reiniciación de la Copa Libertadores, por más protocolos que se apliquen. De hecho, la implementación de medidas de resguardo y la famosa burbuja acá no sirvieron para evitar que casi todo Boca contrajera el coronavirus. Se dirá que en otros clubes no pasó nada; que la mayoría de los casos de Boca son asintomáticos y no les impedirá jugar; que se trata de planteles muy numerosos, pero lo concreto es que se abren nuevos frentes infecciosos que contribuyen a la alarma general.

La cuestión deportiva es otro asunto para considerar. Los equipos argentinos tienen mucho menos rodaje que otros que ya retomaron su ritmo de competencia y peor en el caso de Boca, forzado a frenar los entrenamientos que venía realizando. De todos modos esta cuestión es menos importante que la sanitaria.

Lo que en general no se visualiza en la cuestión económica es el problema serio que representa la pandemia para los clubes chicos que no tienen respaldo y para los jugadores de esos clubes. El futbolista que gana sumas millonarias puede atravesar al temporal; el que pucherea, no tiene cómo zafar. Y en todo caso es más urgente que se contemple la situación de los más necesitados.

La Copa Libertadores podría esperar un poco más, pero la guita manda y vuelve. “Buena noticia”, debe estar pensando el maldito virus.