La pelota volverá a rodar salpicada por el virus. No con la pandemia estancada o en retroceso, pero sí con el Covid-19 al acecho y en crecimiento. Más de 4 millones de contagiados en Brasil, casi 700 mil en Perú, 650 mil en Colombia, la Argentina acercándose al medio millón y la lista sigue. En este presente distópico, la Conmebol asegura que la vuelta de la Copa Libertadores será segura en un continente inseguro. Argumenta que pagó una póliza muy alta para que todo salga muy bien: unos 95,5 millones de dólares que repartió entre los clubes participantes desde que comenzó la plaga sin vacuna. La mayor parte ya se había desembolsado. Pero hubo un refuerzo más de 2,5 millones en los últimos días. De modo que nadie se queje aunque el azote del coronavirus siga su marcha indetenible. Ya lo sufrieron Boca a gran escala y también otros equipos.
En su página oficial la Conmebol colocó un reloj con la cuenta regresiva. Este cronista lo vio cuando marcaba una espera de 10 días, 5 horas y 47 minutos para el retorno del torneo. Fue el sábado a la tarde mientras el mapa en tiempo real de la Universidad Johns Hopkins señalaba que ya había 26.709.458 contagiados en todo el mundo y 876.400 muertes.
La gripezinha del fascista Jair Bolsonaro sigue con fuerza recorriendo el planeta y ahora a Sudámerica en especial. En su país, donde River jugará con San Pablo el próximo 17 de septiembre ya se cuentan 125.502 fallecidos que seguramente serán varias decenas más cuando se publique esta nota. La vuelta segura del fútbol que pregona la institución madre de todos los males y las corruptelas de los últimos años –por no decir de buena parte de su historia– es una entelequia. Solo creen en ella el presidente Alejandro Domínguez y los que siguen en rebaño su prédica.
La Conmebol se excusa en que todos los gobiernos del continente –excepción hecha de las Guyanas y Surinam que nunca se supo bien por qué no juegan ningún torneo sudamericano– aprobaron los protocolos sanitarios sugeridos por la organización. Además destacó que “cada uno de los clubes podrá ejercer la localía en sus respectivos países”. Sin público, claro, aunque si fuera por Bolsonaro los equipos brasileños jugarían con hinchas en las tribunas.
Si hubiera gobernado Macri la Argentina –que la boca se nos haga a un lado- ocurriría otro tanto acá. Pero se sabe: el ex presidente se cobijó en la FIFA, en la fundación homónima y solo lanzó proclamas deshilachadas contra la cuarentena desde Suiza, apoltronado como estaba en su oficina de la corporación que le dio un cargo desde el que manejará muchísimo dinero.
La vuelta de la Copa Libertadores está cerca. Aunque no se sabe si para jugarse o para que propague todavía más los contagios en la región más golpeada del mundo con la excepción del Gran Hermano, Estados Unidos. Allá los contagiados son más de 6 millones mientras Trump hace campaña para seguir en la Casa Blanca. El soccer regresó, pero no es pasión de multitudes como al sur del río Bravo.