El confinamiento obligatorio en los hogares trajo de regreso al radioteatro, género popular que en estos tiempos se reinventa como una posibilidad de trabajo para los artistas, y como una forma segura, y a la vez atractiva, de hacer ficción. La Compañía es, precisamente, el nuevo proyecto radial nacido de la colaboración entre la cooperativa El Descubridor y Radio Gráfica, de Buenos Aires (FM 89.3), desde donde podrá escucharse a partir de hoy, de lunes a viernes.
Protagonizada por Arturo Bonín, Manuel Callau, Anahí Gadda, Nacho Iambrich, Alejo Ortiz, Ingrid Pelicori y Julieta Vallina, la producción cuenta con la locución de Ana Carella, la dirección de Carlos Demartino y la coordinación autoral de Patricia Zangaro. Y cuenta la historia de Ernesto Enríquez, un fletero apasionado por el teatro y que monta sus obras en el salón de actos de la mutual del fletero, hasta que un día las instalaciones ya no están disponibles y decide armar una compañía teatral y recorrer el país con su propia versión de La muerte de un viajante, de Arthur Miller. Ese viaje actuará como disparador para revelar las problemáticas medioambientales de las distintas provincias.
Pensado, en principio, para una temporada (aunque hay ganas de más), el ciclo cuenta con seis capítulos que se dividen en cinco bloques de diez minutos. Por día se emitirá un bloque a las 12.10, a las 17.50 y a la medianoche, y radios comunitarias de todo el país pertenecientes a FARCO (Foro Argentino de Radios Comunitarias) se sumarán a la transmisión adaptando los horarios a su grilla.
“Nos gusta la idea del radioteatro. Creemos que en algún momento esto se va a generalizar. Estamos viviendo una época de reelaboración de paradigmas. La radio propone la reflexión, hurgar en cosas propias y permite que tengas un espacio para estar con vos mismo, y esta es una necesidad en el momento que estamos viviendo”, sostiene Callau, quien comenzó a idear el proyecto en 2018 junto con el periodista de Radio Gráfica Mario Sadras. Un año más tarde se grabó el primer capítulo, y recién durante el transcurso de la pandemia decidieron retomar el trabajo, ya por Zoom, y con la asistencia de Julián Pelliza a cargo de la edición.
“Desde el comienzo, el proyecto incluyó la posibilidad de trabajar con radios del interior que estuvieran en FARCO, y barajando posibilidades decidimos que teníamos que visibilizar las situaciones de conflicto que se están viviendo en cada lugar. Esta es una historia muy rica que nos ha llevado a fortalecer la idea de trabajar con compañeros y compañeras del interior, porque aparecía la necesidad de las voces y de la sonoridad profunda del hombre y de la mujer de cada zona”, cuenta Callau, que en la ficción interpreta a Ismael, un músico y amigo cercano de Ernesto, el protagonista (Bonín).
Al equipo se sumó Patricia Zangaro, quien llegó convocada por Callau y coordinó el trabajo autoral de cuatro dramaturgas: Raquel Albéniz, Brenda Howlin, Cecilia Legarralde y Selva Palomino. “Este es un proyecto con una dimensión social, cooperativista y federal”, dice la dramaturga que también solicitó el asesoramiento de Maristella Svampa para poder abordar la temática socioambiental.
“Cada localidad a la cual llega la compañía teatral de Ernesto, visibiliza las luchas de los movimientos sociales en los territorios contra los delitos ambientales. Entonces ahí la convoqué a Maristella que, además de ser una querida amiga, es una referente de estas luchas en toda Latinoamérica”, revela Zangaro. “A la luz de la pandemia, la cuestión ambiental demostró ser un tema primordial para poner urgentemente en agenda. Porque incluso dentro del campo progresista, no hay mucha conciencia de esta situación”, agrega.
Así, en cada capítulo se podrá escuchar sobre la problemática del fracking, en Allen, Río Negro; las luchas por el agua, y las asambleas contra la modificación de la Ley 7722, en San Carlos, Mendoza; los desmontes en Capilla del Monte, Córdoba; los agrotóxicos y su impacto en la salud de la población, en Realicó, La Pampa y el proyecto frenado de instalación de una planta nuclear en Sierra Grande, Río Negro.
“Nuestra idea es seguir. Trabajamos estos capítulos a partir de los primeros contactos que aparecieron con las radios, porque lo interesante es el ida y vuelta. Nos pusimos en contacto con los referentes de cada una, y les propusimos que fueran ellos quienes nos contaran cuál es la problemática que les interesa difundir. Y ya estamos en contacto con otras radios que nos mandan información sobre otras problemáticas. Entonces hay un primer trabajo de campo, donde nos envían la información para procesarla y adaptarla a las posibilidades del radioteatro. Y con ese material me junto con las dramaturgas para trabajar el desarrollo paralelo de las historias entre los personajes. Porque además de tener una dimensión social, este trabajo tiene un desarrollo dramático que tiene mucho humor y es muy entretenido”, detalla la autora acerca del proceso colaborativo de escritura.
El aspecto federal del ciclo es lo que destacan Callau y Zangaro, una característica que se cumple dentro y fuera del plano ficcional. “Lo federal no pasa solamente por el hecho de que la compañía de Ernesto Enríquez viaje a través del país y visibilice determinadas problemáticas, sino que además a partir del tercer capítulo empezamos a hacer un intercambio real con actores y actrices del lugar. Es decir, que los personajes de las distintas provincias los interpretan compañeros y compañeras de ahí”, comentan.
En la era de la hegemonía de lo visual, la radio, ya centenaria, resiste y acompaña. “Me acuerdo que siendo muy chica, a los 14 o 15 años, cuando empecé a tener una vocación por el teatro cada vez más definida, mis alocadas noches de sábado consistían en pegarme a la radio para escuchar Las dos carátulas. Eso era un gran festín”, recuerda Zangaro sobre su primera experiencia con el radioteatro.
Callau, por su parte, actuó en este formato siendo estudiante, y ahora vuelve a esos orígenes. “En Radio Provincia hacían un radioteatro y me invitaron a ser parte. Fue una experiencia interesante, pero en ese momento no valoraba lo que podía pasar con el radioteatro. También recuerdo haberlo escuchado con mi abuela, con mi madre y mi padre. Pero no me veía haciendo eso. En cambio, ahora tengo la sensación de que estamos realizando algo que necesitamos todos. Y la prueba está en que cuando nos juntamos los domingos por Zoom para grabar lo hacemos contentos, como si estuviéramos en una fiesta. Creo que esto habla del lugar desde el cual estamos haciendo esto. Y me encantaría que a la gente le pase lo mismo cuando lo escuche”.