Si hay algo que se tiene claro a esta altura de la situación es que el Coronavirus cambió la vida de todas las personas. Y las conductas. Así como hay sujetos que, en pleno centro porteño, se dedican a cantar mientras queman barbijos, hay otros que están trabajando a destajo, en estos momentos, cuidando la salud de los enfermos de Covid-19 y protegiendo a la población de los contagios. Estos últimos son los imprescindibles, los que tienen la dignidad intacta frente a los delirios de algunos que no comprenden –o que lo niegan porque quieren- que el mundo, en general, y la Argentina, en particular, están atravesando una situación tan delicada como dolorosa. El Especial Pandemia en Argentina: historias de vida en los meses de aislamiento, que se vio el domingo por la Televisión Pública, rescató los valores profesionales y humanos de quienes están dando todo para salvar vidas. Se detuvo también en las experiencias de quienes estuvieron contagiados, en los familiares y en todo lo que ha hecho el Estado argentino en materia de políticas sanitarias para que el país esté preparado lo mejor posible frente a esta situación inédita.

Con producción general de Jorge “Topo” Devoto, dirección de Leonardo Anolles y guión de Omar Quiroga, el documental comenzó haciendo un breve racconto de lo que sucedió desde marzo: desde el anuncio del primer infectado en la Argentina, la declaración del estado de emergencia sanitaria en el país, la decisión tomada de suspender las clases, y la declaración del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, por parte del Presidente de la Nación, Alberto Fernández, entre las primeras medidas adoptadas.

Luego, se detuvo en la infraestructura hospitalaria que se fue incorporando para ganar tiempo frente a la propagación del virus y evitar que colapsara el sistema sanitario. Así se vio a un capataz de obra que contó cómo trabajaron sin pausa para los hospitales modulares de rápida atención en Quilmes. Un obrero de la construcción relató algo similar respecto del Hospital René Favaloro, en Rafael Castillo. Los trabajadores de Astilleros Río Santiago se encargaron, a su vez, de reparar camas de metal. Se vieron los hoteles de Chapadmalal que fueron convertidos en unidades de aislamiento extra-hospitalario, y también el Parque Sanitario Tecnópolis.

Pero como el especial –que es parte de un documental de mayor duración y sub-ramas temáticas que está preparando el mismo equipo- fue de Ushuaia a La Quiaca, también se pudo apreciar cómo en la ciudad más austral del mundo el polideportivo municipal fue convertido en Hospital de Campaña, armado especialmente para la situación de pandemia. De la otra punta del mapa argentino, en San Salvador de Jujuy, se vieron imágenes del primer Hospital de Campaña armado en Sudamérica. “Sin importar de dónde vengas, cómo te llames ni cuánta plata tengas en la Cuenta Corriente, el sistema público te va a dar respuesta y va a intentar darte la mejor respuesta porque si hay algo que se hizo en estos últimos tiempos fue fortalecer todo lo que hace a la atención de la patología Coronavirus”, graficó un médico. 

El documental mostró un ritmo vertiginoso en el modo de presentar la información de archivo. Y logró una intensidad aun mayor cuando hablaron los propios protagonistas de la situación: los trabajadores de la salud, los pacientes recuperados y los familiares de quienes se curaron y también de quienes ya no están. A Ushuaia llegó Daniel Casco el 1º de abril para visitar a su hijo y a participar de la vigilia por un nuevo aniversario de Malvinas. Lo que este señor no sabía era lo que le tenía deparado el destino cuando terminó en un hospital. “Me tuvieron en observación en el ingreso y me dijeron que me iban a llevar a sala y ponerme oxígeno. Ya de ahí no recuerdo mucho porque estuve 23 días en coma. Gracias a Dios estoy acá”, dice Casco, al borde de las lágrimas. El documental ganó en emoción con los testimonios, pero evitó caer en golpes bajos. Invitó a concientizar sobre la situación que se está viviendo y a compartir experiencias de vida.

Además de imágenes de archivo de cómo fue la pandemia en el extranjero, el especial mostró también el primer vuelo de Aerolíneas Argentinas de los varios que hubo para traer desde China insumos necesarios para los argentinos. Se observó el control de frontera con Bolivia y en la Triple Frontera en Misiones, que la Argentinacomparte con Brasil y Paraguay. También se hizo referencia al momento en que se anunció la descentralización del diagnóstico de Covid-19 para que se hiciera en otros lugares y no sólo en el Instituto Malbrán. Esto permitió tener los diagnósticos en menos tiempo. Enfocó, además, en la labor de los promotores de la salud que llevan adelante el Plan Detectar. Una trabajadora comentó que también tratan de detectar si hubo algún caso de violencia y si a las personas les faltan documentos, vacunas y alimentos.

No hay mejor remedio que la sensatez contra la irresponsabilidad de algunos que se enorgullecen de violar el aislamiento y promueven marchas “anticuarentena” (como si se tratara de una disputa política, cuando en realidad son medidas sanitarias contra la propagación del virus). “Yo entiendo que hay gente que se quedó sin laburo, que la está pasando mal, pero si perdés el laburo, el auto o la moto, los podés recuperar. Pero si se te muere tu mamá, tu papá o tu hijo, eso no tiene remedio”, dice con toda franqueza y sentido común el doctor Nicolás Varrenti, del Hospital Municipal de Morón. Cuando lo entrevistaron llevaba cumplida una guardia de 24 horas, a la que le estaba sumando 12 horas más para cubrir a un compañero que tenía a su esposa enferma de Covid-19.

Ellos, los trabajadores de la salud, se suben diariamente al tren solidario que esquiva las barreras de la exclusión para poder curar a miles de hombres y mujeres que en estos momentos son mucho más que pasajeros de una pesadilla.