El desarrollo de la fotografía estereoscópica en Argentina, al igual que en el resto del mundo, tuvo momentos de auge y ocaso. En nuestro país, sin embargo, la gran mayoría de las imágenes fueron producidas por fotógrafos aficionados, siendo pocos los profesionales que exploraron este campo. A su vez, las cámaras y placas fotográficas requeridas en esta técnica tenían un costo elevado y necesitaban procesos de positivado especiales, lo cual reducía el acceso a usuarios con cierto poder económico. Esto hace que la producción de imágenes estereoscópicas no haya sido tan grande como las tradicionales y las colecciones se encuentren dispersas, sea en posesión de descendientes que no necesariamente tienen relación con la fotografía, o se hayan desechado o perdido a lo largo de los años. Es difícil entonces precisar la cantidad de fotografías estereoscópicas producidas principalmente en el siglo XX, pero es posible intuir que estamos solamente ante una pequeña parte del volumen total.
A pesar de las limitaciones cuantitativas, esta exhibición propone abordar los trabajos que desarrollaron en diversas partes del país aficionados y profesionales, y que al día de hoy se han presentado en pocas ocasiones y aisladamente.
Dentro de la producción realizada por aficionados se encuentra el trabajo de José María Jorge, Alberto Constancio González, Bernardo Croce, Walter Kirby y el de otros autores no identificados. Estos fotógrafos abordaron distintos temas en común: escenas de la vida cotidiana, retratos familiares y viajes a Europa y Argentina, especialmente a Mar del Plata, lugar de veraneo que varios de ellos frecuentaban.
Alberto Constancio González merece principal atención. Su virtuosismo excepcional para este tipo de fotografía hace que su trabajo sea de una calidad mucho mayor a la de sus pares. El dinamismo y precisión en la composición (estos negativos no eran reencuadrados al momento de su positivado) que se observa en la mayoría de sus placas está a la par de su capacidad para capturar el instante y fijar la distancia de foco. En su prolífica producción, González abordó diversos temas. Como miembro de la familia González Venzano, que era parte de la alta sociedad, tuvo acceso a lugares que esta frecuentaba y a importantes eventos oficiales, entre ellos a los festejos del centenario de la Revolución de Mayo y la inauguración del Tren Trasandino, ambos en 1910, los cuales capturó con su cámara estereoscópica legando un registro de época de un valor estético singular.
El caso de José María Jorge, reconocido médico traumatólogo de su época, es interesante ya que a lo largo de sus años de producción se percibe una constate evolución en el desarrollo de la forma de representación del espacio a través de la estereofotografía. En sus primeras placas, puede observarse una técnica más pobre donde el potencial de recrear la ilusión de profundidad casi no era explotado, los encuadres se aproximaban a los que se harían al tomar una imagen bidimensional (el visor monocular de las cámaras estéreo era similar al de las cámaras convencionales y no permitía percibir la profundidad al momento de encuadrar).A lo largo de los años, a medida que acumulaba fotografías y habiendo visto el resultado de las mismas, fue desarrollando un sentido más preciso de la composición espacial y comenzó a incluir premeditadamente elementos en primeros planos para crear una mayor ilusión de profundidad. Esta intención puede advertirse ya que son elementos que en una fotografía tradicional normalmente se excluirían debido a que juegan un papel demasiado predominante en la composición. Otra particularidad de Jorge es que dedicó parte de su producción a registrar con este medio su práctica profesional como médico, algo poco común en los aficionados.
Paralelamente al trabajo de aficionados,entre los fotógrafos profesionales hubo algunos pocos que adoptaron el uso de la estereofotografía. Uno de ellos fue Pastor Valdez, quien tuvo la oportunidad de registrar la primera circunnavegación de la Fragata Sarmiento. Valdez fue nombrado como profesor civil de fotografía para instruir a los futuros oficiales y contaba con su laboratorio/cuarto oscuro en el interior de la fragata, en el cual los cadetes realizaban las prácticas. El resultado de este gran proyecto fueron cientos de negativos y la edición de una colección de 600 imágenes estereoscópicas que ilustraban su paso por los 5 continentes.
Otro caso particular fue el del inmigrante sirio Abud José Bachur, quien se radicó en Tucumán a principios de siglo XX y abrió en 1913 su estudio “Luz y sombra”. Gran parte de su trabajo profesional eran los retratos en exteriores y en estudio, donde los realizaba con luz natural en su galería vidriada, ambientándolos con fondos pintados de gran realismo. Los retratos de estudio presentan un curioso efecto ya que el retratado se percibe en profundidad no así el fondo, que era una imagen bidimensional. Por su profesión, Bachur tenía una noción compositiva muy refinada lo que le permitió plasmar su manejo del espacio en imágenes estereoscópicas de gran profundidad.
El interés que hubo en la estereofotografía hacia fines del siglo XIX y principios del XX fue mermando a medida que avanzaba el siglo XX. Sin embargo, en la década del 60 hubo un resurgimiento de la fotografía estereoscópica. Para entonces la película diapositiva color ya se había popularizado comercialmente y algunos fotógrafos de sociales comenzaron a ofrecer como servicio adicional, aparte del tradicional álbum con copias, un juego de tarjetas con las diapositivas originales y un visor plástico para verlas. La imagen estereoscópica ya contaba con antecedentes y es lógico pensar que estos fotógrafos profesionales conocían la técnica para logar el efecto de profundidad que la caracteriza. Una vez más recurrieron en sus composiciones a ubicar elementos en planos sucesivos o en fuga para lograrlo. Actualmente es difícil hallar información de los fotógrafos que utilizaron esta técnica, especialmente porque estuvo relacionada con un uso comercial concreto donde rara vez había registros de autoría y el material producido que permanece, en la mayoría de los casos, es atesorado por las familias que contrataron los servicios del fotógrafo.
Observando esta diversidad de trabajos, tanto de profesionales como de aficionados, y el desarrollo estético por parte de algunos, se puede deducir que la estereofotografía requirió una aproximación diferente a la fotografía bidimensional tradicional, especialmente en lo que se refiere a composición y manejo de los elementos en el espacio.Recursos como los mencionados anteriormente, que no siempre se aplican en una composición bidimensional, fueron las primeras aproximaciones a desarrollar un lenguaje específico del medio.
Cabe destacar que en todos los casos los equipos que utilizaban, al igual que los dispositivos de observación de estas imágenes, estaban limitados a las opciones que el mercado ofrecía: distintos tipos de cámaras y visores que en la mayoría de los casos mantenía el formato original del negativo o positivo utilizado. Esto obviamente limitaba las posibilidades expresivas del medio que en muchos casos terminó cumpliendo la función de entretenimiento o curiosidad en las reuniones sociales.
A lo largo de la historia de la fotografía hubo avances tecnológicos que dieron paso al desarrollo de nuevos lenguajes de la imagen -podríamos entablar relación entre los materiales más sensibles y la instantánea, la cámara Leica y fotografía de calle, la película Kodachrome y la fotografía color-; el caso de la estereofotografía es muy llamativo, ya que si bien la imagen estereoscópica y la fotografía estuvieron relacionadas casi desde sus inicios, nunca llegó a desarrollar un verdadero lenguaje propio donde la posibilidad de recrear el espacio tridimensional fuera su rasgo distintivo.
La intención de esta exhibición no es solo relevar parte del trabajo realizado desde hace más de un siglo con esta técnica en Argentina o por fotógrafos argentinos, o permitir al espectador transportarse a un tiempo y lugar de la forma más realista en la que se pudo registrar en su momento, sino principalmente evidenciar una práctica que al día de hoy, y a pesar de los cambios de tecnología, quedó en gran medida olvidada. Actualmente la cantidad de fotógrafos trabajando con esta técnica se reduce a un porcentaje mínimo, y las propuestas formales y conceptuales en la fotografía contemporánea muy excepcionalmente cuestionan la reducción del espacio tridimensional a una imagen bidimensional.
Estos fotógrafos como tantos otros, motivados por las modas, la curiosidad o la necesidad expresiva genuina, iniciaron en nuestro país un camino hoy abandonado, que visto desde la perspectiva actual merece seguir siendo explorado.
* Fotógrafo. Curador de la muestra. Texto para el catálogo de la exposición, que sigue hasta el 20 de noviembre, en FOLA, dentro del paseo de compras Distrito Arcos, con entrada por Paraguay 4979. Entrada y reserva de turnos en www.fola.com.ar/reserva-de-turnos