Aquella tarde del 8 de septiembre de 1990, en Nueva York, el circulo terminó de cerrarse por completo. Una joven de precoz explosión en el circuito, la misma que había empezado a jugar en el frontón del club River, tocaba el cielo con las manos. Pasaron nada menos que 30 años pero aquella proeza perdurará indeleble a través del tiempo: se cumple un nuevo aniversario de la conquista de Gabriela Sabatini en el US Open, el mayor hito en la historia del tenis femenino argentino, apenas meses después de la celebración de su cumpleaños número 50.
"Desde el primer día pensé que iba a levantar la copa. El último punto de la final con Graf fue dudoso: ella decía que la pelota había sido mala pero el juez de silla la dio buena y fue la gloria, el momento más lindo que viví", recordaba la propia Gaby, tiempo atrás, respecto de aquella definición en el estadio Louis Armstrong de Flushing Meadows.
En aquel momento, ya con 20 años cumplidos, Sabatini estaba instalada entre las mejores del mundo pero recibía muchas críticas. Pero el Abierto de Estados Unidos resultaría un torneo especial: con el brasileño Carlos Kirmayr como entrenador y el psicólogo Jim Loehr, pionero de la disciplina abocada al tenis, Gaby lograba el título más importante de su vida.
Finalista en la edición de 1988, cuando cayó ante Graf en tres parciales, la mejor tenista argentina de todos los tiempos tendría el desquite soñado en un año algo irregular, con la conquista en Boca Ratón como único título hasta ese momento. Como quinta cabeza de serie, desde el inicio exhibió un nivel fenomenal y apiló a las rivales casi sin atenuantes.
Rumbo a los cuartos de final quedaron en el camino, sin ceder sets, la local Kathy Jordan, la francesa Isabelle Demongeot, la belga Sabine Appelmans y la checa Helena Sukova. Después debió sacar a relucir lo mejor de su talento para eliminar a la georgiana Leila Meskhi y a la estadounidense Mary Joe Fernández, octava favorita y finalista meses atrás en el Abierto de Australia.
La tarde soleada del sábado 8 de septiembre de 1990, en un repleto Louis Armstrong, Sabatini concretaba la gesta: con passing paralelo de drive, sobre la línea y ante la mirada de Graf, cerraba el triunfo 6-2 y 7-6 (4) frente a la número uno del mundo y máxima preclasificada en Nueva York. El encedido festejo de la joven argentina sólo irradiaba felicidad.
Si bien aquel día, treinta años atrás, habrá sido el día más glorioso de su etapa deportiva, Gaby acumuló todo tipo de logros desde sus inicios hasta el final de su carrera en 1996. Con apenas 14 años, en 1984, obnubiló al mundo tras consagrarse en Roland Garros junior y de ahí en adelante no paró.
Al año siguiente fue semifinalista en profesionales y ganó su primer título en Tokio; en 1989 alcanzó el número tres del mundo, su mejor posición histórica; totalizó 27 títulos del circuito mayor, con el US Open de 1990 y los Masters de 1988 y 1994 entre los más destacados; y fue subcampeona olímpica en los Juegos de Seúl 1988. Su legado, sin dudas, es imborrable.