Hace años, Mario Roberto Alvarez se ganó un premio a la intervención en un edificio patrimonial por el espectacular destrozo que hizo en un hermoso petit hotel francés de la calle Libertad. Después de prácticamente demolerlo por dentro y arrancar todas sus aberturas, para reemplazarlas por malos fierros y vidrios fijos, el arquitecto no podía ocultar su sorna ante el premio. El detestaba el patrimonio y no tenía prurito alguno en desintegrarlo, con lo que sabía que el premio era una simple chupada de medias. Por suerte, el Premio Gubbio tiene mejor piné y es difícil que se lo entreguen a un continuador de Alvarez. El premio fue creado en 1960 por la Asociación Nacional de Centros Históricos de Italia como un instrumento para salvar y revitalizar esa maravilla humana que son los centros viejos italianos. Se llama Gubbio simplemente porque en ese pueblo se reunieron los delegados que votaron dar el premio, que desde 2009 se extendió al Caribe y América latina, gracias a un acuerdo con el Cicop y la Oficina del Historiador de La Habana. El de este año, organizado por la Gerencia Operativa de Casco Histórico porteño, es para intervenciones en piezas patrimoniales realizadas hasta el 29 de abril de 2017. Como los trabajos se pueden entregar desde mañana hasta justamente el 29, se entiende que incluye obras en proceso de terminación. Las bases y condiciones se pueden consultar escribiendo al correo [email protected].