Estamos ante lo que suele llamarse una gran novela norteamericana (In the distance, es su título original) y sin embargo fue escrita por un argentino criado en el exilio, en Estocolmo, que luego de regresar a Buenos Aires y estudiar Letras y dar clases de Teoría y Análisis Literario en Puán, decide viajar a Londres y Nueva York, donde actualmente trabaja como periodista y editor.
Hakan Söderström, el personaje de su primera e impresionante novela, es un sueco que viaja siendo niño -a mediados del siglo xix- junto a su hermano Linus, hacia “América”. En un trasbordo en Portsmouth, se separan involuntariamente. En lugar de viajar hacia Nueva York, el barco en que viaja Håkan se dirige hacia el sur y continúa hasta Cabo de Hornos, donde retoma el rumbo hacia el norte con destino a San Francisco. A partir del desembarco en California, la novela se convierte en un furioso Eastern, porque Hakan, a contramano de todos aquellos con los que se cruza, no tiene ningún interés en el oro del “lejano oeste”. Lo que él quiere es volver a encontrarse con su hermano Linus, y la aventura de su vida estará atravesada por este deseo de reencuentro en Nueva York, ciudad con la que sueña a medida que se interna en un desierto descomunal que tiene mucho de los de Sarmiento, Hudson y Martínez Estrada.
Hay un famoso texto de Tulio Halperín Donghi, Una nación para el desierto argentino, que fue reformulado no hace mucho por Fermín Rodríguez en su estudio titulado Un desierto para la nación. La novela de Hernán Díaz muestra una vez más cómo no sólo un proyecto de nación sino la mera idea de individuo es amenazada por la extensión del desierto. Pero Håkan no es un individuo, es mucho más que eso: porque en él habitan también los fantasmas de Jack London, de Thoreau, de Melville, de Walt Whitman. Encender una hoguera, la vida en los bosques, los barcos en medio del hielo, las hojas de hierba, todo eso encuentra un sitio en el conmovedor espíritu de este sueco que cada vez que observa algo por primera vez nos ofrece su mirada cargada de amorosa extrañeza, descubriendo la naturaleza del mundo en cada acto de supervivencia. En la hostilidad del Oeste experimenta secuestros, violencias descarnadas, crímenes, inacabables humillaciones y toda clase de desprecios, pero también aprende de los demás, al punto de encontrarse entre el analfabetismo y la especialidad en cirugía. Håkan es tanto un pordiosero como un médico, un chef gourmet, un diseñador de alta costura o un “Cristo anciano y fuerte”. Desde que llega a San Francisco, su cuerpo no deja de crecer y fortalecerse. “Era todo lo grande que se puede llegar a ser sin dejar de ser humano”, escribe Díaz al comienzo de la novela, cuando Håkan ya es viejo y se acerca a un grupo de tripulantes en un barco hielero en los mares de Alaska.
A lo lejos (finalista del Premio Pulitzer y del PEN/Faulkner 2017, recibió además muchos otros premios: el Saroyan International Prize, el Cabell Award, el Prix Page Award, el New American Voice Award) fue traducida y editada en España en febrero de 2020. Puede leerse en Kindle, aún no llegó a las librerías argentinas. Ya existe un contrato para llevarla al cine, y lo cierto es que se trata de una historia con múltiples elementos para la construcción de un guion perfecto. La escritura de Hernán Díaz es, por si algo le faltara a la novela, tan intensa como precisa: “Vestía unos pantalones de cuero, una camisa raída y varias capas indefinidas de lana, cubiertas a su vez por un abrigo confeccionado por pieles de linces y coyotes, castores y osos, caribúes y serpientes, zorros y perros de las praderas, coatíes y pumas, y otras bestias desconocidas. Aquí y allá pendía un hocico, una zarpa, una cola. La cabeza ahuecada de un enorme león de montaña colgaba a su espalda como una capucha. La diversidad de los animales que conformaban el abrigo, así como los diferentes niveles de deterioro de las pieles, daban una idea bastante aproximada del prolongado tiempo que había llevado la elaboración de la prenda, y también de la amplitud de los viajes de su portador”, escribe.
La relación de Håkan con los animales es todo un trabajo minucioso que no se reduce a la cacería ni mucho menos. Es capaz de observarlos, atenderlos, cuidarlos y amarlos como un Zaratustra extraviado en el desierto de Utah. Su relación con “Pingo”, un “bayo roano”, es de una ternura extrema, dramática. Incomprendido por casi la totalidad de aquellos que se acercan a él, al decirles su nombre le contestan: “¿El halcón puede? ¿Puede qué?”, debido a la pronunciación de Håkan y la similitud con “Hawk can”. Finalmente, se lo llega a conocer en los pueblos perdidos del Oeste como “El Halcón”, apodo sobre el que va creciendo una leyenda desmesurada. El sol, los llanos, los espejismos de agua, el silencio, los vagos recuerdos que van sedimentándose en una conciencia solitaria, son algunos de los elementos que conforman el mundo de este increíble personaje. La construcción en detalle de la soledad de Håkan según pasan los años, convierte a la novela de aventuras que es A lo lejos en un deslumbrante estudio de superación de lo humano.