Un especial sobre tricotas en el prime time de la televisión de Uzbekistán. Un programa a las 8 de la mañana en Canal Rural, de esos que informan la cantidad de animales que ingresan al Mercado Central. Con la premisa de que la decadencia es muy amiga de la creación, el compositor y cantante Nahuel Briones lanza su propio show de tevé por la web, hoy a las 22.
Si todo marcha bien, esta Briones Entertainment Television tendrá la estética de un canal zonal que anhela los brillos de MTV, con reversiones de sus temas, videos y auto-reportajes. "Va a ser como un especial de Año Nuevo con los mejores momentos del programa. Y quizás también salga un disco", avisa.
"Estamos a 17 cuadras de Rivadavia, pero en esta cuadra es como vivir en un pueblo. Acá cerca está la pizzería San Antonio, que tiene una fugazzeta rellena para taparte bien las arterias", dice Nahuel mientras camina Parque Patricios como un baqueano con carné de guía certificado. La entrevista es con barbijo y distancia reglamentaria, cruzando plazas, viejas despensas, hospitales y calles deprimidas con fantasías de barrio hi tech.
A paso firme, Briones cuenta que durante la cuarentena empezó a sacar fotos con el celular, de escenas que le llamaban la atención en el barrio. No le interesaba el costado pujante de Parque Patricios, sino las zonas abandonadas a su suerte. "La decadencia me genera una sensación de libertad muy grande", admite.
Y enseguida aclara: "En realidad no es abandono la palabra que usaría: no me gusta que las cosas se vayan cayendo porque sí, sino que perduren de esa manera, dejarlas como estaban". Y se acuerda de que, muchas veces, después de los shows se iba a caminar por estas mismas calles. Y eso, pasear, le hacía muy bien.
Hasta que el cuerpo no quiera más show
La cuarentena y un viaje previo a Cuba hicieron un trabajo sutil en la cabeza de Briones, como si esa parte productiva que lo llevó a aprender a tocar todos los instrumentos, grabar discos, autogestionarse y participar en más de 50 álbumes, le hubiera pedido un cuarto intermedio. Lo primero que entró en crisis fue la idea de tocar en vivo, más allá de que en estos meses tampoco lo podía hacer.
"Hasta principios de año había logrado vivir de los shows. No podía ahorrar, pero eso te chupa un huevo cuando la estás pasando bien. Con la cuarentena empecé a sentir que estar en un escenario no era una actividad para toda la vida", explica. Entonces se dio cuenta de que no tenía ninguna actividad que le diera suficiente placer para aferrarse cuando el cuerpo –o las ganas– le pidiera parar de tocar.
"No extrañé ni un solo día tocar en vivo. Fue raro, porque era mi pasión total, pero ahora pienso que no podía ser que la única parte que comerciara fuera mi cuerpo, y en tiempo real", dice. Lo que sí hizo en estos meses fue aprender a tocar la batería y convencerse de que podría tocar en una banda de rocanrol cuadrado y, eventualmente, "pasarla bien".
En todos los demás aspectos, sacó el pie del acelerador. Justo él, que se asumía bastante esclavo de su propia productividad. "En algún momento es como que dejé de ser músico para pasar a ser un profesional", afirma. Como contraofensiva, se puso a hacer un montón de cosas que no tuvieran que ver directamente con las canciones: sacar fotos, escribir lo que se le venía a la cabeza, pasear...
Y hacer un programa de televisión. El proyecto del show de tevé es el puerto al que llegó después de atravesar este proceso: un imperio privado de broadcasting, creado gracias a los "fondos millonarios" que generó su "exitosísimo streaming histórico".
Es autobombo, ¿no? ¿Fue histórico el streaming? ¿Fue exitosísimo? ¿Fue millonario?
--Yo flasheé con crear un mundo de ficción, y ahí está todo. La verdad es que al streaming le fue muy bien: pensé que lo iban a ver 50 personas y se vendieron como 500 entradas; salió en un montón de medios porque fue uno de los primeros streamings que se hicieron, cuando empezó la cuarentena. Me gustó imaginar que me hice millonario con eso y que invertí toda la plata en mi propio programa de tevé.
"El pop envejeció mejor que el rock"
"Vamos por acá, te voy a hacer conocer el Club Atlético Piraña", avisa. Camina rápido, sin dejar de charlar, más preocupado por mostrar las joyas ocultas del barrio que por hilar un discurso sobre su carrera.
En los últimos años, Briones lanzó tres discos de estudio: El nene minado (2018), Guerrera/Soldado (2017) y El Cruce de los Unders (2015), junto a Orquesta Pera Reflexiva. Participó en decenas de álbumes como invitado, tocó mucho con Paula Maffia y Lucy Patané (con quien está lanzando un disco) y acuñó un par de frases para estampar remeras: Sé lo que quieras menos policía y Bailamos como si hubiesen separado la Iglesia del Estado.
Justo frente al Piraña, dice que algún día le gustaría hacer una gira por los centros culturales del barrio. "Si me dijeran de tocar en la canchita del Piraña ya te digo que sí", declara. Después, al pasar frente a la sede del gobierno porteño, amaga con sacar una foto. Pero la imagen que le interesa no es la del edificio vidriado sino la de una pared medio ruinosa que hay enfrente, con un grafiti de un puño en alto.
El tema de la decadencia sigue dando vueltas y se traslada a la charla sobre los géneros musicales: "Creo que el pop envejeció mejor que el rock. Soy fan de Los Redondos y mi formación es rockera, pero me gusta más la cosa irreverente del pop. El pop no necesita ser joven", entiende.
Parado frente a la sede del Club Huracán y el Partido Obrero, imagina que sería divertido hacer un tour por Parque Patricios para la gente que fuera a ver un recital suyo en el barrio. "Si el show es a las 8, se podrían juntar todos a las 5 y hacer un tour guiado mientras estamos en la prueba de sonido", fantasea.
"Ya no me copan las giladas"
"Fue Cuba y después la cuarentena", insiste, como un sueño que lo persigue. El viaje a la isla y la pandemia calaron hondo, tanto que le sacaron la mochila de estar generando proyectos todo el tiempo. "Ya no me copan las giladas; tal vez me piden hacer una foto de prensa y respondo 'te paso la que tengo'", dice, sin mandarse la parte.
¿El programa es un poco eso: una burla a la idea de productividad?
--El programa es una burla a la televisión, a los medios, a las entrevistas en las que te preguntan siempre lo mismo. Hay una parte paródica muy fuerte. Fui muy fan de Cha Cha Cha y Todo por 2 pesos. Y me inspiré mucho en algunos viajes que hice por el interior del país, de las veces que fui a programas de tevé de bajo presupuesto que se hacían con mucha seguridad, a lo grande.
¿Briones TV va a tener una frecuencia o es un solo programa?
--Por el nivel de producción que tiene, aspiro a que sea una cosa más de lo que hago. No hay presupuesto para que sea semanal. Tampoco va a ser mensual, pero pienso en uno por año, cada vez más largo. Ahora cuando pregunten "qué hace Nahuel Briones" voy a poder contestar: saca discos, saca fotos, escribe, toca mal la batería y cada tanto tiene un programa de televisión.
¿Qué peso va a tener la parte musical en el programa?
--La verdad es que, cuando lo anuncié, la gente se copó porque aclaré que iba a tener música. Los temas que toco son versiones nuevas que podrían ser un disco. Elegí las canciones más pop para que estuvieran más alineadas con la estética; y no hacer temas demasiado serios.
De regreso a la casa de Nahuel para terminar el tour Patricio, el cantante sigue fantaseando con la idea de un viaje musical por las calles del barrio, un show en el Piraña, uno que abrace la veta heroica de la decadencia, termine con las giladas y corone de una buena vez a la Briones Entertainment Television.