Avanza en la Legislatura porteña una ley para que a la estación Callao de subterráneo se le sume el nombre Raquel Liberman, en homenaje a la mujer que fue víctima de trata y denunció a la Zwi Migdal, una de las redes más grandes de explotación sexual y trata de Sudamérica en las primeras décadas del siglo XX. “Visibilizar su vida en un espacio público tan transitado es una manera de instalar en la sociedad la importancia que tiene el tema. La trata es uno de los delitos más graves en todo el mundo; la concientización es un deber y terminar con ella es un compromiso de todos”, dijo la autora del proyecto, la legisladora María Patricia Vischi.
El proyecto de Vischi plantea además que el Poder Ejecutivo colocará la cartelería correspondiente con una reseña histórica de la vida de Raquel Liberman; que debe contener la frase: "no a la trata de personas". “Con esta idea buscamos redimensionar la figura de Raquel que vino a buscar un futuro y terminó siendo víctima de organización. Gracias a su fortaleza en un tiempo con un contexto muy diferente al actual, logró con su denuncia desbaratar una red Internacional”, explicó la legisladora.
La polaca
Raquel Liberman (Ruchla Laja Liberman) nació en la Ciudad de Berdychiv, actual Ucrania, el 10 de julio de 1900. Se casó con Yaacov Ferber, con quien que tuvo dos hijos. En 1921 Ferber emigró a la Argentina en busca de trabajo y poco tiempo después, Raquel y sus dos hijos se trasladaron también para reunirse con él en la localidad de Tapalqué, provincia de Buenos Aires. Sin embargo, en 1923 su marido murió de tuberculosis y Raquel se trasladó a la Ciudad de Buenos Aires en busca de trabajo.
“Si bien la historia del ingreso de Raquel Liberman en la red de prostitución que explotaba la Zwi Migdal no es unánime, lo cierto es que por intermedio de un hombre que conoció en su viaje en barco de Europa a Buenos Aires, o por intermedio de su cuñada que la habría entregado, o por necesidad de trabajo, Raquel fue obligada a prostituirse por casi una década, logrando comprar su propia libertad con la ayuda de un cliente piadoso”, explicó Vischi. Esta red fue creada por un grupo de inmigrantes polacos de origen judío que, bajo la figura de la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia, hacía viajar a Argentina, desde Europa del Este, a jóvenes polacas, sobre todo de origen judío, a fin de explotarlas en la prostitución.
El proyecto de ley fue sancionado el año pasado por unanimidad, pero requiere de doble lectura. Por eso, el 3 de agosto se hizo una audiencia pública y resta que la ley sea votada nuevamente. Se espera que el próximo 25 de noviembre, cuando se conmemora el día internacional de lucha contra la violencia hacia las mujeres, pueda estar no solo sancionada sino inaugurada la estación. Se eligió Callao, de la línea D, porque la vida de Liberman se desarrolló en esa zona.
Una historia de denuncias e impunidad
En la audiencia pública, del 3 de agosto, participaron entre otros, representantes de organizaciones sociales y también los nietos de Liberman. Myrtha Schalom, autora del libro La Polaca, que popularizó la historia y puso rostro a lo que en ese entonces se llamaba “trata de blancas”, estuvo presente. Contó que desde 1924 Raquel fue prostituida por Jaime Cissinger en el prostíbulo de Valentín Gómez 2888, de Balvanera. Y que con lo ahorrado durante tres años, ella compró su propia libertad.
“En la comisaría séptima del barrio de Once pidió ser borrada del Registro de Prostitutas para abandonar esa vida. A los diez meses volvió a reinscribirse en el Registro, argumentando no poder mantenerse con la venta de antigüedades en Callao 515. Su actitud intrigó al comisario Julio Alsogaray. La respuesta se la dio ella misma el 31 de diciembre de 1929, al acusar a José Salomón Korn, que mediante engaños fraguó un casamiento, robó su dinero y pertenencias y la devolvió al prostíbulo explotándola en su beneficio. Era un socio de la Zwi Migdal”, explicó.
El caso tuvo mucha repercusión pública aunque los prejuicios que hoy persisten en ese momento eran aún más estigmatizantes. A la víctima, por ejemplo, la tildaban de “mujer de vida airada”. Si bien el juez dictó la prisión preventiva a 108 socios y ordenó la captura de 334 prófugos, “en enero de 1931, tres jueces de la Cámara de Apelaciones revocaron la prisión preventiva por considerar que no hubo suficientes pruebas de asociación ilícita ni acusaciones de más víctimas. 105 de los procesados, fueron absueltos. El equilibrio de la ley había sido burlado, en menoscabo de la mujer”, dijo Schalom.
"Una rebelión perdida"
Amenazada por los rufianes después del juicio, Liberman gestionaba el regreso a Polonia con los hijos, pero no logró irse. Falleció en Buenos Aires de cáncer en la garganta, a los 35 años. El nieto de Raquel, Horacio Ferber, que también estuvo en la audiencia pública, dijo que cada vez que hay un acto por su abuela lo “embarga el dolor más visceral en mi pecho, sabiendo de su sometimiento por personas nefastas del género humano. Eso pasó con mi abuela y tantas otras mujeres, a través de los tiempos. Este acto es una campana de la conciencia social.”
Para Schalom, la lucha de Raquel fue “una rebelión perdida”. Sin embargo, dijo a este diario, “al romper el silencio impulsó el final del reglamentarismo en el país (1875 -1936). La ley 12.331 de ese año prohibía la existencia de prostíbulos. Aún vigente, sin embargo, no se cumple”. Este año se cumplen 120 años del nacimiento de Raquel. “Su lucha nos confirma que la prostitución es la semilla que sigue alimentando a la trata de personas en el siglo XXI”, cerró la escritora.