Los consumos masivos en pandemia reflejan fenómenos particulares. Una tendencia que venía firme se modificó con los cambios de hábito que generó la cuarentena: en lo que va del año, se vendió más vino que cerveza, luego de tiempos en los que el reinado de la espuma parecía inquebrantable. Las bodegas, como muy pocos sectores del consumo, reflejan buenos números de ventas al mercado interno y exportaciones contra igual período del 2019, un año malo, pero sin COVID.
El Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) comunicó que en enero-julio hubo un alza de despachos de casi 10 por ciento. Mientras que en julio, contra igual mes del año pasado, la mejora fue de 21,7 por ciento. En el mercado de cervezas, la realidad es exactamente opuesta. Entre marzo y junio, la retracción interanual fue de entre 15 y 20 por ciento.
“El consumo de vinos en el mercado interno, durante el mes de julio, mostró cifras positivas y el crecimiento acumulado de los primeros siete meses del año consolida la tendencia de leve y constante crecimiento en las particulares circunstancias que dominan el año”, explicó el INV. Y agregó que “un dato importante para el sector es que no se registraban cifras similares para un mes de despachos en los últimos siete años”.
¿Cómo se explica un cambio de tendencia histórico en el consumo de las bebidas alcohólicas más populares? Consultadas por PáginaI12, fuentes de ambos sectores consideraron que la cerveza, más dependiente de los bares, restaurantes y de la movida nocturna, perdió terreno al no haberse avanzado aún en la apertura comercial de esos rubros.
Señalan además que el consumo de cerveza está muy relacionado a encuentros ocasionales y reuniones sociales, que están hoy restringidas. Esta situación se ve en números: la industria está con una capacidad ociosa cercana al 40 por ciento.
En este escenario, el vino ganó terreno en la mesa de los argentinos. Influyó la cuarentena. Muchos bodegueros señalan que al haber muchos trabajadores en home office y menos gente utilizando el auto particular, se toma vino en más de una comida diaria y en mayor cantidad.
También, agregan, habría otros factores. “Los precios relativos más convenientes que se suman a promociones de los canales; más oferta en la venta electrónica y el esfuerzo de las bodegas y la comunicación genérica para permanecer cerca de sus consumidores, especialmente a través de las redes sociales, son los principales impulsores”, aduce el INV.
El alza en el vino es particular por otro factor: buena parte de las bodegas, sobre todo las pequeñas, debieron pedir ATP para pagar salarios en la primera tanda ofrecida por el Gobierno. En ese listado entraron incluso emblemas como Chandon, siendo que el espumante no está tan beneficiado por el despegue de ventas.
El INV aclaró que al analizar los datos y desagregarlos, “las principales tendencias de esta recuperación están dadas por una creciente preferencia por los vinos tintos y por los varietales, de la mano de precios más accesibles en los canales de proximidad, supermercados y ventas on-line. En cuanto a envases, es interesante el crecimiento de las botellas de gran capacidad (entre 1 y 1.5 litro) que en julio’19 representaban el 28,8% del despacho, hoy llegan a 37,4%”.
En cuanto a las exportaciones, el anticipo de los datos de agosto muestra que volvieron a crecer 10 por ciento interanual; mientras que el acumulado en los ocho meses los envíos aumentaron 42% comparado con enero-agosto de 2019.
En este contexto, el presidente del INV, Martín Hinojosa informó que "vemos una caída que ha sido muy significativa en stocks, pasando de 6,7 meses a 3,5 meses. Una baja de más de tres meses de stock”. Lo que se explica en tres factores: el primero, la cosecha 2020 fue un 20% menor a la del año anterior -2019-, y los otros dos son el mayor consumo y el incremento en las exportaciones de granel y mosto.