Un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Bioquímicas de la Universidad Nacional de Rosario y del Instituto de Química de Rosario, avanza en la optimización de una técnica analítica sencilla, económica y sensible para la detección y cuantificación in situ de arsénico en agua de pozo de comunas y municipios de la provincia de Santa Fe.
Estudios realizados en algunas localidades de la provincia mostraron que el contenido de arsénico en agua subterránea superaba el límite permitido por la legislación provincial (50 μg/L). "Las especies inorgánicas de este metaloide son cancerígenas para humanos, por lo tanto aguas con niveles superiores a los permitidos no son aptas para el consumo humano. Tampoco lo son para riego de cultivos ni para agua de bebida de ganados, ya que las plantas y los animales incorporan arsénico, que luego ingresa a la cadena alimenticia", afirma el director del grupo de investigación Juan Carlos González.
La contaminación de aguas por este elemento químico es un problema a nivel mundial y afecta particularmente a India y Latinoamérica. En nuestra región el problema es endémico y va cambiando de acuerdo a la temperatura y las lluvias por lo que hay que medirlo de forma continua.
Para tener una caracterización más completa de las muestras, los investigadores estudiaron durante dos meses la composición de las aguas de pozo en nitrito, nitrato, pH, conductividad, materia orgánica soluble, oxígeno disuelto, amonio, sulfato. "Estos resultados permitieron, en algunos casos, descartar la utilización de pozos cuyas aguas mostraron un alto contenido en nitrito directamente relacionado con la contaminación por materia fecal debido a la cercanía de pozos ciegos", cuentan.
Para depurar estas aguas, "una técnica ampliamente usada es la ósmosis inversa que si bien genera agua potable libre o con una concentración muy baja de arsénico, también genera agua de rechazo mucho más concentrada en contaminantes", afirman. Por esta razón, es necesario monitorear periódicamente el agua a la entrada, salida y también en las aguas de rechazo del equipo de ósmosis inversa.
La detección y cuantificación periódica de arsénico es realizada en muchos centros urbanos, utilizando absorción atómica. Sin embargo, esta tecnología presenta algunos inconvenientes: no es accesible para las pequeñas comunas y municipios por lo que requiere un traslado de las muestras que pueden sufrir modificaciones.
En este contexto los investigadores buscaron un método más económico y fácil de utilizar en pequeñas poblaciones del campo que detecte hasta 20 microgramos de arsénico por litro. El equipo de científicos buscó remozar la técnica antigua y darle características superadoras al momento de detectar bajas cantidades de arsénico. "Poder desarrollar un método más simple y adaptar un equipo para que pueda llevarse al campo, permite hacer las mediciones en el lugar y asegura una mayor continuidad de esos controles", afirman.
El proyecto posee dos aspectos a destacar: la determinación espectrofotométrica de arsénico mediante el "método del azul de molibdeno modificado" y el estudio de los posibles interferentes presentes en las aguas de pozo. De esta manera, se pueden realizar ensayos periódicos a muy bajo costo y sin necesidad de remitir las muestras a los centros urbanos donde se encuentran instalados los equipos de alta complejidad para la determinación de este contaminante.
Los beneficiados, en principio, serían las empresas que se dedican al tratamiento de agua mediante la utilización de equipos de filtración y potabilización de agua por ósmosis inversa. Los destinatarios indirectos de este proyecto son las comunas y municipios de zonas rurales. "El monitoreo periódico de la concentración de arsénico conduce a optimizar las variables operacionales de los equipos de ósmosis inversa a fin de obtener suficiente cantidad de agua libre de arsénico y a su vez bajos volúmenes de agua de rechazo", expresan los investigadores.
La segunda parte del proyecto aborda un problema que hasta el momento no se resolvió convenientemente: la disposición de las aguas de rechazo, que después del proceso de ósmosis contienen los contaminantes concentrados y, por lo tanto, no pueden regresar a las napas ni tampoco utilizarse como agua de riego, sin tratamiento previo, ya que originaría un problema de contaminación a futuro.
En el marco de este proyecto, el grupo se dedica a la depuración de estas aguas con biopolímeros naturales mediante procesos continuos. Actualmente está focalizado en la optimización de esta metodología y recibió recientemente el apoyo financiero de la Secretaría de Vinculación Tecnológica y Desarrollo Productivo de la UNR y del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Provincia de Santa Fe.
El grupo de investigadores está formado por Juan Carlos González, Silvia García, Bárbara Pérez Mora, María Florencia Mangiameli, Sebastián Bellú, Fernando Bertoni y María Inés Frascaroli.
*Integrante de la Dirección de Comunicación de la Ciencia de la UNR.