Sobrevivientes, familiares y organismos de Derechos Humanos denunciaron que el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la empresa Autopistas Urbanas S.A. (AUSA) interrumpió de manera “unilateral e inconsulta” el plan de obras destinado a proteger y preservar el lugar en el que funcionó el centro clandestino Club Atlético, ubicado en San Juan y Paseo Colón.

La preocupación de quienes integran la Comisión de Trabajo y Consenso del ex centro clandestino que funcionó en lo que fue el en el sótano de un edificio que pertenecía a la Policía Federal, destinado supuestamente al Servicio de Aprovisionamiento y Talleres, es grande. Desde hace muchísimos años reclaman planes y tareas para proteger el espacio por el que pasaron alrededor de 1500 víctimas de la última dictadura cívico militar de manera clandestina y poder avanzar en trabajos arqueológicos que hicieran hablar a las ruinas. Es que tras ser “desactivado” como centro operativo durante el terrorismo de Estado, en 1978 el edificio fue demolido para construir la autopista 25 de Mayo y tapado por escombros y tierra.

Recién a fines del año pasado, tras una serie de convenios firmados con el Gobierno de la Ciudad, con Horacio Rodríguez Larreta al frente, familiares, sobrevivientes y organismos de derechos humanos lograron que comenzaran los trabajos de preservación. Pero duraron apenas unos meses. La pandemia sirvió de excusa para suspender la actividad que, ahora, tanto las autoridades porteñas como las de AUSA se niegan a retomar. “Dicen que no tienen flujo de caja. Nosotros decimos que lo que no tienen es voluntad política”, evaluó Daniel Mercogliano.

Los acuerdos y las obras

“Las obras son necesarias y urgentes desde hace mucho tiempo para poder preservar el lugar”, detalló Mercogliano, integrante de la Comisión de Trabajo y Consenso del Atlético, que se conformó en 2003, un año después de que comenzaran las excavaciones para devolverle luz a la estructura que sirvió de centro clandestino.

Los años pasaron, y a los efectos de la construcción de la autopista 25 de Mayo y la Buenos Aires La Plata, que atraviesan por el aire pero también en la profundidad el lugar donde funcionó el Atlético, se sumaron los que provocaron las obras del Metrobus del bajo y del Paseo del Bajo. “Modificaron el modo en que filtran las aguas en la ciudad y se están llenando las paredes de humedad, se está desmoronando algo que es prueba documental de los delitos que sufrimos”, puntualizó Mercogliano. La comisión, el Gobierno de la Ciudad y AUSA firmaron dos convenios, uno en 2016 y otro en 2019, para realizar tareas destinadas a proteger el lugar.

Las obras habían comenzado en diciembre pasado y estaban destinadas a remover el talud de tierra amontonada sobre el centro clandestino, “que está intacto bajo tierra”, y que sirve a la vez de sostén de la autopista. Los familiares y sobrevivientes la intervinieron con una silueta y allí suelen hacer homenajes y recordatorios.

“Decidieron paralizarlas el 20 de marzo, cuando se declaró la pandemia y comenzó el aislamiento, pero ya habían comenzado a trabajar. Esos movimientos sumados a los efectos del Metrobus y el Paseo del Bajo, ponen en peligro el mantenimiento de lo que fue el centro clandestino. Necesitamos que las terminen para que no se pierda todo eso”, señaló Mercogliano. Suponían que las obras duraban seis meses. Llevan más de 10 y están en veremos.

Los integrantes de la Comisión insisten en que la paralización de las obras “genera deterioros en la materialidad y pone en peligro su preservación. Genera daños irreparables teniendo en cuenta que lo que se pierde o deteriora no se recupera”. Según los especialistas que trabajan en la conservación preventiva del Atlético, de no continuar con las obras se pone en “peligro de deterioro y la consecuente pérdida de materialidad del lugar, tanto de la arquitectura como de los objetos que podrían ser hallados”. Trasladaron el reclamo al Gobierno de la Ciudad y a AUSA, empresa en la que las autoridades depositaron la realización de los trabajos. Completó Mercogliano: “Nos dijeron que no tienen recursos porque no tienen flujo de caja. Que no estuvieron cobrando peajes durante meses por la pandemia, y que ahora tienen las tarifas desactualizadas. O sea que además de no cumplir con sus compromisos piden aumento de tarifas”.

“Lo que no hay es voluntad de preservar la memoria. Recursos para otras cosas, como veredas o regado de canteros, sí hay, pero no para la memoria y la verdad”, concluyó en relación a la postura de la gestión de Rodríguez Larreta. Mercogliano y el resto de sus compañeros y compañeras de la Comisión piden que “se cumpla con lo comprometido y que reinicien las obras con todos los protocolos indicados por la pandemia. Primero por la preservación del sitio y segundo para continuar con las obras de recuperación arqueológicas y seguir sumando elementos y pruebas para los juicios continuando con más memoria, más verdad y más justicia”.

El Club Atlético

Se lo conoce con ese nombre por su cercanía con el Club Atlético Boca Juniors. Este centro clandestino, manejado por la Policía Federal, pero con el mando principal en el Ejército argentino, funcionó en el sótano de la división Aprovisionamiento de la fuerza policial entre principios y fines de 1977. Fue desactivado en diciembre de ese año, cuando todas las víctimas que permanecían con vida allí encerradas fueron trasladadas a una dependencia en Puente 12 conocida como “El Banco”, y lentamente desarmado. Mucho de su mobiliario, aberturas, y demás, fue a parar al Olimpo. En 1978, el edificio fue demolido.

El lugar, de las dimensiones de casi una manzana, había sido reacondicionado para servir de centro clandestino de detención, tortura y exterminio: en una enorme explanada, los represores construyeron 43 celdas, dos celdas de aislamiento, un baño, una enfermería, un pañol, una leonera para el alojamiento inicial de detenidos, una sala destinada al Consejo, una guardia interna y tres quirófanos o salas de torturas. Una entrada vehicular en la plata baja con una guardia, y una escalera. Todo quedó enterrado tras la demolición con los escombros y más de 10 mil metros cúbicos de tierra con la que levantaron un talud. El Talud que aún hoy persiste.