Jamain Stephens era un jugador de fútbol americano de tercer año de la Universidad California de Pensilvania e hijo de un conocido ex jugador de los Pittsburgh Steelers en la NFL. A los 20 años, falleció de un paro cardíaco provocado por una miorcaditis, afección asociada al contagio de Covid-19, enfermedad de la que Stephens ya se había recuperado. 

"Jamain era un estudiante maravilloso con una sonrisa en su rostro cada vez que lo veía", dijo la directora atlética de la Universidad California, Karen Hjerpe, en el  comunicado en el que la organización difundió la noticia. "Su personalidad era contagiosa y tuvo un impacto muy positivo en todos los que lo conocieron".


La muerte del futbolista de los Vulcans reabrió el debate en Estados Unidos, donde varias instituciones educativas anunciaron que no participarán de los torneos universitarios por temor a las secuelas que pudieran sufrir sus estudiantes contagiados de coronavirus. Incluso, algunas organizaciones optaron por postergar sus campeonatos, en medio de voces en contra por la medida.   

De acuerdo al médico Curt Daniels, director de cardiología deportiva en la universidad Ohio State, sus estudios sobre atletas recuperados de Covid-19 arrojó que un 15 por ciento sufría de miocarditis, una inflamación del corazón que puede provocar un paro cardíaco ante el esfuerzo extremo. Según Daniels, la mayoría de los estudiantes analizados había cursado la enfermedad de forma asintomática o con síntomas muy leves.

El informe de Daniels, citado el 23 de agosto por el periodista Billy Witz en un artículo en elNew York Times, sirvió para que Ohio State, universidad que integra la Big Ten Conference de la NCAA, cancelara la participación de sus deportistas en la temporada de otoño, lo que significa que no jugarán al menos hasta enero.

La Big Ten Conference, una de las más ricas y poderosas del país, y la Pac-12, otra de las organizaciones importantes del fútbol americano universitario, optaron por cancelar sus temporada durante el otoño norteamericano, lo que provocó un debate muy intenso, del que incluso participó el presidente Donald Trump, que cuestionó la decisión, al igual que muchos padres y jugadores, que pretendían regresar a la actividad. El fútbol americano universitario conforma un negocio millonario para muchas universidades, que a través de sus programas deportivos exitosos consiguen reclutar estudiantes y atraer grandes donaciones.