“El diálogo es la forma más humana de intercambio, junto con la conversación”, dice la escritora Luisa Valenzuela sobre “Libertad y responsabilidad de la palabra”, ciclo de diálogos por Zoom organizado por el Centro PEN Argentina y Lectura Mundi de la Unsam (Universidad Nacional de San Martín). Destacados creadores e intelectuales reflexionarán sobre la incidencia de esta problemática en el país y en el mundo, a través de distintas disciplinas. Ivonne Bordelois y Rafael Toriz dialogarán sobre educación hoy jueves a las 18 horas. Silvia Hopenhayn y Carlos Skliar se encargarán sobre la importancia de la lectura, el jueves 17 a las 15 horas. Nora Veiras, directora de Página/12, dialogará con el periodista y escritor Vicente Muleiro sobre periodismo, el jueves 24 a las 18.
El ciclo continuará con un diálogo entre Nina Jaramillo y Juan Martín Leguizamón sobre pueblos originarios, el jueves 8 de octubre a las 18; María Pía López y Horacio González analizarán la política argentina, el jueves 22 de octubre a las 18. El turno de la poesía llegará con Graciela Maturo y Aldo Parfeniuk, el jueves 12 de noviembre. Habrá un maratón de microrrelatos, el jueves 26 a las 18, y el cierre del ciclo sobre el género ensayo será con el escritor y crítico Noé Jitrik. Valenzuela, presidenta emérita del Centro PEN Argentina, cuenta a Página/12 que se optó por “la agilidad del mano a mano entre especialistas en cada disciplina, siempre un hombre y una mujer para fomentar la circulación de las ideas con indirecta mirada de género”. “No hay verdades absolutas, pero el diálogo va encuadrando conceptos e invita a la reflexión. Y a la vez desactiva el estancamiento de fórmulas espurias repetidas sin razonar”, agrega la escritora.
“La responsabilidad de los escritores es la misma que siempre hemos tenido quienes ejercemos en serio nuestras funciones: la de poner en acto la más absoluta sinceridad. La de no dejarnos manipular ni manipular a los demás con falsedades, sobre todo en estos tiempos cuando la palabra -la palabra solidaria, consoladora, empática, creativa y responsable- es una de las pocas armas que tenemos para protegernos de la angustia de la pandemia”, plantea Valenzuela.
La presidenta emérita del Centro PEN Argentina cuenta por qué decidió crear el Comité por la Libertad y la Responsabilidad de la Palabra, integrado por el poeta Leopoldo Castilla, el educador y vicepresidente de PEN Argentina, Carlos Skliar, la poeta María Casiraghi, la científica Mirtha Amores y el antropólogo Adolfo Colombres. “Hace ya décadas que el antiguo y prestigioso PEN Club, siempre con sede en Londres, pasó a ser un observatorio en defensa de la libertad de expresión. En 2014, cuando asumí la presidencia del capítulo argentino (completado mi mandato, ahora soy emérita), decidí que, dada ya entonces la distorsión de las noticias en los diarios hegemónicos, al lema global ‘por la libertad de la palabra’ se imponía agregarle la palabra responsabilidad”, explica la autora de El gato eficaz, Como en la guerra y Cola de lagartija, entre otras novelas.
“A la gran mayoría nos desesperan las manifestaciones anticuarentena, las declaraciones desconstituyentes e infundadas, la falta de tino de compatriotas desquiciades, cierto periodismo mentiroso –advierte Valenzuela-. Es un virus más y aún más virulento, viniendo de quienes se supone tienen uso de razón y sin embargo actúan de manera absolutamente irracional”.
-En el mundo, la palabra "libertad" ha sido secuestrada por la derecha que, en líneas generales, esgrime la libertad como bandera excluyente contra las políticas sanitarias de aislamiento y cuidado. ¿Cómo se puede pensar la palabra libertad en este contexto?
-No podría estar más de acuerdo. La derecha se ha adueñado del concepto, bastardeándolo en beneficio propio. Peor aún, en beneficio de unos pocos, los grandes manipuladores de mentes lábiles. A la libertad hay que pensarla en sociedad, con clara conciencia de que somos uno con todo lo viviente. Como muy bien comprende la sabiduría de los pueblos originarios, el nuestro es un universo unificado, interdependiente. La noción de libertad, aislada, como un hecho individual y “después de mí, el diluvio”, no es libertad ni nada de lo que se le parezca. En mi juventud se la habría llamado libertinaje. Porque la responsabilidad es inherente a la libertad, basta con leer la definición de la Academia Española: “Libertad. Facultad y derecho de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de actuar dentro de una sociedad”. El Diccionario Panhispánico de Español de la RAE es todavía más específico: “Libertad: Facultad y derecho de hacer todo aquello que las leyes no prohíben y que no perjudique a los demás”. Y recordemos siempre el no por remanido menos legítimo enunciado de Rousseau: “Mi libertad termina donde empieza la libertad del otro”.
-¿De qué manera se sale de esta gran crisis que ha generado la Covid-19?
-Ojalá tuviera una respuesta para esta pregunta crucial. Quizá se la encuentre en alguna novela que alguien esté escribiendo en estos momentos, pero la respuesta pasará inadvertida hasta que años después se la lea como una premonición. Mientras tanto, es importante atender las conminaciones de quienes saben y permanecer en el mayor aislamiento posible, lejos de la irresponsable tentación de sentirse inmune y descuidar al prójimo. Intento mantener el humor, valiosa arma de defensa, auxiliar inmunológico, con la esperanza de que llegado el momento la humanidad en pleno salga de esta atroz encrucijada más sabia y mucho más respetuosa para con nuestro tan maltratado planeta. Y que el capitalismo salvaje haya por fin cavado su propia tumba.