De marzo a hoy, el fomento de la producción nacional de insumos para combatir la pandemia de COVID 19 generó que Argentina se autoabastezca de nueve de cada diez de los productos y desarrollos reclamados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Al día de hoy, hay un solo producto que el país no produce por una cuestión de escala y que se sigue importando: los guantes de látex, que se pudieron producir en fábricas de preservativos, pero luego de una evaluación de costos, se acordó que convenía más importarlos.
En el Gobierno explican que esta provisión tiene, además de la relevancia propia de producir local, un componente estratégico. Se dio justamente en un contexto en el que los grandes productores de insumos médicos del mundo no exportaban porque precisaban abastecer sus propios mercados. Ese factor dejó a países no industriales en una posición compleja y rehenes de importaciones con pocas certezas.
Hubo incluso problemas que Argentina debió evitar al inicio de la pandemia, como los piratas de aeropuertos que acechaban vuelos de aerolíneas privadas para quedarse con los insumos con destino local. Por esta razón, los viajes de vuelos del Gobierno Nacional para traer insumos de China se hicieron todos por Aerolíneas Argentinas.
A comienzos de la pandemia, la OMS listó 50 productos esenciales para combatir la pandemia, entre ellos medicamentos, electrodos, bombas de oxígeno, detectores de dióxido de carbono, tubos endotraqueales, test y respiradores. En base a esas recomendaciones, los ministerios de Salud y Desarrollo Productivo emitieron una Resolución conjunta, la número 1, donde se determinaron los insumos críticos en el marco de la emergencia sanitaria nacional.
En ese contexto, Argentina declaró como esenciales 67 productos, 17 más que los pedidos por la OMS. Con un solo producto importado, los mencionados guantes de látex. En función de ese listado, la Dirección Nacional de Desarrollo Regional y Sectorial de la Secretaría de Industria, relevó las capacidades de producir esos bienes en el país. Y se incluyeron algunos productos como fabricación de notebooks, también importante para el manejo de equipos sanitarios.
En el listado de los 67 productos argentinos, se incluyen bombas y sets de infusión, camas UTI y no UTI, escáner de ultrasonido portátil, barbijos, indumentaria quirúrgica, alcohol, antiparras de protección, clorhexidina, resucitadores, tests y máscaras nebulizadores. La estrella del combo fueron los respiradores, que se produjeron por medio de dos pymes de la provincia de Córdoba. Antes de la pandemia, ya dos tercios de estos productos se hacían en el país, y desde marzo se sumó el tercio restante.
Fuentes oficiales contaron a Página I12 que si bien la política industrial fue un eje, la construcción del autoabastecimiento tuvo varias patas, entre ellas la Cancillería, la Agencia de Promoción de Desarrollo y el Ministerio de Salud, que fue el que garantizó el volumen de compras públicas para las empresas que fabricaron insumos para la pandemia.
La tarea de la Agencia Nacional de Promocion de la Investigacion, Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) fue también clave para financiar proyectos. En el marco de la pandemia, hubo 59 Ideas Proyecto COVID, ocho de los cuales cofinanciados junto a la Fundación Bunge y Born. Otras convocatorias fueron a 17 proyectos de Ciencias Sociales y Humanas -para adjudicar, actualmente en proceso de evaluación (FONCyT). Y se acaba de cerrar la convocatoria EBT COVID por 200 millones de pesos. En total, supone una inversión de 750 millones de pesos en insumos y equipos. Si a esto se le suman sueldos de investigadores o contraparte empresaria, la inversión en los proyectos duplica el monto de los subsidios directos. Se comprometen más de 1500 millones.