En el universo del establishment, las entidades políticas del campo son hoy las que están más cruzadas por internas, ruidos y debates fuertes sobre la representatividad de sus dirigentes. La relación de diferentes sectores con el Gobierno Nacional y la dirigencia de Cambiemos sumó más conflicto a los cortocircuitos ya propios de una actividad acostumbrada a crecer en la lógica del conflicto.
En este escenario, la Mesa de Enlace, aquel conglomerado que se fogueó en las rutas en los años de las retenciones móviles, padece una crisis que reconfigura su rol, hoy netamente testimonial en el nexo con la política.
Todo en un contexto con dos condimentos. El primero, que el flamante Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), que reúne a 50 cámaras, la Unión Industrial (UIA) y tres de los integrantes de Enlace, se sentó con velocidad y habilidad en la mesa chica del poder de turno. El segundo, diferencias propias entre los integrantes de la Mesa de Enlace que además se dan a días de que se define la batalla de fondo: la elección en la Sociedad Rural, el coto de caza del PRO en la ruralidad.
Hace unos días, luego de una reunión con el ministro de Agricultura, Luis Basterra, las entidades que la integran emitieron un comunicado poco habitual y de catarsis. “La Comisión de Enlace manifiesta preocupación por reuniones inconducentes”, se tituló la comunicación, que hizo centro en una supuesta negativa oficial a resolver cuestiones planteadas por Enlace. Entre ellas, la preocupación creciente por la inseguridad y la toma de tierras. Lo firmaron los cuatro integrantes, Carlos Achetoni, de Federación Agraria; Daniel Pelegrina, de Sociedad Rural; Carlos Iannizzotto, de Coninagro y Jorge Chemes, de Confederaciones Rurales (CRA).
Más que una negativa del Gobierno -que vía Basterra mantiene el contacto desde la puja por retenciones y hasta trabajó en conjunto para investigar la rotura de silobolsas-, la situación es una decantación natural del despoder en la Mesa. Cuentan fuentes del sector que la inclusión de CRA, Coninagro y FAA al Consejo Agroindustrial terminó por doblar –no romper- un vínculo que ya no era el mejor entre los titulares de las agrupaciones. Pelegrina, el único de los cuatro afuera, trató de convencer sin éxito a sus colegas de no participar. Casi lo logró con CRA, el segundo más conservador en la mesa, pero finalmente se alineó con el Consejo.
Por fuera de la cuestión personal, la Mesa tiene un conflicto de identidad y de poca adhesión de las bases a su liderazgo. Ya en los años posteriores a la 125, Eduardo Buzzi, entonces titular de FAA y Carlos Garetto, su par de Coninagro, alertaron que la agrupación se había quedado en la protesta y sin propuestas. Pero los años pasaron y los lobos ya parecen haber resignado hasta la conflictividad. Lo que era sangre joven para las rutas teme por una sucesión descontrolada.
Según supo Cash, hay un creciente movimiento de los productores autoconvocados que los presionan por derecha y que son casi una versión remozada pero más ultra de los tractores del 2008. Le disputan a Enlace la representación en las rutas, un segmento que saldría a la queja incluso antes medidas de inclusión por parte del gobierno de Alberto Fernández y que en los últimos días protestó fuerte en algunas provincias del por los cerrojos de ingreso a los campos.
Tan relevante es el movimiento que se empezó a gestar en el interior que desde el Consejo Agroindustrial ya enviaron emisarios para acercar a esos autoconvocados a la iniciativa que pretende ser nexo de negociación con la política. Ese problema es un emergente de peligro para el gobierno: son cuadros sin pertenencia, sin representación, terratenientes que aborrecen la política como herramienta y que tienen un comando fuerte desde la Coalición Cívica.
Buena parte de esos sectores, además, mantienen un odio fuerte contra el ministro de Agricultura de Macri, Luis Miguel Etchevehere, que dejó la presidencia de la SRA para instaurar las retenciones como funcionario. Nunca se lo perdonaron.
Una elección
El 24 de septiembre ocurrirá una elección relevante para todo este desbarajuste de representatividad que vive el campo. El oficialismo en la Sociedad Rural, con Pelegrina al frente, irá a las urnas contra la lista del Movimiento Compromiso Federal, que tiene como candidato a Presidente al matarife Nicolás Pino.
A priori, el pensamiento político de Pelegrina y Pino es similar desde lo ideológico. Uno (Pino), más extremo y reacio al peronismo; y el otro obligado a ser más negociador no sólo por su rol en SRA sino en otras entidades empresarias, como el Foro de Convergencia y el Grupo de los Seis.
Pero hay una disputa superior. En esos comicios se dirime el liderazgo del campo de la resistencia, con una mano clara de Cambiemos atrás de la oposición. Pino es pupilo del ex ministro Etchevehere, y su lista acaba de contratar como abogado al ex presidente del Banco Provincia Juan Curutchet. Esa lista tiene a los grandes financistas de Macri y María Eugenia Vidal dando respaldo económico, como David Lacroze y Martín Goldstein, de la firma Cleanosol.
En esa elección hoy el pronóstico es abierto, sobre todo por la característica de la votación. Se hace por correo y esta vez la Rural envió los sobres a un padrón de 2800 asociados por correo simple. A Pelegrina, radicado en territorio bonaerense, aún no le llegó; a Pino le llegó cuarenta días después de enviados. De esa manera vota el 80 por ciento del padrón y luego es presencial en la asamblea. “Acá gana el que mejor logística tiene”, se sinceró un hombre del ruralismo ante este diario.
En 2018 –se renuevan autoridades cada dos años- votaron 1100 socios y se espera que esta vez sean 1600. Ese año, la oposición sacó 41 por ciento de los votos haciéndose fuerte en un solo distrito bonaerense, sobre 14 que hay en todo el país. Por eso, con el peronismo en el poder y la maquinaria de financiamiento a la oposición a Pelegrina que hizo Cambiemos con empresarios del campo, se espera una elección dura.
La SRA fue históricamente el corazón de la Mesa de Enlace, más aún en tiempos de Macri. Luego, se deshilachó por las diferencias antes mencionadas y la escasa reacción ante la promesa del PRO de bajar retenciones. Ese desgaste en el tiempo es el padre del Consejo Agroindustrial, que también se coló como tema en la elección de SRA. Mientras Pelegrina sostiene Enlace y se niega a sumarse al Consejo, Pino dice que hará de la Mesa un renovado polo de lobby, pero sin sacar los platos de un Consejo al que ir a hacer críticas y a pelear, desde adentro, contra esa idea de separar a la agroindustria de los productores.
Mientras tanto, la política avanza. El Consejo se sentó este jueves con el Gabinete Económico para evaluar medidas y leyes para fomentar la exportación de alimentos terminados. Y la semana próxima compartirán un zoom con los equipos técnicos del ministro de Economía, Martín Guzmán, para afinar el lápiz en lo fiscal.
Un juego que no solo acerca al campo, sino que le permite al Gobierno abrirle la puerta al ingreso de dólares por otras vías hoy ausentes. Un juego de conveniencia pautado que, además, grafica una visión del modelo económico de Fernández: un equilibrio entre mercado interno y exportaciones.