“Estoy supersatisfecha, feliz, porque seguimos haciendo justicia por Andrés y porque este hombre no tenía que estar libre después de lo que hizo”. En diálogo con PáginaI12, Mirna Gómez, la viuda de Andrés Núñez, el albañil torturado y asesinado por policías bonaerenses en 1990, sostuvo que se quedó “paralizada por la emoción” luego de escuchar la sentencia que condenó a reclusión perpetua al policía Luis Raúl Ponce, detenido en 2012 después de permanecer 22 años prófugo de la Justicia. Mirna, luchadora incansable, afirmó que “todavía falta mucho por hacer”, dado que no se conforma con las condenas aplicadas ayer a Ponce y en 2010 a los también policías Víctor Dos Santos y Alfredo González, que recibieron la misma pena como coautores del crimen. “Ahora vamos a seguir luchando para que detengan a (Pablo Martín) Gerez”, el cuarto acusado por el homicidio de Núñez y “por la condena de todos los policías que encubrieron el hecho”, incluyendo el comisario Pedro Costilla, quien en 1990 era el jefe de la Brigada de Investigaciones de La Plata, sede de uno de los crímenes más horrendos cometidos por la Bonaerense en democracia.

La sentencia contra Ponce fue dispuesta ayer por el Tribunal Oral Criminal II de La Plata. Los jueces lo consideraron responsable de los delitos de “privación ilegítima de la libertad calificada en concurso real con torturas seguida de muerte en concurso real agravado por haberse cometido por un integrante de las fuerzas de seguridad”. En el debate se dio por acreditado que en la Brigada funcionaba “un aparato estatal destinado a la tortura” tanto “física como psicológica” con el objetivo de “obtener confesiones”. En el caso de Núñez, su secuestro y tortura hasta la muerte tuvo como fin que se declarara culpable del robo de una bicicleta.

Los integrantes del Tribunal señalaron que se encontraron frente a “un  plan sistemático de actuación con división de roles por parte de la ‘Patota’ de la Brigada de Investigaciones de La Plata, de la que Ponce era jefe”. El veredicto fue firmado por los jueces Raúl Delbés, María Oyhamburu y Claudio Bernard, quienes aseguraron que “en la institución policial coexistían aberrantes prácticas incompatibles con el estado de derecho”. En otro párrafo, calificaron como “detestable” la conducta de los policías de esa dependencia por su accionar y por el agravante de haber actuado “contra “grupos vulnerables de la población”.

Andrés Núñez, de 30 años, fue sacado por la fuerza de la casa en la que vivía con su esposa, Mirna Gómez, y una hija que no había cumplido los dos años. Esto ocurrió en la noche del 28 de septiembre de 1990 y a partir de esa fecha estuvo desaparecido hasta 1995, cuando su cuerpo mutilado y quemado fue hallado en un campo, en General Belgrano (ver aparte). En el juicio que finalizó ayer, se dio por acreditado que Ponce “intervino en las torturas” que se aplicaban en la Brigada y en el caso de Núñez tuvo intervención directa “en cada una de las partes de la imputación: desde dar la orden directa y precisa del operativo de privación de la libertad, para luego, dentro de la Brigada, participar y dirigir el interrogatorio con maniobras de tortura y provocar con ellas la muerte”. En este punto, los jueces resaltaron que Núñez sufrió “tormentos físicos de tal intensidad que le causaron la muerte”.

Mientras Ponce escuchaba el fallo en su contra en una sala contigua al lugar del debate oral y público, el Tribunal dijo que el policía ideó y llevó a cabo un plan para tratar de quedar impune. Logró su objetivo durante 22 años, afincándose en San Martín de los Andes, junto con su familia, utilizando una falsa identidad: se hacía llamar y tenía documentación a nombre de Raúl Alberto Peralta. El 7 de agosto de 2012 fue detenido en la ciudad de San Carlos de Bariloche, cuando iba en su automóvil, junto con su esposa y una sobrina. Lo detuvieron porque creyeron que se trataba de César Heriberto Peralta, involucrado en 29 casos de torturas y homicidios ocurridos durante la dictadura militar.

La fiscal del juicio, Rosalía Sánchez, al igual que la parte querellante, había solicitado la pena de reclusión perpetua, mientras que la defensa solicitó la absolución por considerar que la acción penal estaba prescripta. Ponce, al hacer su descargo ante los jueces, se consideró “un policía intachable”, aunque admitió que eso fue hasta el caso Núñez.

Uno de los dichos menos creíbles fue cuando afirmó que había decidido escapar y permanecer prófugo, porque tenía “miedo” a lo que pudiera hacer en su contra el ex juez penal Amílcar Vara, quien falleció en 2014, cuando pesaba sobre él una causa por encubrir, precisamente, a los policías involucrados en el asesinato de Andrés Núñez. Según Ponce, fue el propio Vara quien les “ordenó” que hicieran desaparecer el cuerpo del albañil.

Luego de la sentencia, Mirna Gómez, la viuda de Andrés Núñez, le dijo a PáginaI12 que está “muy satisfecha” con los jueces por el fallo y de manera especial “por la actuación de la fiscal Rosalía Sánchez”, que también intervino como parte acusadora en el primer juicio realizado en el año 2010. “Ponce se merecía la reclusión perpetua y fue impecable la decisión de los jueces, a quien también les agradezco mucho”. En su agradecimiento incluyó también “a los medios de comunicación que siempre me acompañaron en todos estos años”.

Sin derramar una lágrima, como ha ocurrido casi siempre en estos 26 años de búsqueda de justicia, Mirna alentó a “todos los que han sufrido un caso como el mío, de violencia institucional” para que “nunca bajen los brazos, que salgan a golpear todas las puertas, como hicimos nosotros a pesar de todas las piedras que nos pusieron en el camino y que fueron muchas, y de lo más tremendas”.

Advirtió que ahora “vamos a seguir peleando para que encuentren de una vez por todas al prófugo Gerez, que también merece que lo condenen a reclusión perpetua porque también participó en el crimen”. Del mismo modo, señaló que van a seguir bregando “para que paguen los encubridores, como el comisario Pedro Costilla y los policías Ernesto Zabala, César Carrizo y Gustavo Veiga”. Al principio fueron once los policías de la Brigada de Investigaciones imputados por el encubrimiento de los hechos, pero la mayoría fue absuelta.

Como en tantas charlas con este diario, a lo largo de tantos años, Mirna recordó el comienzo de su historia de amor. “Nos conocimos en Macondo, cuando fuimos a bailar y él me acompañó hasta la casa en la que vivía entonces, con una hermana mía”. Esa noche, antes de caminar juntos hasta la casa de la que sería su esposa, Andrés Núñez pasó primero por la estación de servicio de 7 y 45, donde había dejado “el móvil”, como llamaba a su bicicleta.